Un hotel de diseño, abierto para que los médicos puedan descansar: la iniciativa del chef David Andrés

“Es todo muy duro porque cuando oyes hablar de víctimas en el mundo te quedas con el número, pero aquí, en una ciudad pequeña, los fallecidos son amigos o conocidos; y esta semana están muriendo 10 personas cada día”, nos cuenta el chef David Andrés por teléfono desde su casa de Igualada, la primera ciudad a ser confinada en España (dos días antes del Estado de Alarma generalizado) que ostenta una de las más altas tasas de mortalidad. Un brote virulento en un hospital que implicó un alto contagio de sanitarios y expandió rápidamente el virus en esta localidad interior de 40.000 habitantes, situada a 70 kilómetros de Barcelona.

El confinamiento extremo (con policía en la carretera, nadie entra o sale a no ser que esté empadronado) abarca un área de 4 municipios donde viven 65.000 personas, entre las que están la consellera de Empresa Àngels Chacón y la familia de la responsable de Sanidad, Alba Vergés, a quién se le escaparon las lágrimas pensando en sus niños (Nil y Anhel) y en su marido en la comparecencia en la que avisaba del cierre de Igualada. El número de defunciones es ya de 67.

Competitivo, amable y trabajador incansable, el joven cocinero, de 32 años, es una de las grandes promesas de la alta gastronomía. Dirige las cocinas de uno de los mejores restaurantes barceloneses, el histórico Via Veneto, después de haber sido durante años mano derecha de Jordi Cruz en Àbac, pero siempre se ha sentido muy implicado con la ciudad donde nació y creció, y por ello creó allí su propio restaurante en 2014, Somiatruites, literalmente ‘soñador de tortillas’, que en castellano sería algo así como ‘alma de cántaro’.

En el mismo edificio y con el mismo nombre abrió junto a su hermano Xavier hace un año un hotel boutique de siete habitaciones que ahora ha cedido a Igualada para que dispongan de su uso.“Se ha decidido que lo ocupen médicos que acaban su jornada en el hospital y no tienen tiempo de llegar a casa o no quieren correr el riesgo de poder infectar a su familia, está todo completo”, explica. La situación es compleja. De los 560 positivos por coronavirus en la comarca, en estos momentos unos 132 son sanitarios.

Un hoteladaptado a un barrio de curtidores

El establecimiento es pequeño, pero muy sofisticado tecnológicamente, por lo que casi no necesita personal: “Lo tenemos todo informatizado, las puertas se abren con códigos informáticos y los clientes no nos necesitan”, nos explica el chef que confió en su hermano arquitecto Xavier el diseño y la obra del edificio, totalmente sostenible (“está todo muy pensado, hasta tenemos un huerto en el tejado del que se abastece el restaurante y es un aislante térmico”) y adaptada al entorno.

El entorno es el barrio del Rec, la zona por donde transcurre una acequia donde se encuentran las fábricas y talleres de curtidos de una ciudad con gran tradición textil y peletera (en los años 70 se extendió en gran manera el género de punto), que quedó muy afectada por la última gran crisis económica. El barrio, que tiene todo el encanto de los rincones con historia industrial, estuvo a punto de desaparecer, y para evitarlo surgieron iniciativas ciudadanas, como el festival REC.0 Stores, que dos veces al año concentra el máximo número de tiendas efímeras de ropa del sur de Europa, y reúne más de 120.000 personas en cuatro días. La edición de mayo se ha suspendido.

Una clientela de ejecutivos de firmas de alta gama

David quiso ayudar a su barrio con un restaurante informal de precio asequible, aunque su sabrosa propuesta, ahora dirigida por su mujer Zhao Mengxin, conjuga con éxito tradición con modernidad y está seleccionada en la categoría de Big Gourmand por la guía Michelin.Lo estableció en una antigua curtidoría que Xavier Andrés rehabilitó destacando la piedra rústica, colocando pieles colgando del techo y usando madera de la zona.Una estética que se repite en el hotel, aunque éste tiene vocación de alta arquitectura con un concepto abstracto sin dejar de ser confortable, donde las habitaciones son más una sala de estar que un dormitorio. Las camas se esconden de día para dejar espacio libre para el ocio.

Entre sus usuarios habituales hay ejecutivos de firmas francesas e italianas de alta gama (como Hermès, Ferrari o Louis Vuitton) que visitan Igualada para adquirir piel de calidad, ya que la ciudad se está posicionando en las rutas del sourcing de proximidad. E incluso de otros sectores. “Lo teníamos siempre completo, últimamente la ciudad había remontado, y nuestro barrio estaba en un buen momento”, explica David, que al principio del confinamiento intentó servir comida a domicilio pero renunció a la iniciativa para evitar riesgos.

