Pepa Flores y Antonio Gades: la historia del gran amor de Marisol (con final infeliz, desnudos y boda comunista) que escandalizó a la España de la Transición

El amor de Pepa Flores por Antonio Gades fue su salvación y su condena. Cuando coincidieron en 1973 en la puerta de la pizzería que el bailarín poseía en Madrid, Pepa Flores acabó mareada al conocer al hombre que se convertiría en el primer gran amor de su vida. Ante la presencia arrolladora (y un poco de macho alfa) que se gastaba el bailarín alicantino, la que fuera la niña prodigio del cine español franquista se olvidó de los amoríos pasados, de su primer ex marido, Carlos Goyanes, y de su reciente affaire con Serrat. Desde que conoció a Antonio Gades todo fue Antonio Gades.

Por él huyó a Altea a pesar del qué dirán, con él tuvo a sus tres hijas a pesar de que Goyanes aseguró que nunca podría tener hijos, por él renunció a su carrera y se quedó en un discreto segundo plano, por él militó en el partido comunista y llegó a casarse con Fidel Castro de padrino. “Es el compañero que, sin saberlo, había esperado toda mi vida”, confesó una Pepa Flores muy enamorada a la revista de cine Fotogramas el mismo año en el que se conocieron. Pero su historia no tuvo el final feliz de cuento de hadas que se merecía.

Cómo se enamoraron Antonio Gades y Pepa Flores

Tanto Pepa Flores como Antonio Gades habían tenido una vida complicada. Ella fue una niña prodigio al servicio del Franquismo en unos momentos y de la explotación de su descubridor en otros. Su matrimonio con el hijo de éste, Carlos Goyanes, acabó en separación y posterior anulación por inmadurez de los cónyuges. Libre ya de la tutela de los Goyanes de su carrera y su vida, la Pepa Flores de 1973 intentaba descubrir qué deseaba hacer con ambas ahora que eran 100% suyas. Y entonces apareció él.

El bailarín y coreógrafo cuyo nombre artístico era Antonio Gades (en realidad se llamaba Antonio Esteve Ródenas) poseía unos orígenes tan humildes como los de Pepa Flores, pero mucha más ambición. Ella ya era un icono planetario con ganas de dejar de serlo, él estaba intentando llegar a ese nivel. Antonio se crió en una cueva en Elda y era hijo de albañil. Nunca había pisado la escuela pero lo que le faltaba de formación lo suplía con carisma.

Como no estaba hecho para los oficios que su condición de hijo de obrero republicano le tenía reservados su madre le metió a estudiar en una escuela de baile. Su presencia hipnotizaba al público, su fama estaba en pleno crecimiento, ya había causado sensación con la película Los tarantos, pero sobrevivía con el dinero que ganaba su pequeña pizzería madrileña. Y entonces la conoció a ella, a Marisol, el mito.

Por la vida de Antonio Gades ya había pasado una boda con Marujita Díaz, (unión que se acabó en poco más de veinte meses) y los dos hijos que tuvo con otra ex niña prodigio reconvertida en bailarina: Pilar Sanclemente (la misma que le cruzó la cara de una bofetada a Marisol en una de las escenas de la película Un rayo de luz).

Y aunque Antonio Gades era un mujeriego empedernido (“Soy un bulto sospechoso cuando no tengo una mujer al lado”, llegó a declarar) quedó prendado de Pepa Flores en cuanto la vió… y al mismo tiempo quiso sacar partido de la ocasión. Mientras ella acabó sentada en una silla mareada al ver al hombre de su vida él inmortalizó el momento con una foto para darle publicidad al local.

Cómo fue (y cómo acabó) la historia de amor entre Antonio Gades y Pepa Flores

Bailarín y mito se instalaron juntos en Altea, en una casa de cuatro plantas y muchas escaleras sin barandilla poco apropiada para las tres hijas que tuvieron como pareja pero en la que Pepa Flores fue inmensamente feliz a pesar de que los vecinos escribían “adúltera” en su puerta.

Pero a Pepa Flores le daba igual los vecinos y España entera. Era hora de despertar al mundo sobre un hecho, Marisol se había ido, solo quedaba Pepa Flores y a esta solo le importaba Antonio Gades. Que Marisol ya no era Marisol, no le quedó al público claro hasta la publicación del famoso desnudo en la portada de la revista Interviú. Las fotos eran del 70 y se hicieron a instancias de Carlos Goyanes para convencer al cine europeo de que Marisol merecía rodar una película con Alain Delon. La película no se hizo, pero las fotos fueron publicadas seis años más tarde sin el consentimiento de la actriz.

El desnudo terminó en los tribunales: la publicación fue juzgada por escándalo público. Pero no fue el único escándalo que capeó Pepa Flores durante su unión con Antonio Gades. La ex niña prodigio fue con todo en su unión con el bailarín y cada una de sus decisiones se convirtió en una pequeña revolución para la sociedad española de la transición.

Para empezar estaba unida sentimentalmente a un hombre no divorciado (porque no había divorcio en España), tenía tres hijas fuera del matrimonio (algo impensable en ese momento) y, peor aún, se había vuelto “roja”. La imagen de Marisol acompañando a Antonio Gades en los mítines del partido comunista para “usar su cara y su popularidad para apoyar a los camaradas”, dejaron sin aliento a más de uno. De su boda con Antonio Gades en la Cuba revolucionaria con Fidel Castro y Alicia Alonso de padrinos, mejor no hablamos.

La nueva señora Gades era una multimillonaria alemana, Daniela Frey. Antonio Gades abandona a Pepa por su nueva conquista con la que también se casaría (y a la que también abandonaría). Marisol deja Madrid, la vida pública y las portadas de las revistas para siempre no sin antes resumir toda su vida sentimental en un triste titular: “Yo dejé a Carlos Goyanes y ahora Antonio Gades me ha dejado a mí”. No volvió a hablar de él hasta su muerte en 2004, cuando dijo “se ha ido gran parte de nuestra vida y, por encima de todo, un compañero”.

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