Las joyas de la Corona británica no solo son valiosas por sus metales y piedras preciosas, su diseño único y su carácter histórico. También lo son por los afectos que guardan y el simbólico significado que se esconde detrás de cada una de sus apariciones. Lejos de lo que se haya podido especular en muchas ocasiones, la relación entre Isabel II y Lady Di no era distante, más bien todo lo contrario. Y buena prueba de ello es el gesto que tuvo la reina prestando a Diana uno de sus pares de pendientes más preciados para uno de sus viajes más importantes.
A principios de la década de los 60, Isabel II mandó crear un par de pendientes de estilo clásico y fáciles de combinar con sus tiaras y collares más historiados. Unos pendientes que engarzaban dos diamantes, uno pequeño y redondo junto con otro en forma de lágrima. Isabel II los lució en varias ocasiones durante esos primeros años, entre ellas citas destacadas como su viaje a Australia en 1970 junto a Felipe de Edimburgo.
En estos pendientes encontró el complemento perfecto para lucir con la tiara de las Niñas de Gran Bretaña e Irlanda, heredada de la reina María y que posee motivos decorativos en forma de flor de lis.
La reina también viajó con ellos en su maleta en su gira por Sudáfrica en 1999. Fueron su opción favorita para combinar con un look en color verde pastel con vestido liso y abrigo de encaje y con la tiara Vladimir, una de las más llamativas de la monarca. Una pieza con círculos de diamantes entrecruzados de los que cuelgan perlas en forma de lágrima y a la que los pendientes de diamantes no roban protagonismo.
Sin duda, estos pendientes eran muy del agrado de la reina, no en vano habían sido mandados hacer por ella. Por eso, no es baladí que ella se los prestara a Diana de Gales para realizar una de las giras más importantes de sus primeros años con Carlos: la que el matrimonio realizó a Australia y Nueva Zelanda en 1983, cuando el príncipe William acababa de cumplir un año.
Fueron dos las ocasiones en las que Lady Di optó por dar relevancia a estos pendientes en sus looks. La primera, para asistir a un banquete en Auckland, con un vestido de volantes con lentejuelas y transparencias en azul claro. Al igual que Isabel II, ella encontró en estos pendientes el complemento perfecto para algunas de las piezas más emblemáticas de su joyero, como la tiara Spencer, su joya familiar más preciada.
En ese mismo viaje, Diana los combinó con la tiara que posteriormente se ha convertido en la favorita de Kate Middleton, la Cambridge Lover’s Knot, el regalo de bodas que Lady Di recibió de parte de la reina y que la actual duquesa de Cambridge a menudo luce en recuerdo de la que hubiera sido su suegra.
Con un vestido de seda y organza de Gina Fratini, Lady Di firmó uno de sus estilismos más aplaudidos en aquella recordada gira y dejó claro que el gesto que había tenido Isabel II prestándole una de sus joyas favoritas había sido un detalle muy valorado por ella.
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