“En un partido de tenis, hay momentos en que la pelota golpea en el borde de la red y durante una fracción de segundo puede caer adelante o hacia atrás. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas, o no lo hace y pierdes”. Match Point habla del azar, también de la duda y de las oportunidades en la vida. El director emplea la metáfora del deporte como lo hacemos el resto a diario, para ilustrar nuestras victorias y nuestras derrotas, para comparar nuestra existencia con un terreno de juego, en el que además de esfuerzo, talento y pericia, hay un componente de casualidad, un 50% de probabilidad. Le sirve también para colocar al espectador frente a una familia adinerada y para justificar su vestuario de club de campo. En medio de toda esta impecable puesta en escena se cuela un ejemplar de Crimen y castigo en la mesilla de noche del protagonista que también deja pistas sobre el argumento de la película de Allen. Pero esa es otra historia…
En esta, lo que nos interesa es el relato que une la moda y el tenis tan estrechamente como en el diseño de vestuario de una película. Ya sea una relacionada con el deporte (La batalla de los sexos, 2017), como una que tome prestada ciertos elementos de su estética (Los Tenenbaums, 2001). O como en los años 60, cuando Adidas popularizó su primer modelo de zapatillas específicas para esta disciplina.
Fueron todo un éxito entre los jugadores que apreciaron especialmente el primer diseño del mundo con un protector para el tendón de Aquiles en la parte trasera del tobillo. En sus comienzos, fueron bautizadas en honor al tenista francés Robert Haillet que se retiró en 1971, fue entonces cuando la marca firmó un nuevo contrato con una estrella emergente: Stanley Roger Smith que jugaría hasta 5 años con el nombre de otro en sus zapatillas.
© Ilustración de Mar Lorenzo (Co imágenes de Getty y Cordon ).
Fue la diseñadora Phoebe Philo quien las subió a lo más alto de su pasarela cuando Adidas decidió relanzar su diseño estrella. La directora creativa de la casa Céline salió a saludar al final de su desfile otoño/invierno 2011 con el emblemático par con detalles en color verde y, desde ese preciso momento, no solo las zapatillas blancas volvieron a estar bien vistas, sino que las deportivas comenzaron una carrera contra los tacones que, a día de hoy, podemos dar por ganada.
Junto a ellas, otras tendencias que representan, por un lado, los años 70 de Farrah Fawcett y por otro, la estética de la clase adinerada tradicional, se entremezclan entre las propuestas para el verano de 2020 de Zara, Bershka, Pull & Bear y casi todas las tiendas del circuito comercial más allá de Inditex.
En el verano de 2020 llevaremos el niqui o polo que llevaron nuestros padres y El gran Gatsby con un jersey sobre los hombros anudado sobre el pecho, los calcetines blancos con rayas deportivas con zapatillas blancas (sí, también con vestido), los pantalones cortos deportivos favoritos de las danesas, el chaleco de punto con cuello de pico que las estilistas de Réalisation Par combinan con sus faldas estampadas, la faldita mini blanca tableada muy de Rachel y muy de tenista…
© Cortesía de & Other Stories, Monki, Bershka, Mango y Pull & Bear
Vestido abotonado con cuello polo de & Other Stories.
Falda mini blanca de tablas de Bershka.
Polo celeste acanalado y con ribetes de Monki.
Visera de paja bicolor de Mango.
Los calcetines deportivos de Pull & Bear.
Zapatillas deportivas blancas de Pull & Bear.
En el verano de 2020, la moda le habrá ganado al tenis no solo las zapatillas también estas 10 camisetas, los vestidos con cuello polo, los jerséis y los accesorios que ya están disponibles en Zara y compañía. Juego, set y partido.
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