En los avances que ya hemos visto de la entrevista de Bertín Osborne aIsabel Díaz Ayuso hay perlas: desvela que nació el mismo día y año que Pablo Iglesias, que muchas veces come en el bar de abajo de su casa y que no habla ni gota de inglés. También confiesa que la pillada con su nuevo novio (esas fotos robadas en Ibiza) se hizo con drones e insiste en lo mucho que le duelen, a ella y a su familia, las burlas a su costa.
Isabel Díaz Ayuso, la mujer más poderosa de la política actual, acude como primera invitada al programa de Bertín, dispuesta a desplegar todas sus armas comunicativas, esas que muchos tachan de imperfectas o insuficientes. Nada más lejos de la realidad: la Presidenta sabe perfectamente cómo funcionan las audiencias, qué las mueve y cómo atraerlas. Es, en sí misma, un fenómeno viral, Por eso arrasa.
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Puede parecer que todo lo suyo es improvisado y algo rústico, pero sería caer en la trampa que tan sabiamente nos tiende Isabel Díaz Ayuso. De hecho, protagonizó los momentos más virales de las últimas elecciones en Madrid: su trabajadísima espontaneidad rompe todas las barreras.Mariluz Congosto, doctora en Telemática y analista de la propagación de mensajes en Twitter, apuntó que la candidata popular obtuvo más de un millón de menciones en esta red en los últimos 10 días de campaña. Incluso contabilizó 135.631 perfiles que publicaron tuits o retuitearon su nombre en la recta final.
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Una (@el.parte)
Esto es impagable: durante la última campaña electoral, las cuentas de Twitter asociadas a la izquierda y al independentismo la mencionaban más que las del Partido Popular. Los memes dedicados a Díaz Ayuso son incontables, y sin duda han jugado un papel central en la penetración popular de la figura de la candidata. No solo para celebrarla sino también y sobre todo para burlarse de ella. Pero hasta la ridiculización y los menosprecios a su figura jugó y juega a su favor. No ha puesto en práctica ningún truco de brujo. Sencillamente, ha aprovechado al máximo el secreto de muchos ganadores recientes de ‘realities‘: el impulso irrefrenable de proteger a las víctimas y convertirlas en ganadoras.
Existen al menos dos puntos de encuentro entre la líder política que es Isabel Díaz Ayuso y la irrupción en el panorama español de los ‘reality shows’. Recordemos: pocos países europeos superan a España en seguimiento y fidelidad de este tipo de formato. El primero tiene que ver con la especialísima personalidad de Díaz Ayuso, capaz de decir de sí misma en ‘prime time’ «Soy una pringada» y siempre orgullosa de ese amateurismo a la hora de comunicar que la distingue y la realza.
El periodista Gonzo, que la siguió durante la campaña y la entrevistó para su programa de televisión, la definió con dos palabras: espontaneidad y naturalidad. «Esa espontaneidad, esa naturalidad que no esconde, no sólo le sirve para llegar mejor a la población sino que en las distancias cortas también tiene eso», ha explicado. «Cuando te cruzas con ella te da ciertas explicaciones o ciertas frases que no esperas de un político. Básicamente porque sus formas son muy diferentes a las del resto de los políticos».
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Aquí, la magia del ‘reality’ está servida. ¿Cómo explicamos si no que una política, un espacio en el que las mujeres encuentran muchas dificultades para prosperar y perdurar y en el que muchas deben masculinizarse para ser respetadas, no solo no imite el estilo formalista de sus colegas, sino que no escoja un estilo de comunicación imperfecto, con argumentos y vocabulario de lo más cotidianos? ¿Cómo es posible que una mujer imperfecta sea adorada por tantos y, sobre todo, para ocupar una posición de poder importante? Isabel Díaz Ayuso recoge a la perfección los frutos de la larga pedagogía en favor del estrellato de ‘la gente normal’ que los ‘realities’ llevan décadas realizando.
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En ‘Audiencia juvenil y los líderes de la telerrealidad’, los investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos Antonio J. Baladrón Pazos y José Carlos Losada Díaz explican cómo «el éxito de los formatos de telerrealidad en la televisión española de los últimos años ha provocado el nacimiento de nuevos líderes mediáticos que, envueltos en una apariencia realista, se convierten en personajes seguidos por audiencias ávidas de encontrar en este medio personas comunes y próximas a su cotidianidad«. Ya no queremos ver clones de perfección, sino una proyección de lo que somos. «Él podría ser yo. Yo podría ser él. Todos somos cualquiera», resumió el catedrático Gonzalo Abril en el artículo ‘La televisión hiperrealista’.
El segundo punto de encuentro entre Isabel Díaz Ayuso y la mecánica de los ‘realities’ salta a la vista para los aficionados a estos formatos. Hablamos de la estrategia de la victimización que ha llevado a la victoria a muchísimos ganadores de estos concursos. La mecánica es fácil: por la razón que sea, uno de los concursantes se convierte en la diana de las criticas, incluso de los insultos, de uno, varios o todos los compañeros. Esta animadversión puede surgir de manera natural o ser provocada por alguno de los concursantes, incluso por la misma víctima. ¿Por qué? Porque la audiencia tiende a proteger al débil, al que es atacado o al que está en minoría, frente al fuerte o al grupo. Esta protección se traduce en votos y esos votos, en no pocas ocasiones, llevan al triunfo final.
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«La televisión ayuda a derrochar emociones para reforzar los lazos emocionales que pudieran ser débiles», explica la investigadora y profesora de la Universidad Complutense Eva Aladro Vico en el artículo ‘Proyecciones emocionales en los espectáculos de telerrealidad’. Al defender a los atacados nos sentimos héroes, aunque solo sea por un día. Por eso los insultos, las burlas, las risas y el ridiculizar a Isabel Díaz Ayuso la han ayudado a barrer en las urnas: se cumple la pedagogía que nos impele a proteger al victimizado en los ‘realities’ y más allá. Cuanto más estruendosas eran las risas contra la candidata popular, mayor se hacía el impulso de defenderla. Una heroicidad, sin duda, de ‘gente normal’ para con una política que no parece política, sino una más.
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