El vestido slip, el vestido combinado, el vestido desnudo. Hemos perdido la cuenta de los vestidos que son tendencia hoy gracias a Kate Moss en los 90. Eso, sin contar vaqueros o faldas. Cuando decimos de la anti-modelo que es el máximo referente de estilo de toda la generación que asistió a la disgregación del olimpo de las tops, nos referimos precisamente a su capacidad para poner de moda hasta la prenda más sencilla que, colocada sobre su cuerpo, siempre parece haber sido escogida de la silla de la ropa como por arte de un afortunado azar. Con una casualidad tan bien resuelta que ya quisieran muchas para sus estilismos deliberadamente despreocupados. Da lo mismo unas botas de lluvia Wellington que el vestido camisón que inventó para poder dejarse caer de la cama a los clubes nocturnos, y viceversa, sin tan siquiera peinarse.
Su nombre siempre irá estrechamente ligado a este tipo de vestidos rectos, minimalistas, satinados con fínisimos tirantes espagueti a juego con las sandalias. Esos que, si se descuida (o mejor dicho: cuando se descuida), dejan ver ese lunar que casi roza los límites de la censura de Instagram. Aún más Moss son los vestidos bohemios con los que siempre le ha gustado pasear por Ibiza y Saint Tropez. En una ocasión le dijo a una chica: "me encanta tu vestido" y aquel simple comentario que podría haber acabado como cualquier historia de aseos de mujeres, en la amistad más efímera que existe, se convirtió en leyenda. Algunas tampoco hemos podido olvidar los amplios caftanes de sus jornadas en la playa. Los hemos visto más hippies y más sofisticados, verano tras verano. Desde que estaba embarazada de Lila Grace hasta el año pasado. Y esta semana… en Mango.
Contra todo pronóstico, uno de los vestidos que más ha llevado Kate Moss desde los 20 (y pico) hasta los 40 (y cinco, que tenía el verano pasado) no es lencero ni satinado. Ni siquiera es minimalista. Es largo, es amplio y es ROSA. Tan edulcorado como los que florecían hace unas semanas en H&M solo que con la irreverencia que ella le da a todo cuanto (se) pone de moda. Ya puede ser un vestido con flores de tul en una falda de vuelo de Isaac Mizrahi como una túnica de La jolie fille que en ella nada puede resultar cursi.
El vestido rosa a los 20 (y pico)
Exagerado, dramático, ostentoso e hiperfemenino. Con labios rojos y zapatitos rosas. ¿Y por qué no?
El vestido rosa a los 40 (y pico)
Amplio, cómodo, reposadamente elegante. Para llevar con sandalias planas desde la salida hasta la puesta de sol.
El vestido rosa hasta los 60→
© Cortesía de Mango
Estos son los 7 vestidos de Mango que puedes comprar a los 20, a los 30 y a los 40 y seguir llevando hasta los 60. Y si no que le pregunten a la que más sabe de moda y esa es Moss.
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