El mercado de las falsificaciones no deja de crecer. La moda, y en particular la deportiva, es uno de los sectores más afectados por las falsificaciones. Pero no el único. El terreno beauty también sufre las consecuencias de esta lacra que gracias a Internet aumenta cada año. Según un estudio reciente de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y la OCDE, tan solo tomando como referencia los sectores de cosmética, productos farmacéuticos, bebidas alcohólicas y juegos, suponen una pérdida de más de 2.200 millones de euros en España.
Poniendo el foco en estos datos podemos hablar de un grave problema para la economía del país, pero si tenemos en cuenta que este grupo de productos de belleza, en su mayoría van dirigidos al cuidado personal, se convierte rápidamente en un problema que puede afectar a la salud. El auge de la venta de perfumes falsificados es la mejor prueba de ello. «El fenómeno de la falsificación representa una gran amenaza para la innovación, el crecimiento económico, la creación de empleo y la salud, y su control requiere una acción coordinada, a todos los niveles tanto a nivel de la Unión Europea como a nivel global para ser abordada en su totalidad», expresaba en un evento reciente la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.
Qué son los perfumes falsificados
A diferencia de los perfumes originales, estos productos cuentan con composición muy distinta a los originales, y en su propia formulación es fácil encontrar disolventes industriales, componentes tóxicos o directamente prohibidos, algo realmente dañino para la piel, la que está en contacto directo.
Según un estudio reciente de Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética), «frente a los más de 80 componentes que tiene un perfume original, las falsificaciones no suelen tener más de 20 o 25», y apuntan a que solo coinciden en el 10% de los ingredientes. «Hay falsificaciones que son evidentes, pero otras pueden llegar a engañarnos de verdad», advierte Val Díez, directora general de Stanpa, que no duda en recomendar a la sociedad que no compre fuera del canal oficial porque puede ser todo puede ser «falso, ilegal o robado».
Asimismo, poniendo el foco en la salud, desde Stanpa hablan de que este tipo de cosméticos «carezcan de los controles sanitarios y de seguridad: no son probados en laboratorio y no pasan una batería toxicológica antes de ser puestos en el mercado, como sí lo hacen los productos auténticos». Un hecho que puede conllevar graves consecuencias como el hecho de que incluyan ingredientes que no estén autorizados para la cosmética y por lo tanto «pueden desencadenar en dermatitis irritativas, alérgicas o reacciones acneiformes, intoxicaciones por inhalación, irritación ocular, dermatitis, reacciones alérgicas severas, manchas en la piel…».
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