Teddy Bautista (Las Palmas, 1943) lo ha sido todo en la SGAE: el presidente que la llevó a sus días de gloria, hasta convertirla en una de las grandes (la séptima del mundo); el ambicioso gestor que quiso forjar desde la entidad un imperio económico y teatral, y también figura como responsable del principio del desmoronamiento en 2011. Ha sido el árbol caído del que todos hicieron astillas cuando la Audiencia Nacional decidió tomar cartas en los problemas de gestión que se detectaron. Nueve años después no se ha celebrado el juicio y él defiende su palpable tranquilidad: «Es la convicción del inocente». Pero el mundo no paró, especialmente para la entidad. Todo en la SGAE está peor.
La crisis se agravó con el asalto al poder de la trama de la «rueda de las TV» y varias asambleas fallidas y presidencias que han llevado a la entidad a entrar en barrena. El pasado mes de julio, Bautista, el hombre más experimentado para bien y para mal en la casa, volvió a la Junta Directiva (JD). Llegó en el peor momento de la historia de la SGAE, expulsada de la internacional de entidades, Cisac, y enfangada en una refriega continua contra el Ministerio de Cultura, contra los autores que critican a la actual presidenta, Pilar Jurado… Teddy participó en cuatro reuniones y no pudo más. Dimitió. Para él no hay arreglo si no se provoca una catarsis: el Ministerio deberá suspender la licencia a la entidad. Él intentó tender puentes con su vuelta: propuso estatutos de consenso, elecciones y gestión experta, transparente. En la nueva derrota de sus «buenas intenciones» un halo shakespeariano le rodea, algo entre Rey Lear y Coriolano, mientras habla con su acento isleño de aquellos lejanos y de estos amargos tiempos de la SGAE en los que ya ni la lucidez parece suficiente.
-¿Por qué volvió?
-Me lo sugirieron autores como Alejandro Sanz, José María Cano o Alberto Cortez, autores importantes. La SGAE es una empresa que factura 300 millones y tiene casi quinientos empleados. No se puede jugar con eso.
-Muchos le criticaron por regresar.
-El grupo sujeto a la disciplina de las editoriales de las cadenas se puso en contra. Entre otras cosas porque tu periódico dijo el día anterior a las elecciones que igual iba a arrasar.
-Alguien lo dijo. Le tenían miedo. ¿Qué sintió al llegar a la Junta, la primera impresión?
-Podía recurrir a Gustavo Adolfo Bécquer, pero le diré que entré allí nada contento. No sentí ninguna emoción, francamente. Dije: entro para ver si puedo tender puentes. Porque el colegio de Pequeño Derecho (PD) estaba fragmentado, dividido en dos. Les dije que la condición sine quae non era que PD respondiera a un eje común de intereses generales, no particulares. El futuro de la SGAE depende de que los colegios sean conscientes de que lo que tiene que haber es un diálogo.
-A la JD se la acusa de falta de crítica.
-Allí no se presenta ya ningún documento, ningún acta de las reuniones anteriores, ni se comparte información crítica con los miembros de la JD, que es el órgano superior.
-¿Domesticada, sin crítica?
-Sí hay crítica, pero no en lo importante. Es más un cúmulo de rencillas personales latentes, de mucho tiempo atrás.
-No imaginaba que sería la mejor de las cuatro reuniones. Vaya deterioro.
-En efecto. Yo voté a Pilar Jurado en las elecciones. Tenía confianza en que ella tenía interés genuino en buscar cómo arreglar los problemas. Desde el primer día veo que faltaban los papeles, observo con sorpresa que el director financiero no participa en la JD. Y que mi colegio consagra su partición. Tenía materia para reflexionar, pero no me dio tiempo.
-¿Por qué?
-Porque la siguiente JD se produce a primeros de septiembre.
-No dejan de reunirse y todo va peor.
-He asistido a cuatro Juntas de las que tres eran extraordinarias. El jueves pasado dimití. Seguía faltando el director financiero a pesar de que se toman decisiones económicas de calado. Y no teníamos ninguna de las actas desde julio para aprobarlas.
-¿Tuvo la impresión de una entidad sitiada?
-Si el Ministerio es un enemigo de la SGAE. Si la Cisac, las multinacionales, los autores que han mostrado su decisión de irse, si todos son enemigos de la SGAE; si la SGAE está rodeada de enemigos se lo tendrá que hacer mirar. Enemigos tenemos todos, pero esto…
-El núcleo de confianza de la Presidencia se reduce. ¿Eso es grave?
-En el cuadro directivo aparecen personas que estaban en la Junta, electos. El Ministerio mandó un requerimiento ordenando que no se tocase el organigrama. Pues el jueves pasado, cuando llego, me encuentro a dos personas con cartelitos de «responsable del back office» y del «front office». Esos nombramientos solo podía aprobarlos la JD. Allí ni se había propuesto.
-Y dimitió.
-Nada más empezar. Dije: con todos los respetos para la autora y la cantante [Pilar Jurado], a usted le faltan los conocimientos y la experiencia para dirigir una empresa tan importante, un barco que está en medio de una tormenta y debe llevar a buen puerto. Y veo que no se incorpora al director financiero mientras se toman decisiones de orden económico y no se aprueban actas y por ello no se consolidan las decisiones…
-¿Eso por qué? ¿Acaso la presidencia se beneficia por ese retraso?
-Evidentemente, es un espacio de falta de transparencia. Por eso les dije que mi presencia allí era inútil. Pedí que todo esto fuera incluido en las actas. A saber cuándo se aprueban. No quiero que nadie asocie mi dimisión al conflicto de Pequeño Derecho. Pero no puedo hacer más de lo que he hecho. Me siento una estatua de piedra y me voy. Entonces me pasaron a la firma las dietas. Me negué a firmar, porque yo me iba.
