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Entre la primera y la segunda boda de Camilla Shand, pasaron 32 años. De la primera, con el oficial de la Marina Real británica Andrew Parker Bowles, nacieron dos hijos. El mayor, Thomas, fue apadrinado por Carlos de Inglaterra. El mismo príncipe de Gales que, décadas más tarde se convertiría en su padastro, en una boda en la que en el posado oficial salían seis personas: Carlos y sus famosos hijos, Guillermo y Harry Windsor, y Camilla y sus hijos algo menos famosos, Laura y Thomas Parker Bowles.
Porque cada uno de los dos es conocido en Inglaterra en según que círculos. Los dos empezaron escribiendo en la prestigiosa revistaTatler, pocos años antes de la famosa boda. Ella sobre arte (hoy codirige y ejerce de conservadora en una galería en Londres), y Thomas, Tom, sobre la actividad que más famoso le ha hecho: la gastronomía. Tom Parker Bowles, por ejemplo, participa actualmente en el Daily Mail, uno de los grandes tabloides británicos, en una sección en la que repasa los efectos que la crisis del coronavirus está teniendo sobre las islas. En su caso, siguiendo de cerca el impacto de la pandemia en la restauración y la alimentación británicas. Incluyendo entrevistas con hosteleros-agricultores que hasta dan de comer a los animales de un zoo.
Y no es la única labor que ha ejercido en el periódico sensacionalista, donde también ha participado con todo tipo de vídeos, crónicas y reportajes sobre una vida entregada a la pasión de comer. Algo que tiene su mérito, porque los dos hijos de Camilla eran adolescentes cuando comprobaron en su familia el lado más oscuro de la prensa británica: el de los tabloides que han torturado la salud mental y la privacidad de cualquiera que alguna vez se haya relacionado con los royal. Es algo que el propio Tom revelaba en una entrevista, en la que hablaba de cómo tenían que preparar cualquier salida al exterior a principios de los noventa teniendo en cuenta a los paparazzi.
Sin embargo, Tom, que hoy tiene 45 años, no tuvo problemas en seguir su vocación de crítico gastronómico –cargo que ha ejercido en distintas publicaciones británicas– y también de chef con cierta reputación por sus recetarios, con sus propios programas televisivos y apariciones como invitado que le han convertido en un rostro familiar entre los foodies ingleses, al margen de su madre y su padrastro.. Entre ambas facetas suma nada menos que ocho libros publicados, varios de ellos en alianza con Fortnum’s, Fortnum & Mason, la tienda de Piccadilly sinónimo de todo lo que tiene que ver con el lujo y lo gourmet. Una vocación que nació a una edad muy temprana, y gracias al sistema educativo inglés. O, mejor dicho, a su gastronomía. El propio Tom Parker Bowles ha contado alguna vez que su amor por la cocina viene de su madre, una cocinera excepcional –algo que asegura no sólo como hijo–. Al parecer, en casa de Tom había dos grandes talentos: el de la jardinería, ese hobby nacional en el que su padre destacaba, y el de la cocina por parte de Camilla.
Algo que le quedó aún más claro cuando empezó el colegio y chocó contra la realidad de la comida de estudiantes, un fantasma que le persiguió durante la primaria, la secundaria y hasta en la Universidad, y que le hizo apreciar aún más la comida materna, y las recetas de Camilla, que inspiraron su propia vocación tras un breve paso por el mundo de lo gabinetes de prensa del mundo del cine. Pese a su buen gusto, sus apetitos muy británicos –varios de sus libros tienen la complicada tarea de reivindicar la gastronomía británica– y su cercanía profesional al mundo del lujo y elvivir bien, Tom Parker Bowles siempre ha dejado claro que ni él ni su hermana se sienten parte de la familia real británica. Sí, se han dejado ver en determinados eventos (como la boda de Meghan Markle y Harry), pero sus vidas personales están al margen. "Somos", dijo en una entrevista televisada, "los que están a un lado. Mi madre se casó con esa famlia, nosotros no".
Lo curioso es que las bodas de todos se produjeron muy cercanas en el tiempo: Camilla y Carlos se casaron en 2005, igual que Tom y su mujer, Sara Buys, dos años mayor que él, y a la que también conoció por pertenecer al mundo de la prensa lifestyle (tienen una hija, Lola, nacida en 2008; y un niño, Freddie, nacido en 2010). Laura se casó en 2006. Pero los Parker Bowles, católicos de formación y muy cercanos a su padre, respetan la decisión de su madre. Simplemente, no quieren saber nada más que lo estrictamente necesario de ese mundo. Es más, ni Laura ni Tom lucen título alguno, aunque se rumorea que el día que Carlos ascienda al trono, si es que eso sucede alguna vez, tiene pensado recompensar a sus hijastros con nobles títulos.
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