Aunque el año pasado las faldas plisadas vivieron su momento dorado y se postularon como una de las prendas más tendencia del verano, llevan tanto tiempo en la moda que casi cuesta recordar cuándo se pusieron en primera plana. Quizás fue hace ya casi un lustro, cuando las faldas plisadas en tonos metalizados se alzaron como tendencia, o cuando inundaron todas las pasarelas hace unas pocas temporadas e incluso cuando regresaron el pasado otoño reconvertidas por completo vistiéndose de cuero y piel.
Lo cierto, es que las faldas plisadas nunca se han ido, tan solo han variado de largo, color y tejido. Este año, por ejemplo, después de conquistar el largo midi y colarse en todos los vestidores, las faldas de tablas acortan distancias y se sitúan por encima de la rodilla, reforzando su carácter de uniforme y recordando inevitablemente a las faldas que protagonizaban los uniformes de las tenistas hace unas cuantas décadas.
Estas faldas de marcado ADN deportivo salen ahora a la calle, creando un perfecto equilibro entre la corriente sporty y los looks preppy. Por supuesto, se llevan en la clave más millennial posible, con calcetines altos y zapatillas deportivas estilo dad sneakers. Asimismo, una de las apuestas más recurrentes de las expertas en estilo es lucirlas con polos y combinando el color de la propia falda con el de los calcetines y las deportivas.
Lady Di, la mejor inspiración
Una vez más, la que fuera princesa de Gales se convierte en la mejor inspiración de esta tendencia gracias al look que llevó en 1988 cuando acudió al Vanderbilt Racquet Club de Londres con motivo de la inauguración de la oficina europea de la Asociación de tenis femenino internacional.
¡Lo quiero!
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