‘Cangrejo Negro’: crítica de una de las mejores películas de acción de Netflix de 2022

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    El guionista y director Adam Berg ha realizado una nueva y emocionante visión en la adaptación de la novela de Jerker Virdborg, Black Crab. Protagonizada por Noomi Rapace, la película de acción emplea imágenes impresionantes con un material de origen tan fascinante como pertinente para el presente. El reparto está repleto de brillantes caras nuevas que el público podrá disfrutar por primera vez. En términos de acción pura, puede que Cangrejo Negro sea la primera película de 2022 que realmente ofrece algo nuevo en el género y el director de fotografía Jonas Alarik está en una buena forma. Cangrejo Negro es un poco larga, pero la película es demasiado genial para notarlo.

    Mientras Europa se fractura en una zona caliente militarizada, Caroline (Noomi Rapace) pierde a su hija en la locura y se une al nuevo ejército como medio para encontrarla. Una vez adoctrinada en el nuevo régimen, ella y otros cinco soldados deben transportar un misterioso dispositivo a través de un archipiélago helado. Debido a la guerra, deben viajar de forma encubierta por la noche. Armados con chalecos, un miembro del equipo poco fiable y armas automáticas, recorren kilómetros de río hasta llegar a su destino.

    ‘Cangrejo Negro’: crítica de la película

    El único problema real de Cangrejo Negro está en el último minuto, que socava por completo el tono que la película se esforzó por conseguir, tanto musical como visualmente. Aparte de eso, Cangrejo Negro son casi dos horas de adrenalina que están rodadas como una película de Denis Villeneuve. Los aficionados al cine se quedarán boquiabiertos ante cada plano de los actores patinando sobre hielo con rifles de asalto. Son estas escenas las que hacen que uno desee que Cangrejo Negro se estrenara en los cines para poder verlas en la gran pantalla. Alarik se superó a sí mismo con el seguimiento, los planos aéreos y los planos generales de los patinadores, que no sólo son hermosos, sino que harán que los espectadores respeten mucho más todos los demás aspectos de la película.

    La acción en Cangrejo Negro es espectacular. Incluso los momentos que todos los espectadores verán venir son un poco mejores gracias a ello. Ya sea en las escenas en las que hay una pistola debajo de la mesa o en el terror a que se rompa el hielo, Alarik y Berg trabajan juntos para elevar lo mundano hasta convertirlo en extraordinario. La película engaña al espectador haciéndole creer que las mejores partes son cualquier toma sobre el hielo. Sin embargo, los espectadores se emocionarán cuando los personajes lleguen a la nieve, con los malos vestidos de blanco y las granadas volando a diestro y siniestro.

    El subtexto de Cangrejo Negro es, como mínimo, intenso. La película sueca muestra una Europa en guerra, en la que uno de los bandos lleva un arma biológica. Golpear cerca de casa sería un eufemismo. Dicho esto, la película es también una película de acción en la que la protagonista busca a su hija. Parece una película que el público ha visto antes, con ambiciones pretenciosas en el mejor de los casos. Sin embargo, es precisamente este dispositivo argumental el que fundamenta la película. En ningún momento parece una película que intente provocar una respuesta política. Al mismo tiempo, el personaje de Rapace no sostiene la trama con constantes historias de su hija. Con flashbacks muy seguros que muestran y no cuentan, Berg ofrece la cantidad justa de historia. En todo caso, Cangrejo Negro dejará a uno con ganas de más de los personajes que rodean a Rapace. No es porque estén necesariamente infrautilizados, sino porque el universo parece muy vivido.

    Cangrejo Negro es una de las mejores películas de acción del año hasta ahora. Mercenarios en el hielo, vista a través del objetivo del supertalentoso Jonas Alarik, no hace justicia a esta película. La dirección de Adam Berg lleva a todo tipo de altercados con armas a medida que la película se intensifica. El reparto es a prueba de balas y Rapace está más que a gusto en este papel. Hay que dar crédito a Virdborg por concebir la improbable noción de asesinos que patinan sobre hielo, lo que da a la película la emoción que necesita.


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