Nathy Peluso: "Soy la jefa de mi carrera"

Madrid es uno de «los grandes amores» de Nathy Peluso (Luján, Argentina, 1995). Después de arrasar en Londres, parada más reciente de su tour Calambre, con el que lleva girando año y medio por toda España y Latinoamérica, la artista pisa la capital como nueva imagen de Desigual. «Me encanta volver y recordar cuando vivía en Pirámides o en La Latina y salía a patinar por Madrid Río. Me da mucha nostalgia, pero vengo seguido por trabajo y me siento muy conectada», confiesa esta argentina adoptada por nuestro país desde los nueve años.

Ataviada con una camiseta de tul semitransparente en la que puede leerse la palabra ‘Art’, Peluso articula un discurso en el que el arte ocupa un papel central, confirmando que se entiende a sí misma como una atista que trasciende la música para fascinar al público con un «personaje teatral, histriónico y mucho más exagerado» que Natalia. Para construirlo, la moda ha sido y es una de sus principales herramientas. «Todo lo que entra por los ojos facilita mucho las cosas para emocionar a la gente. Me valgo mucho de mi imagen para romper patrones, para demostrar rebeldía, incluso para incomodar, que es algo que también se debe experimentar en el arte», asegura.

Esa imagen potente, voluptuosa, arriesgada y sin miedo al cambio –“me corté el pelo siguiendo mi impulso, no fue algo premeditado enfocado a mi carrera”, aclara sobre el pixie que luce desde hace unos meses– es la que conquista a marcas como Desigual, que la ha fichado como embajadora de una nueva etapa en la que, por primera vez, presenta una campaña en blanco y negro en la que Nathy Peluso posa solo cubierta por uno de los bolsos de la marca. “Comparto con Desigual esa inquietud por desnudarme cada vez que subo al escenario, cada vez que escribo una canción. El oficio de un artista es ser honesto y transparente, despojarse del miedo a no encajar y atreverse”.

Aunque le cuesta desgranar las claves de su éxito, parte del mismo lo atribuye a la mencionada autenticidad. «Solo sé que he trabajado muy duro y que no he intentado parecerme a nadie. Repetir algo porque funciona genera una ilusión muy homogénea que no me interesa, estoy orgullosa de poder hacer lo que yo quiero», insiste. En ese camino previo a los días de conciertos, reconocimientos (acaba de ser nominada a los Grammy Latinos en tres categorías gracias al éxito Pa mis muchachas junto a Christina Aguilera, Becky G y Nicki Nicole) y fama mundial, Nathy trabajó como camarera, teleoperadora, dependienta o empleada en cadenas de montaje. Un background que poco tiene que ver con firmar autógrafos o actualizar su cuenta de Instagram ante los casi cinco millones de seguidores que permanecen atentos a sus pasos, pero que la ha preparado para abrazar la celebridad con los pies en el suelo.

«Al llevar tantos años trabajando y haber construido un crecimiento de a poco, uno va haciéndose a la idea», reflexiona. «No es un éxito abrumador que llega de un día para otro. Llevo haciendo un trabajo de hormiguita mucho tiempo y entiendo que ser artista está relacionado con ser un personaje público o con que la gente espere cosas de mí, pero no me lo tomo como algo negativo». Una filosofía que la empuja a rehuir las presiones y «ver siempre las cosas positivas porque si no te conviertes en tu propia enemiga». El mismo prisma desde el que entiende el debate entorno a si existe apropiación de la música latina ahora que estos ritmos triunfan a nivel global. Ella, que lo mismo rapea mezclando acento argentino con dejes cubanos o dominicanos que versiona La Violetera como hizo en los Goya de 2021, lo ve claro: «La música es de todos y considero que no tiene por qué tener ninguna restricción. Cuantas más barreras le pongamos menos felices vamos a ser. Tenemos que ser conscientes de la suerte que tenemos de que la música latina esté triunfando alrededor del mundo».

De la salsa a la cumbia pasando por la bachata o el trap, en su repertorio también se mezcla el hip hop, el soul, la electrónica y hasta el rock convirtiéndola en una de las grandes apuestas de Sony, discográfica con la que firmó en 2019 tras arrancar su carrera de forma independiente grabando sus propios vídeos o colgando en internet sus versiones y temas. Las letras feministas y la celebración de una belleza que trasciende las medidas tradicionalmente canónicas también forman parte de su particular ecuación del éxito. «Constantemente, día a día, me encuentro con complicaciones que surgen de la desigualdad de ser mujer. Todo cuesta más, pero he construido una carrera en la que soy la jefa de absolutamente todos los pilares de mi trabajo y al final nadie me dice lo que tengo que hacer. Eso para mí es un orgullo. Y hay muchos hombres a los que admiro profundamente que me respetan, siguen mis directrices y se guían por mi intuición», corrobora.

Respecto a lo segundo, al ser preguntada acerca de cómo lidia con el estereotipo de bomba latina con el que ha sido calificada en más de una ocasión, Nathy Peluso ríe a carcajadas. Después hace una pausa corta –su discurso fluye sin silencios– y añade: «Nunca me han llamado la atención los estereotipos, pero entiendo que a veces la gente se amarra a ellos para entender… No tengo ningún problema en que me califiquen como les apetezca, pero que sirva de algo, que no se quede en lo estético. Que las chicas que tengan un cuerpo parecido al mío se sientan representadas y cómodas, y que las marcas fabriquen tallas más inclusivas porque yo misma a veces no encuentro pantalones que me entren».

Natalia, una mujer más reposada y natural que Nathy, la misma que quizá deja asomar en algunos momentos de la entrevista, reconoce que esa seguridad apabullante que muestra Peluso no es la misma que experimenta ella. «Por supuesto que tengo inseguridades y miedos, es lo que me hace ser una persona normal y si no los tuviera no podría conocer la seguridad. En el escenario me convierto y no soy así al 100% en la vida real, aunque ambas compartimos los mismos valores», admite. La Natalia del día a día es «una persona bastante relajada, tranquila y cuando se trata del amor, incluso diría que tímida». Y Nathy Peluso es la representación de lo que el público quiere ver en ella. Una encarnación de los anhelos ajenos que, a tenor de su éxito, se intuye más que acertada.




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