Por qué ‘Gente ansiosa’ debería ser tu primera serie para ver en Netflix

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    Aunque todas las miradas estarán puestas en el último intento de Disney de sacar hasta el último dólar del universo de Star Wars, El libro de Boba Fett no es la única nueva serie en streaming que se estrena en esa desorientadora pausa entre Navidad y Año Nuevo. De hecho, para los fans del exitoso autor sueco Fredrik Backman, Gente ansiosa (Netflix, 29 de diciembre) es una perspectiva mucho más emocionante que cualquier caza de recompensas intergaláctica. Y a diferencia del primero de los dos spinoffs de The Mandalorian, la serie entera puede consumirse antes de los primeros gritos de «Auld Lang Syne».

    Es justo decir que las anteriores adaptaciones a la pantalla de la obra de Backman han dejado el listón muy alto. Basada en su conmovedora primera novela, Un hombre llamado Ove recibió una nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa (Tom Hanks también protagonizará un remake en inglés), mientras que la miniserie Beartown, decididamente más fría, que se emitió en HBO a principios de este año, fue aclamada como la respuesta escandinava a Friday Night Lights.

    Con su oscura vena cómica y la celebración de improbables conexiones humanas, las seis partes de Gente ansiosa se acercan mucho más al tono de la primera historia de viudos cascarrabias. Pero es el intrigante misterio central, inspirado en un día de búsqueda exhaustiva de apartamentos en la vida real, lo que atraerá a aquellos que no estén familiarizados con el estilo de Backman.

    ‘Gente ansiosa’: argumento

    La trama gira en torno a un asaltante enmascarado que, mientras huye de la policía -tras haber intentado atracar un banco sin efectivo por una cantidad de dinero concreta e inusualmente modesta-, tropieza con una casa abierta. Sin decir una palabra, el delincuente aficionado desencadena una situación de rehenes extrañamente relajada: al variopinto grupo de potenciales compradores de casas se les permite incluso hacer algo de comer antes de ser liberados. Pero cuando la policía entra en el edificio, el delincuente parece haber desaparecido en el aire. Igual de extraño es que los testigos parezcan confundidos o reacios a dar mucha información sobre lo que ocurrió durante su «calvario».

    La guionista Camila Ahlgren (The Bridge) y el director Felix Herngren (Bonus Family) van reconstruyendo poco a poco las cosas utilizando el enfoque Rashomon, con cada episodio de media hora visto a través de la lente de una parte diferente, todos los cuales tienen al menos un esqueleto en el armario. Hay nidos vacíos infelizmente casados que llenan el vacío en sus vidas comprando casas, una pareja gay que ha decidido que el momento perfecto para comprar una propiedad es cuando una de ellas está embarazada de nueve meses y el gerente del banco que parece más interesado en las fotos en la pared que en el apartamento en sí.

    Gente ansiosa hace gala de una gran credibilidad por la facilidad con la que unos completos desconocidos se cuentan sus secretos de toda la vida, y varios de los lazos que se forman a raíz del incidente -sobre todo el que se establece entre Roger (Leif Andrée), un saco triste obsesionado con IKEA, y Ro (Petrina Solange), una futura madre aprensiva- surgen de la nada.

    Sin embargo, estas historias personales resultan más atractivas que el «qué», el «por qué» y el «cómo». De hecho, si esperas el tipo de revelación ingeniosa que Jonathan Creek estaría orgulloso de descubrir, prepárate para sentirte enormemente decepcionado. La dramedia aborda las angustias de la vida cotidiana mucho mejor que las maquinaciones de la escena del crimen.

    Esto incluye también las de Jim (Dan Ekborg) y Jack (Alfred Svensson), el equipo de policía formado por padre e hijo al que se le encomienda la tarea de negociar la primera situación de rehenes de su pequeña ciudad, y luego descifrar su desconcertante desenlace. Con un divertido corte de pelo a medio terminar («pareces un conejillo de indias que se autolesiona»), el segundo es un tenaz agente decidido a demostrar que su puesto no es puro nepotismo. El primero, sin embargo, está más preocupado por la situación de su hija drogadicta, y su enfoque ying-yang tanto de su familia como de su profesión proporciona gran parte de la tensión.

    A lo largo de la investigación, Gente ansiosa también profundiza en el trágico suicidio -presenciado por un joven Jim- en la apertura, destaca los efectos perjudiciales de la crisis financiera que ha dejado a un sospechoso viviendo en un armario y explora cómo el dolor puede dejar a otro en un constante estado de cambio de casa, con todos los temas que se revelan lentamente como interconectados.

    Si todo esto suena un poco pesado, también hay un montón de alivio cómico, y del tipo más bien perverso, también. Per Andersson es quien más se ríe en el papel de Lennart, un actor contratado para hacer bajar los precios de las casas haciéndose pasar por un «Casanova cachondo» o un «mosquetero pervertido» («Los tiempos son difíciles para la gente que trabaja en el arte», se justifica). No es un noir nórdico descarnado.

    Tampoco está a la altura de otras obras de Backman, pues carece de la calidez de Un hombre llamado Ove y de la fuerza emotiva de Ciudad de los osos. Sin embargo, si quieres pasar los últimos coletazos de 2021 dándote un atracón con el smörgåsbord de Netflix, todavía puede llenar un rincón.


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