Nadie hubiera imaginado aquella soleada mañana de 1997 lo que el futuro le depararía más de 20 años después a una feliz infanta Cristina cuando aquel año le daba el ‘Sí, quiero’ al ex jugador de balonmano Iñaki Urdangarin. Desde aquel día de boda real en Cataluña a esta parte han cambiado muchas cosas. Prácticamente todas pero hay una que se ha mantenido intacta a pesar de todos los acontecimientos: la elegancia de la infanta Elena y la reina Sofía. Por eso hoy, en el 23º aniversario de la infanta Cristina es el mejor momento para recordar dos de los conjuntos más sonados del guardarropa de la madre y la hija.
La infanta Elena acudía con su todavía marido Jaime de Marichalar, junto al que le vimos ejecutar alguno de los looks más impresionantes de su vida. Uno de aquello fue precisamente este traje de dos piezas en color rosa empolvado firmado por Christian Lacroix.
Estaba compuesto por una delicada falda de encaje cortada a la altura de la rodilla y una americana de seda con botones joya y generoso escote. La infanta remató el conjunto con una gran pamela de color morado, zapatos a juego y bolso en tono hueso. Christian Lacroix ha sido el responsable de algunas de sus apariciones más memorables. Le eligió para la boda de su hermano Felipe, quién no se acuerda de aquel traje de encaje con torera a juego y mantilla, o del imponente abrigo-capa en rosa fucsia y rojo que llevó en la cena previa a la boda de Mary y Federico de Dinamarca.
La reina Sofía por su parte, también recurrió para aquella ocasión a su diseñadora de cabecera. En la boda de una hija, nada como no jugársela. Margarita Nuez ha sido modista de Sofía de Grecia durante décadas así que nada podía ir mal. Todo lo contrario, el traje de doña Sofía fue un absoluto acierto. Un conjunto compuesto por una americana de un solo botón y solapas de raso y por una falda de corte midi a juego.
Los accesorios mantenían el tono lavanda del conjunto, una gran pamela con plumetti y una cartera de mano. Solo las medias y los zapatos de salón en un tono más oscuro rompían la monocromía.
Mientras que la infanta Elena eligió unos pendientes de perla y brillantes, la reina Sofía prefirió los accesorios de oro con collar, pendientes y broche a juego.
Dos estilos de colores y formatos parecidos pero que reflejaban a la perfección la personalidad de cada una. Porque si hay algo en común en los armarios de madre e hija es que durante décadas se han mantenido fieles a su estilo y gracias a eso han logrado posicionarse como dos de las mujeres más elegantes de España y han conseguido que sus conjuntos nunca pasen de moda.
Artículo publicado originalmente en Vanity Fair el 3 de octubre de 2019 y actualizado.
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