En casa con un bebé de dos meses

El cocinero, que salió a toda velocidad del restaurante Via Veneto en cuanto se decretó el cierre de Igualada para refugiarse en su casa, (muy cerca del restaurante), aprovecha este tiempo de relax forzado para disfrutar de su estrenada paternidad. David se casó el verano de 2018 con la chef Zhou Mengxin, de 29 años, a quién conoció compartiendo los fogones de Àbac, y hace dos meses nació Xan (“le pusimos así porque tiene un abuelo llamado Chan y se parece al nombre catalán Jan”), que los mantiene muy distraídos todo el día.

David, que jugaba con la selección española de hockey hasta que con 21 años cambió el deporte por la cocina,fue elegido uno de los 10 jóvenes menores de 30 años con más futuro e influencia de la revista Forbes a nivel europeo (el primero en la categoría Arte) en 2017, y ha sido dos veces finalista del concurso San Pellegrino Young Chef a nivel mundial en los años 2015 y 2016,después de ganar la final española. Mengxin, que también se presentó al prestigioso concurso en esta edición con un plato llamado La Trucha Schubert, fue escogida la mejor chef del Fòrum Gastronòmic de Barcelona el pasado noviembre.

“La verdad es que estamos viviendo con la angustia del coronavirus desde hace tiempo porque los padres de Xin (así llama a Mengxin) viven en una región china próxima a Vietnam”, nos cuenta el cocinero y añade que sus suegros todavía no han podido conocer al pequeño. Admira cómo se está gestionando la crisis en el gigante asiático, “porque ellos no tenían ni idea de a qué se enfrentaban. En cambio, cuando llegó aquí ya había información yaún así, como sociedad, nos ha costado entender que esto no es ninguna broma”.

Isabel Esteve y las mascarillas inesperadas

También Isabel Esteve, directora creativa de Sita Murt, firma de moda fundada en Igualada en 1924 que hoy en día vende a nivel global, tomó conciencia muy pronto de la gravedad del problema. “Al darse un brote tan violento en Igualada cuando nadie lo esperaba enseguida nos invadió el miedo a salir a la calle, creo que mucho antes que en Madrid o Barcelona”, cuenta a Vanity Fair por teléfono desde su casa en el centro de la ciudad, que comparte con su marido y sus tres hijos, el mismo día en que el alcalde, Marc Castells, reclama más tests rápidos para “conseguir una radiografía exacta de la situación”.

Además, a Isabel, ya la venía avisando su proveedor chino desde hacía dos meses de una manera bastante curiosa. “En enero llegó el paquete de ropa que enviaba y entre las prendas aparecieron 200 mascarillas que nos había conseguido por si las necesitábamos, y a nosotros nos sorprendió pero se lo agradecimos, ¡todavía estábamos muy lejos de lo que está pasando ahora!”.

Isabel cedió las mascarillas a su vecina, directora de un CAP y ahora también médico en el hospital afectado, y ésta las distribuyó entre el personal sanitario, “que me comentó que estaba bastante desprotegido”. Ante el éxito, Isabel le pidió más a su colaborador, y le han ido llegando unas 300, que han seguido el mismo camino. “Ante la grave situación actual le hemos solicitado que compre 1.000 o 2.000 que pagará Sita Murt, pero por ahora solo ha conseguido 200 más. No es nada fácil encontrarlas”. La empresa también donará el 10% de sus ventas a la iniciativa contra el coronavirus #Yomecorono de la Fundació Lluita contra la Sida.

Isabel Esteve describe su ciudad como un lugar fantasma (“tan solo ves entrar alguien de vez en cuando en el estanco o en el súper con mascarilla”), y la crisis ya le ha afectado a nivel personal, con la pérdida de su suegro, de 85 años, que fue un tintorero de hilos muy conocido en Igualada: “Estaba muy bien físicamente, pero no ha resistido al virus”. El problema se agrava porque el deceso se produjo en un hospital de Barcelona.

Isabel trabaja como puede desde casa con su equipo de diseño conectado por Internet. Está preocupada por las consecuencias económicas que acarreará el coronavirus a una población con muchos pequeños autónomos, de todo tipo. “El sector del textil había unido fuerzas para promocionarse y estaba remontando dando trabajo a tejedores, talleres de confección, de plancha…”.

Fuente: Leer Artículo Completo