A Veiga (Ourense) es uno de los mejores lugares de España para observar el cielo estrellado, avalado con su correspondiente certificación de la Fundación Starlight; allí se encuentra la Casa das Pedriñas, un singular palacete levantado por un minero jubilado que se inspiró en Gaudí; está muy próximo al Peña Trevinca, el pico más alto de Galicia y uno de los parajes más bellos de la región… Pero, a pesar de los esfuerzos que realizan sus habitantes para luchar contra la despoblación, tiene una de las poblaciones más envejecidas de aquella comunidad autónoma.
Por eso, Jesús Calleja tiene una nueva misión para la cuarta entrega de Volando Voy: recibir con una gran fiesta sorpresa a la familia que está a punto detomar el relevo en la gestión de una casa rural del pueblo. «No era una decisión difícil cambiar la vida de la ciudad por el pueblo. Nos gusta la vida rural porque es más pura y hay menos vanidad. La naturaleza hace a las cosas y a las personas cumplir sus funciones reales: la ropa abriga, el coche ayuda a moverse, los pocos vecinos dan alegría a la conversación», explican Natalia y Antonio, los recién llegados.
Con la complicidad del hijo adolescente de la familia, el programa prepara un vídeo sorpresa con ayuda de la gente del pueblo para proyectarlo en la cúpula del Observatorio Astronómico de A Veiga -uno de los mejores observatorios de España-, en un gran evento que supone una preinauguración para el público.
Entre los habitantes de A Veiga que participan en la sorpresa está Alba, una estudiante de Biología que creció entre animales y tiene un carácter peculiar, mezcla de modernidad y de amor por las tradiciones.
También ayuda Rosa María, una vecina de la zona que se fue a vivir a Madrid y Barcelona para darse cuenta de que donde mejor se está es en su pueblo. Rosa María creció mientras se construía la Casa das Pedriñas y la conexión que tuvo con el constructor y con sus hijas fue muy especial.
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