«A qué vida te he traído. ¿Me perdonarás alguna vez?» Esa es la desgarradora pregunta que Waad al-Kateab le hace a su hija recién nacida en Para Sama, el film que podría llevarse el premio a mejor documental en la próxima edición de los Oscar. ¿Cómo puede una madre preguntar algo así a su bebé. Rebobinemos. Waad al-Kateab era una estudiante de marketing en la Universidad de Alepo. Como tantos jóvenes en su país, soñaba con la libertad, algo difícil en Siria, donde desde el golpe de estado de 1970 el poder ha sido ejercido por miembros de la familia Asad, primero el general Hafez al-Asad, al que siguió su hijo Bashar al-Asad, actual presidente. La desigualdad económica, una persistente sequía y los vientos de cambio de la Primavera Árabe se combinaron para animar a la gente a salir a la calle a pedir reformas y democracia. En marzo de 2011 comenzaron las revueltas, duramente reprimidas y que condujeron a una cruenta guerra que ha asolado el país desde entonces. Un conflicto que aún no ha acabado. Según denuncia la organización médica UOSSM, una de las pocas que quedan en el terreno, la situación sanitaria y humanitaria es catastrófica. En Para Sama, Waad al-Kateab cuenta la guerra a su hija, le muestra lo que pasaba en su país y trata de hacerle comprender -y a todos los espectadores con ella- el horror de la guerra y la soledad de quienes lucharon por la libertad. Esta impactante película se podrá ver en marzo en Movistar+.
Durante cinco años, Waad al-Kateab grabó la destrucción de la ciudad, pero también el día a día de sus habitantes. Comenzó a filmar en un teléfono móvil y, como sus reportajes se comenzaron a hacer populares y se emitieron en medios británicos, pudo optar a un equipo más profesional. En aquellos años, en la película muestra como se enamoró de su amigo Hamza, un médico que opera entre bombas y está comprometido con la revolución. La pareja se casa y, mientras ella no para de rodar para mostrar al mundo lo que estaba pasando el Siria, él no deja de operar. Ella rodó más de 500 horas. Él hizo más de 890 operaciones en apenas 20 días, en un hospital bombardeado, entre escombros a veces. Buscando edificios vacíos a los que trasladar a los enfermos para que “las fuerzas del régimen y los rusos” no supieran de su existencia y no los pudieran bombardear. Porque en la guerra siria los hospitales eran un objetivo y los niños, como queda claro en el filme, también. Waad al-Kateab no tiene pudor a la hora de grabar los niños muertos y heridos. Niños y niñas cubiertos de polvo de los edificios destruidos, polvo que se mezcla con su sangre y sus lágrimas. Niños y niñas que llaman a padres y madres que quizá ya no estén. Menores solos porque perdieron a sus progenitores, que sobreviven y se cuidan unos a otros porque no tienen a nadie más. Waad al-Kateab los graba a todos pero lo hace, eso sí, con tanta ternura y respeto como con la que graba a su hija, nacida en el asedio de Alepo por parte del régimen sirio y las fuerzas rusas. Sama es una recién nacida preciosa. Su madre le dice “eres especial Sama, nunca lloras, parece que supieras”. Y así es. “Sama no lloras como lo haría un bebé normal”, dice su madre, la realizadora, “y eso me rompe el corazón”. En los ojos oscuros de esta niña menuda y seria se ve la profundidad del dolor de todo un pueblo. Hay un momento crítico, el hospital está siendo bombardeado y la pequeña Sama está dentro. Difícil imaginar un mayor horror, un miedo más grande que el de su madre corriendo a buscarla entre el polvo gris de los cascotes que caen, entre el ruido de las bombas. Pero Sama también es paz. Sama y sus pequeñas sonrisas, creciendo en la pantalla mientras en sus ojos oscuros y su inusitada seriedad se refleja una guerra que nos acusa muda desde su mirada pura. Pero Sama es también una niña, que a veces se engancha a la cámara muerta de risa y otras veces se asusta al escuchar las bombas, aunque en seguida su padre la hace reír jugando con una mascarilla; detrás resuenan los misiles impactando en tierra.
Durante esos cinco años de guerra, el trabajo de Waad al-Kateab se hizo popular. Sus reportajes para el canal británico Channel 4 titulados ‘Inside Aleppo’ mostraban la crisis humanitaria. Sin embargo, ella llega a preguntarse si servían para algo. ”Millones de personas han visto mis reportajes en Internet, pero nadie ha hecho nada para parar al régimen”, se lamenta la realizadora. La joven cineasta vive refugiada en el Reino Unido con su familia, su marido Hamza, la pequeña Sama y su hermana menor, Taima, nacida justo tras salir de Alepo, donde permanecieron hasta el final del asedio. Waad al-Khateab necesitó dos años para poder controlar el dolor de la pérdida, de haber tenido que abandonarlo todo. Tanto sacrificio, el de tantas personas, por una libertad que se les escapó. Sin embargo, ha encontrado el modo de focalizar ese dolor en Para Sama. Junto al realizador británico Edward Watts, con quien firma la película, comenzaron una intensa labor de montaje hasta convertirla en la que quizá sea la mejor denuncia de la guerra de siria, tanto de las bombas del régimen y de las fuerzas rusas, como de la impasibilidad del resto del mundo. Ambos realizadores han reconocido que tuvieron que hacer un segundo montaje porque el primero era demasiado desgarrador. Tras casi nueve años de conflicto, la guerra en Siria se ha cobrado más de 380.000 muertos, 115.000 de los cuales son civiles, según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos (OSDH). De ellos, 22.000 son niños y niñas y 13.000 mujeres.
Entre la crítica de cine hollywoodense, el documental Para Sama es la apuesta favorita en todas las quinielas para llevarse el premio a mejor documental en la próxima edición de los Oscar el 10 de febrero. Pero no solo ha fascinado en Estados Unidos. Para Sama ya ha conseguido llevarse el galardón a mejor documental europeo en los Premios del Cine Europeo y cuatro premios en los BIFA, los premios del cine independiente británico, incluyendo el de a mejor película. También ha enamorado en los BAFTA, en los que ha batido récords al convertirse en el documental con más nominaciones en toda la historia de los prestigiosos galardones británicos. Nada menos que en cuatro categorías: mejor película británica, mejor debut de un guionista, director o productor británico, mejor documental y mejor película de habla no inglesa, apartado en el que compite con ‘Dolor y gloria’, de Pedro Almodóvar y ‘Parásitos’, de Bong Joon-ho. Los premios se entregarán el próximo 2 de febrero en el Royal Albert Hall de Londres. “Esperamos que ‘Para Sama’ le de a quienes la vean una idea de la brutal represión y crisis humanitaria en Siria que continúa hasta nuestros días”, dijo Waad al-Kateab tras conocer las nominaciones a los BAFTA. Además, contó que Sama, que ahora tiene 4 años, está muy alta para su edad y es una niña normal, que habla mucho. Si todo va bien, la pequeña Sama acompañara a su madre a la entrega de los Oscar el próximo 9 de febrero en Hollywood. Y, quizá, ambas vuelvan con la estatuilla que puede ayudar a que este documental se vea en todo el mundo y no olvidemos que en Siria la guerra no ha acabado.
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