Domingo, dos de febrero. El Día de la Marmota. El día en que la marmota Phil sale de su madriguera y si ve su sombra el invierno durará seis semanas más.
Es el hilo conductor de “Atrapado en el tiempo”, la mítica película ochentera en la que un engreído presentador de noticias (Bill Murray) queda atrapado en un bucle temporal, repitiendo el mismo día una y otra vez. Hasta que no haga las cosas como es debido (o sea, deje de ser un gilipollas integral) no avanzará en el tiempo.
“Esto es el día de la marmota” es lo que solemos decir cuando una circunstancia, una situación, un error, se repiten en nuestra vida. Esto se aplica a cagadas en el curro, con los amigos, o con la dichosa manía de arrejuntarnos con gente que no nos trae más que problemas.
Pero digamos que una ya le puso fin a “ese problema” hace años, en forma de divorcio, y vuelve a surgir. Y no porque hayamos vuelto a las andadas y le demos bola nuevamente al sujeto, no, sino porque algo tenemos en común con esa persona que nos relaciona para siempre, y tanto lo que hagamos nosotros como lo que haga esa persona con su vida nos afecta. Atados de por vida.
Si es ya es chungo divorciarse, imaginaos lo que es redivorciarse. Otra vez con las negociaciones, los papeleos… la pesadilla no termina nunca.
Un divorcio es la guerra, pensad lo que es volver a negociar sabiendo de antemano dónde fallamos la vez anterior, y dónde no queremos volver a equivocarnos.
En “Atrapado en el tiempo”, Bill Murray no sabía por qué estaba en ese bucle ni qué es lo que estaba haciendo mal para no salir de ahí. Dejar de ser un cretino, al final, fue lo único que le salvó.
Las películas es lo que tienen: duran hora y media o dos y al final tiene un desenlace y todos contentos.
La vida no es así. En la vida puedes hacerlo todo fetén y cruzarte con alguien que te la complique. Las complicaciones pueden ser temporales o permanentes, incluso cíclicas -de ahí lo del día de la marmota-, pero aunque lo hagas todo correctamente no tienes control sobre lo que hacen los demás, así que no vale la pena desesperarse. Habrá que asumir y actuar según vaya viniendo la vida, no hay más.
El consejo de hoy: pensaos MUY MUCHO con quien tenéis hijos.
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