Tamara Falcó ya es marquesa de Griñón, tal como ha anunciado el Boletín Oficial del Estado (BOE), que da hoy lunes orden de expedir la Carta Real de Sucesión, el documento que acredita a la hija de Isabel Presyler como noble de España. Y, aunque no es el título nobiliario más importante de los que poseyó Carlos Falcó, fallecido por coronavirus el pasado mes de marzo, está llenó de valor sentimental y encierra un secreto: fue creado para una mujer, a mediados del siglo XIX y, tras más de siglo y medio en manos masculinas, vuelve a manos de otra mujer: Tamara (con su corte de pelo de tendencia), que se convierte en la noble famosa más cool del momento. Pero repasemos la historia del título que estrena hoy.
El título de mayor peso de Carlos Falcó es el de Marqués de Castel-Moncayo, creado en 1682 por el rey Carlos II, que ha dejado a su hijo mayor, Manuel. Su hija Xandra ya es marquesa de Mirabel, un título que data del siglo XIV: lo heredó directamente de su abuela, Hilda Fernández de Córdoba y Mariátegui. Los hijos pequeños de Carlos Falcó, Duarte y Aldara, fruto de su tercer matrimonio con Fátima de la Cierva, ostentarán títulos de su madre.
El marquesado de Griñón, sin embargo, tenía un gran valor sentimental para Carlos Falcó. Fue el que utilizó para dar nombre a sus prestigiosos vinos y aceites, con los que recorrió el mundo. Él era el V marqués de Griñón y el título se lo cedió su abuelo materno –Joaquín Fernández de Córdoba y Osma–, en 1955, cuando cumplió la mayoría de edad. El marquesado hace referencia a la localidad madrileña de Griñón. El renombre del marquesado es, sin duda, una de las razones del gran valor sentimental que tiene el título para Tamara, pero no es la única.
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El título tiene, además, un especial significado para la hija de Fernando Falcó e Isabel Preysler probablemente porque esconde un mensaje: fue creado para una mujer y Tamara será la segunda en llevarlo. El marquesado de Griñón data de 1862 y se lo concedió la reina Isabel II a María Cristina Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias-Bohórques, íntimamente ligada a la Familia Real. Tuvo como padrinos de bautismo a los reyes Fernando VII y María Cristina. Su padre era el VI duque de Arión, Grande de España.
Su madre, María de la Encarnación Álvarez de las Asturias, fue dama de Isabel II y el aya de su hija Isabel, princesa de Asturias, heredera al trono hasta el nacimiento de su hermano Alfonso XII. Fue al fallecer su madre, la condesa de Arión, cuando la Reina distinguió a María Cristina con el marquesado de Griñón, a petición de su padre, que quería que tuviera uno propio.
La I Marquesa de Griñón se casó con Fernando Ramírez de Haro, conde de Villariezo, pero murió sin descendencia. Por esa razón, el título pasó, al fallecer ella en 1917, a su sobrino nieto, Joaquín Fernando Fernández de Córdoba, abuelo de Carlos Falcó, y hasta hoy ha permanecido en manos masculinas.
Tamara será la VI marquesa de Griñón. La precedieron Joaquín Fernando Fernández de Córdoba, cinco veces Grande de España, y su hijo Gonzalo Fernández de Córdoba y Mariátegui, tío de Carlos Falcó, que falleció con solo veinte años, de forma que el título volvió a su padre, Joaquín Fernando, que lo ostentó de nuevo durante un tiempo antes de decidir pasárselo a su nieto, Carlos Falcó, cuando éste cumplió la mayoría de edad.
Carlos Falcó le dio algunas vueltas hasta que decidió dejarle el título a su hija Tamara. Emocionada al conocer la noticia, ella escribió en sus redes sociales, junto a los documentos del título nobiliario: “Gracias Papi por dejarme el legado más bonito que se le puede dejar a una hija: tu amor”. Carlos Falcó lo había heredado por vía materna y su cesión a Tamara encierra, sin duda, un mensaje de profundo afecto y un símbolo de su importancia por su origen femenino. De una mujer a otra, de fuerte personalidad y espíritu libre
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