No tenemos una idea certera que explique la motivación; y hasta que la casa real inglesa lo certifique -ojalá- será solo una intuición. Sin embargo, si un sentido tenemos plenamente desarrollado es el sexto, el de las corazonadas y el sentido común, el que hace que, como le pasaba a la protagonista de Embrujada en los 60, nuestra nariz se mueva como por arte de magia. Nos pasó hace dos meses por primera vez y desde entonces ocurre lo mismo con cada fotografía suya; la última, la de ayer, cuando vimos a Camilla de Cornualles en un acto público en Londres y los medios de comunicación captaron cada gesto, cada palabra y cada prenda de su look.
Siempre en un segundo plano, siempre alejada de la polémica una vez superado su noviazgo con el Príncipe Carlos y su boda después, Camilla siempre sonríe, parece que todo le va bien y de otoño a invierno siempre lleva las mismas botas en tendencia con todos, todos, todos sus estilismos. Complicaciones las justas. A poder ser ninguna.
© Getty Images. Ilustración Mar Lorenzo.
Para ir a una recepción real. Para visitar junto a Carlos, Kate Middleton y el Príncipe Guillermo un centro de rehabilitación o uno de trabajo. Para pasearse junto a su familia por un mercado en Leicester o ir a misa un domingo por la mañana. Para bailar con un grupo de voluntarios en cualquier otra ciudad de Reino Unido. Para todo.
© Cortesía Stuart Weitzman
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