Podríamos pensar que como es escritor la fama que adquirió por sorpresa Alonso Guerrero por haber estado casado con Letizia Ortiz antes de convertirse en princesa de Asturias y reina de España gracias a su enlace con Felipe VI le ha venido bien, pero en realidad le ha amargado la vida. Podemos entrever parte de su malestar en, por ejemplo, este extracto de su novela El amor de Penny Robinson: “Lo que al parecer me colocaba en la picota era mi relación, en el pasado, con alguien que había empezado a interesar a todo el mundo. Tu vida se llena de personas que se presentan con la excusa de conocerte, pero en realidad vienen a arrancarte pedazos. Gente sin escrúpulos”.
La popularidad que Alonso Guerrero ha conseguido no ha sido la que él quería conseguir cuando comenzó a escribir libros en 1982. Quién le iba a decir a él que fijarse en una de sus alumnas en el Instituto Ramiro de Maeztu iba a acabar con su anonimato de por vida de la forma más radical que existe.
Nuestra actual reina Letizia y Alonso Guerrero se conocieron siendo alumna y profesor de instituto estuvieron juntos una década y casados tan solo un año, pero el morbo de que la reina hubiera estado casada antes de su compromiso real va a perseguir al escritor toda su vida.
Y es que no cabe duda de que el morbo es capaz de hacernos hasta comprar una novela para buscar entre sus líneas algo de lo que le está pasando por la cabeza a este hombre alérgico a las entrevistas, los focos y los medios de comunicación y que la única vez que ha abierto la boca ha sido para afirmar que a él nadie le ha pagado para que se calle, es que es así de discreto.
Por su última novela sabemos que es republicano y que la familia real le parece una familia como cualquier otra. Y de las escasas veces que se ha manifestado sobre sus experiencias en palacio sabemos que piensa que Felipe VI es buena persona. Pero de lo que más habla es de que está harto de que le llamen don Letizio y principito. A estas alturas debe estar deseando que inventen una máquina del tiempo y poder deshacer algunas decisiones del pasado, aunque seguramente sin esas decisiones no vendería tantos libros.
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