Wall Street para la generación Z: así es Industry, la nueva serie de Lena Dunham que llega el 10 de noviembre a HBO

“El dinero es una puta que se acuesta contigo pero nunca duerme”. Lo decía Michael Douglas en la película Wall Street, y millones de jóvenes que ahorraban para sus MBA y soñaban con trabajar en bolsa asentían entusiasmados. 30 años después, los tiempos han cambiado, pero la ambición y el conflicto entre el sendero del éxito y el de la moral siguen fascinándonos. Esos son los dos ingredientes principales de Industry (estreno: 10 de noviembre), la serie que Lena Dunham produce, amadrina y (en parte) dirige para HBO y que sigue a un grupo de empleados novatos de un banco londinense, en plena carrera para conseguir uno de los escasos puestos de trabajo destinados a los mejores. Un retelling del capitalismo salvaje de los años 80, pasado por el tamiz (más diverso, con más conciencia de género y menos fe en la meritocracia) de la filosofía de la generación Z, a la que pertenecen los personajes… y los creadores de la serie, Mickey Down y Konrad Kay.

Lena Dunham se nos hace mayor. Después de Girls, su crónica millennial sobre el paso de la adolescencia (prolongada hasta el límite) a la edad adulta, pinchó con Camping, un análisis de las relaciones sociales, amorosas y amistosas centrada en un grupo de excursionistas. Y ahora se vuelve hacia la generación más joven y produce Industry, su segunda serie británica, con la que quiere volver a triunfar… centrada, precisamente, en un grupo de jóvenes ambiciosos que buscan el éxito por encima de todo.

Ambientada en Londres justo después de la crisis de 2008, Industry ha sido creada por los debutantes Mickey Down y Konrad Kay (que se han pasado del mercado financiero al audiovisual para ficcionar su experiencia laboral). La trama sigue a cinco jóvenes que acaban de conseguir trabajo en un prestigioso banco londinense de inversiones: Myha’la Herrold (a la que ya vimos en Modern Love), Conor MacNeill(La caza), Marisa Abela, Harry Lawtey (Carta al rey) y Nabhaan Rizwan (1917). Los cinco protagonistas saben que no habrá trabajo para todos, de modo que las zancadillas conviven con los enredos amorosos y sexuales, la tensión (y las drogas para atenuarla) y las fiestas, que son veinteañeros en la flor de la vida… y saben que con una copa por delante es como se forjan las relaciones laborales.

El concepto, por supuesto, nos recuerda a Wall Street (y también un poco a Anatomía de Grey y esa fruición por hacer méritos y lograr entrar en quirófano de la mano del médico prestigioso de turno). Pero no estamos en los 80, sino en 2020, y la cultura empresarial es ligeramente diferente. Para empezar, las chicas son algo más que mujeres florero con una profesión decorativa y un conflicto de lealtades entre sus amantes de ayer y de hoy (sí, nos referimos a Daryl Hannah, que encarnaba al único personaje femenino reseñable de Wall Street, interiorista y novia… y ganadora del Razzie a la peor secundaria del año). Harper (Myha’la Herrold), un personaje femenino, racializado, extranjero y de clase humilde, es quien lleva el peso de la perspectiva en esta miniserie de ocho episodios.

Ella y Yasmin (Marisa Abela), una chica de clase alta, pero igualmente en conflicto por otros motivos, se enfrentan a la cultura heteropatriarcal de la city con empoderamiento y angustia a la vez, y afrontan sus tensiones sexuales con sus compañeros con un extra de amor al peligro por las políticas empresariales posteriores al #MeToo (aunque, oficialmente, Industry sucede años antes de la explosión del caso Weinstein y sus planetarios efectos colaterales).

La serie también aspira a ser mucho más diversa que la caucásica y heterosexual Wall Street, y aborda conflictos de orientación sexual, clase, género y raza, mientras vemos a los cinco talentosos protagonistas correr con todas sus fuerzas, intentando demostrarse más inteligentes, más capaces, más esforzados y más ingeniosos que sus amigos y competidores. Sin embargo (y ahí es donde está la vuelta de tuerca Dunham y la diferencia con las películas de brokers de los 80), el secreto del éxito no está en el esfuerzo personal, como cree alguno de los ingenuos personajes: puedes trabajar sin descanso, tener un cerebro brillante y una pasión a prueba de distracciones: aun así, los privilegios (económicos, de raza, de género) siempre darán ventaja a unos pocos y te obligarán a hacer trampas para ganar: la meritocracia, aprenden los protagonistas, no existe; y ese descubrimiento les aboca a una crisis existencial en la que puede reconocerse toda la generación Z. Un enfoque amargo y actual sobre el capitalismo salvaje que podría convertirse en el próximo éxito de la mordaz y desencantada Lena Dunham. Lo sabremos a partir del 10 de noviembre.

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