QUÉ HA PASADO
• Manolín propone a Marisol hacer deporte juntos.
• Curtis acaba en la cárcel.
• Eugenio, el padre de Fede, reaparece en su vida.
El beso entre David y Lourdes lleva a Guillermo a mostrarse arisco con su compañero. Cristina, testigo mudo de la incómoda situación, espera a estar sola con él para que reconozca lo que está pasando: “¿Alguien tan valiente como tú tiene miedo a sus sentimientos?”. “Me tortura haberme fijado en la hija de Julia”, asegura el abogado.
Desde que fue a visitarlo a prisión, Quintero cree realmente que Curtis es inocente e intenta hacer recapacitar a sus amigos de El Asturiano: “Tendríais que ver sus ojos. Ese hombre no vende drogas. Alguien le tendió una trampa”.
Muy enfadados, Manolita y Marcelino, convencidos de que es el culpable de que Marisol haya recaído en las drogas, se levantan y antes de irse le reprochan su parecer: “Ha jugado con la salud de los demás. Y tú, de tan bueno, eres tonto. Lo pillaron con las pastillas en la mano y Benigna fue testigo de sus trapicheos”
Por su parte, Eugenio ha logrado que Fede acepte quedar con él y, al menos, puede entregarle un dinero para su madre enferma. “Sé que me merezco tu desprecio. Me fui dejando solo a un crío. Ahora, solo quiero que cojas esto y no digas quién te lo ha dado”, le dice.
A Luisita le toca vigilar a Marisol y hablando de amor le confiesa lo que verdaderamente piensa: “¿Sabes por qué no puedo volver con Amelia? Creo que hemos pasado del amor a la adicción”. Su hermana la anima a ir a verla para aclararlo. “Imposible, no puedo dejarte sola”., afirma. Sin embargo, termina convenciéndola. “Vete. Me agobio todo el día con gente. Estaré en el sofá viendo la tele”, miente.
Guillermo decide ocupar su cabeza preparando un mitin político a favor de la libertad. Mientras, Lourdes queda con David para que no se haga ilusiones.
“Quiero estar sola. Desconfío de los hombres desde que me casé con un príncipe que resultó ser una rana”, explica al abogado, que asegura comprender sus sentimientos.
Entre tanto, Sofía agradece a Justo que haya aceptado la defensa de su novio aún sabiendo que el barrio va a echársele encima. “Hay cosas que se hacen por instinto y me he dado cuenta de que Curtis no es culpable. Mi ética profesional me obliga a defenderl,o a pesar de que sea una medida impopular”, explica.
Tanto la camarera como Jose se ofrecen a ayudarlo en lo que sea para lograr desenmascarar a la verdadera traficante, Sabela: “Los tres podemos detenerla”.
Amelia convoca una reunión en el King’s para hablar abiertamente de la homosexualidad, pero eso trae consecuencias para las dueñas del local que se debaten entre parar estar charlas o continuar haciéndolas.
Ha llegado el momento que Marina tanto anhelaba: con un trabajo estable puede independizarse, aunque debe buscar una compañera de piso. “Por ahora es imposible que pueda pagar algo sola”, explica a Mateo. “Puedo ayudarte con la mudanza”, contesta. Fede
también se ofrece y cuenta a sus amigos que ha accedido a llevar a Eugenio a que se reencuentre con su esposa: “En el fondo, mi madre sigue pensando en él. Lo quiere”.
Cuando Luisita regresa a casa solo está Manolín y no hay ni rastro de Marisol. “Te advertimos de lo que podía pasar. Eres una irresponsable”, se enfada Marce.
Por suerte, la joven aparece antes de lo previsto y, en lugar de regañarla, su familia la arropa. “Lo más importante para todos es que estés aquí, sana y salva. Estamos contigo”, la abraza Manolita.
“Eso. Todos a una como en Fuenteovejuna”, remata Pelayo, emocionado. Sin embargo, Marisol está hundida: “Gracias, sin vosotros no podría conseguirlo. Os necesito”.
Por un descuido de Armando, Mateo escucha cómo explica a Acuña que lo que más le motiva a reconciliarse con sus hijos es que no le echen del partido político. Inmediatamente, se lo cuenta a Lourdes: “Es deleznable. Solo le importa su carrera política”. Oportuna, Irene se presenta con la única intención de sacar información a sus sobrinos para informar a su amante.
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