-Pero sigue siendo socio de la SGAE.
-Sí, lo sigo siendo. Por el momento no creo que exista una alternativa.
-¿La habrá?
-Con el tiempo sí.
-¿La hará algún autor? Hace años se oía que Alejandro Sanz…
-Alejandro, con la reforma de la ley de EE.UU. y de la UE, se hará de Ascap para Norteamérica, de Sadaic para Latinoamérica, de Sacem, la francesa, para Europa, o de PRS. Y para España, de SGAE.
-¿Ese futuro de pérdida de repertorios y facturación es el de la SGAE?
-Si el más importante de los tuyos señala el camino de salida imagina cuánta gente va a seguirle.
-¿Y cómo ve lo que el Ministerio hace?
-El ministro ha dicho en varias ocasiones de forma poco meditada que una solución podría ser que una sociedad extranjera se instale en España. Yo no me imagino a ningún ministro de Cultura europeo diciendo algo parecido. Hasta las repúblicas bálticas tienen sus propias entidades. Su importancia es que velan por el cluster cultural. La industria cultural es más importante que la del automóvil.
-Visto que el barco está en una tormenta, ¿cómo vé lo que va a ocurrir en enero con la salida de autores?
-Le tengo más miedo a las retiradas de los repertorios internacionales. El primer aviso llegó de la PRS, que es el segundo más importante. ¿Va a venir Elton John o U2 y la SGAE no va a poder cobrar esos derechos? ¿Tampoco por la radiodifusión de las canciones de los Beatles? La fuga de autores la temo menos porque se va a modular. Puede que el 1 de enero se retiren algunas cartas. Es reversible. Y puede que reformulen su retirada. Si sienten maltratado su repertorio en televisión que retiren la gestión televisiva. No en el resto de los campos porque es un tiro en el pie. No hay alternativa en España a la SGAE. El 30% de lo que recauda procede del usuario común, decenas de miles de hoteles, discotecas, bares, gimnasios, comercios, boleras, grandes almacenes… En eso no hay competencia aún. Para sustituir esa red harán falta años.
-¿No le da pena asistir a todo esto?
-Es muy difícil entender que no haya un movimiento de inteligencia colectiva en el corpus autoral para que la sociedad se conduzca dentro de los límites legales porque estos son favorables. En 120 años la SGAE ha hecho evolucionar sus sistemas. No puede ser que haya una involución. Llega al 2020 en una situación de incertidumbre, con la recaudación bajando.
-¿Ve responsabilidades en la Junta Directiva sobre lo que está pasando?
-Pilar Jurado es primus inter pares, entre iguales, y el resto de junteros son responsables solidarios de sus errores. No podemos olvidar que hay una Ley Orgánica de Asociaciones que establece que los que se sientan en los órganos de gobierno somos responsables con nuestro patrimonio de las decisiones que incurren en causa penal o son constitutivas de delito. También dije esto al dimitir y espero que conste en acta. No entiendo que mis compañeros no se hagan cargo de este riesgo que corren. Yo no voy a hacerme responsable de decisiones que desconozco. Pero sí sé que la recaudación de la SGAE caerá de los 300 a los 200 millones este año.
-¿Cree que llegará a intervenir la SGAE el Ministerio de Cultura?
-No va a intervenir. ¡Si yo se lo pedí en 2011 para aclara todas las cuentas y no lo hicieron! No lo harán ahora. Sí creo que puede hacer el Ministerio es considerar la conveniencia de una suspensión temporal de la licencia. Una medida que lanza un mensaje directo a los socios: oiga, la suspensión temporal se convertirá en permanente si no cumple…
-¿Qué ventaja tiene la suspensión?
-A la SGAE le obliga a hacer acuse de recibo. Le permite operar pero si alguien no le paga ya no se pueden utilizar los recursos de la ley para actuar. Obligaría a reorganizarse. Ese sería el único mensaje que no pueden ignorar.
-Pero el Ministerio lo ha hecho todo por vía judicial… con poco éxito.
-Eso es un error, obviamente. Y es poco eficaz. Los plazos de la justicia, hasta que se consolida son demasiado largos.
-¿Cómo reactivar el diálogo para los estatutos con la que hay montada?
-Deben recoger todas las sensibilidades de los distintos estamentos. Convocaría la SGAE pero participan todos: las multinacionales, los sectores discrepantes, las editoras de los medios y todo el que acredite representación. Esos estatutos tenderán puentes o sanarán heridas. Y actuaría el nuevo tope legal del 20% a la recaudación por retorno.
-Y la SGAE volvería al mercado
-Que está cambiando. Acaba de aprobarse en EE.UU. el Mechanical Licensing Collective (MLC) que es el futuro de la gestión en el mundo digital, al que se adhieren todas las sociedades. ¿Crees que SGAE lo ha pedido? En SGAE no se sabe ni lo que es el MLC.
-¿Cuál será el precio si se deja a la SGAE implosionar?
-Antes o después aparecerá una alternativa a la SGAE, no tan independiente, ni tan dependiente de los intereses de un sector de usuarios como las cadenas. Y tardará años en consolidarse. ¿Cómo puede evitarlo la SGAE.? Haciendo las cosas bien. Estatutos, elecciones y órganos de gobierno con gente preparada, que represente intereses distintos y no tan al hilo de Atresmedia o Mediaset o de quien sea. Solo se necesita la catarsis. Manejar bien la comunicación, rectificar los errores uno por uno y lo más importante: hay que restablecer el diálogo con quienes nos tutelan: el Ministerio, la Cisac y la UE.
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