Después de seis meses alejada de los flashes, -su última aparición, en compañía de su hija Alexandra, tuvo lugar en el desfile de Chanel celebrado en la Semana de la Moda de París a mediados de enero-, la princesa Carolina de Mónaco ha reaparecido en público y lo ha hecho por un doloroso motivo, el funeral de uno de los miembros más queridos y aclamados del Principado, su prima, la baronesa Elisabeth-Anne de Massy.
Un emotivo adiós que ha tenido lugar en la catedral de Mónaco, donde la princesa ha estado acompañada por gran parte de familia Grimaldi. Todos ellos, de riguroso negro, han acudido protegidos con mascarillas siguiendo las estrictas normas de seguridad e higiene establecidas con motivo de la pandemia.
A diferencia del resto de asistentes, la royal, notablemente afectada por el fallecimiento de su prima con la que mantenía una estrecha relación, ha optado por acompañar su elección, un elegante conjunto de falda y americana en negro, por una mantilla de encaje en la misma tonalidad con la que ha decidido cubrir el pelo. Un tejido que también despuntaba en la parte superior de su mascarilla.
Carolina de Mónaco fue una de las grandes ausentes en la inauguración a principios de junio de un nuevo Casino de Montecarlo y que reunió tras varios meses de confinamiento a numerosos miembros de la familia feal monegasca. De ahí que su presencia en el día de hoy haya acaparado toda la atención.
Al igual que gran parte de la población, la princesa también ha vivido en primera persona las consecuencias de esta pandemia, viéndose obligada a cancelar uno de los eventos más importantes del Principado: el Baile de la Rosa.
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