Ángela González se lanzó en plena crisis, en 2013 a cumplir su sueño. Siendo directiva de una gran empresa, abandonó su trabajo de forma voluntaria para emprender. Durante muchos años estuvo dirigiendo la sección de diseño infantil de Carrefour y fue allí donde lo aprendió todo. Su proyecto empezó de la forma más humilde, desde su propia casa y con ella misma dirigiendo todo el proceso, algo que siempre tuvo claro es que su nueva aventura tendría el sello ‘Made in Spain’ o no sería.
Seis años después, Cotton Crown es una firma más que asentada en el mercado español. Hacemos balance de la evolución de esta pequeña marca con su fundadora, Ángela González, y la primera reflexión tiene que ver con aquellos comienzos: “la verdad es que en los inicios no era muy consciente del alcance que podía llegar a tener el proyecto. Cuando has trabajado en una multinacional, con equipos muy profesionales y de repente estás prácticamente sola al frente de todo, sientes algo de vértigo… Tenía bastante incertidumbre y el momento era complicado. Hoy, viendo las cosas con perspectiva, creo que cualquier proyecto soñado, con las herramientas oportunas y mucho esfuerzo, puede ser una realidad”, nos cuenta.
Su marca se hizo viral gracias sus biquinis. Sencillas prendas de buen algodón con estampados y teñidos originales que en seguida se convirtieron en los favoritos de famosas de todas las edades y estilos, desde Ana Boyer, Sara Carbonero, Eugenia Silvia, Marta González, Casilda Finat o Astrid Klisans entre otras.
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“Tengo claro que su éxito radica en la combinación de dos elementos”, declara, “el primero es que sean atractivos, con diseños y colores o estampados originales. La prenda tiene que enamorar. Intento cuidar mucho el producto, la primera impresión es fundamental. Tras el flechazo, viene la ‘prueba de fuego’, el segundo elemento y casi más importante, el patrón de la prenda. Soy muy perfeccionista en cuanto al fitting, en cómo queda la prenda cuando te la pones… No doy el OK a las producciones hasta que yo percibo que el prototipo inicial está perfecto. Esto exige mucha dedicación pero en el caso de los trajes de baño me parece superimportante. Cuando nos situamos frente al espejo, nos tenemos que gustar y cuanto más favorecida te veas, mayor sensación de seguridad tendrás”. Sus estampados son creados para cada colección y registrados y se hacen sobre la prenda y no sobre el rollo de tela sin cortar, una forma más costosa de producción pero que genera un efecto ‘vintage’ mucho más original.
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En esta nueva colección de invierno, quiere vestir a una mujer con sentido práctico, con trajes de chaqueta que sirven para cualquier ocasión, más o menos formal, “ya no existe un estereotipo de ropa para la oficina o para el ocio, cada vez se solapan más… tendemos a la practicidad”, apunta. Es una colección más corta que introduce detalles en glitter porque “aportan un toque distinto, especial, algo más sofisticado…”.
Aunque la fundadora de Cotton Crown se considera más empresaria que creadora, ella controla todo el proceso y en cuanto al diseño: “Siempre digo que soy muy anárquica en cuanto a mi concepto de la moda. Sigo las tendencias a mi manera. Si alguna tendencia es demasiado agresiva, o a mí me parece poco favorecedora, no dudo en dejarla de lado”. Apuestan por el ‘slow fashion’, sus procesos de producción no dañan el medio ambiente y uno de sus objetivos es conseguir una “producción y consumo responsables”, algo que como se ve no está reñido con el buen gusto.
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Sus objetivos para el 2020 son reforzar la plataforma de venta online pero manteniéndose fiel a sus principios pues considera que estamos un momento de crisis del consumo en general, con “hábitos nuevos de compras online, continuos descuentos que ‘malacostumbran’ al consumidor, implantación en el mercado de colecciones masivas de orígenes asiáticos que poco aportan pero ofrecen mucha rotación a precios muy bajos”. Algo que a su entender solo se puede combatir con un producto muy cuidado, desde la puesta en escena de la tienda física u online, hasta el packaging o la comunicación.
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