Antes de regresar a la Casa Blanca, Joe Biden, el presidente de EE.UU, y Jill Biden, la primera dama, -en tierras británicas con motivo de la celebración de la cumbre del G-7-, han decidido viajar al Palacio de Windsor para visitar a la Reina Isabel.
La monarca británica, que el día anterior había celebrado el tradicional Trooping the Colour, desfile que conmemora de forma oficial su cumpleaños, daba la bienvenida con honores al mandatario y su esposa en el patio central, no ha faltado el saludo militar o el himno del país norteamericano. Posteriormente ambos han disfrutado del té en el interior de la que es la residencia de la Reina tras la crisis sanitaria.
Durante la reunión, Isabel II y Jill Biden han mostrado cercanía y los gestos de complicidad, tal y como sucediera tan solo unos días antes con la duquesa de Cambridge en Cornualles, han sido evidentes.
Para la ocasión, la Reina de Inglaterra se ha mantenido fiel a su estilo más personal y ha optado por un look cargado de color. La monarca ha optado por un vestido en tono rosa con atractivos estampados en amarillo y blanco, y sombrero a juego, como es habitual. En el caso de la primera dama estadounidense tampoco se ha quedado atrás y ha sucumbido a los encantos del azul bebé, uno de los tonos de la temporada.
Biden ha deslumbrado con un conjunto de vestido recto y americana a juego de la firma Adam Lippes, una fórmula que ha repetido en la mayor parte de sus apariciones públicas desde la celebración de las pasadas elecciones estadounidenses y posteriormente desde su entrada a la Casa Blanca. Un ejemplo de elegancia y personalidad que ha hecho su mayor seña de identidad.
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