Ha sido más que un juicio a un violador, presuntamente un violador en serie. El caso contra Harvey Weinstein no solo debía dictaminar la inocencia o culpabilidad del magnate del cine, uno de tantos poderosos de Hollywood que se han valido de su posición para agredir a actrices y modelos jóvenes en castings con sofá y a puerta cerrada. En el caso del estado de Nueva York contra Weinstein, el jurado se pronunciaba, además, sobre la legitimidad del movimiento #MeToo y a la credibilidad de las más de 100 mujeres que rompieron su silencio para contar las violencias del ex productor. De hecho, la abogada defensora, Donna Rotunno, centró su defensa es desacreditar tanto al #MeToo como a las víctimas, a las que pintó como mujeres ambiciosas, dispuestas a intercambiara tocamientos, acoso, abusos y agresiones por un papel en una película. Por suerte, su versión perversa de los hechos no ha prosperado.
Tras escuchar el veredicto y a pesar de la petición de su abogada, Harvey Weinstein fue esposado y conducido a prisión, donde deberá esperar la sentencia final del juez, que será hecha pública el próximo 11 de marzo. Allí, en la cárcel, será atendido de los múltiples problemas médicos a los que ha aludido constantemente su equipo de abogados y que le han obligado a acudir a los juzgados apoyado en un aparatoso andador, una estampa que ha sido impugnada por varios vídeos en los que se le ve comprando tranquilamente y sin ayuda de andador alguno en el supermercado del barrio.
El dictamen del jurado es, en realidad, agridulce. Por un lado, confirma que Harvey Weinstein es culpable de dos de los cinco delitos de los que se le acusaba: agresión sexual en primer grado (forzar a una mujer a practicarle sexo oral) y violación en tercer grado. Sin embargo, le exculpa del delito de agresión sexual “depredadora”, un cargo con el que se quiso señalar cómo el abuso y la agresión sexual forma parte de la conducta natural del acusado y por el que habría sido posible condenarle a cadena perpetua. De momento, Weinstein se enfrenta a una condena de entre 5 y 25 años de cárcel por el cargo de agresión sexual en primer grado y entre 18 meses y 4 años, por la violación en tercer grado. Sin embargo, aún tiene pendiente un segundo juicio en Los Ángeles, por dos agresiones sexuales cometidas presuntamente en febrero de 2013.
El veredicto de culpabilidad contra Harvey Weinstein avala las investigaciones periodísticas del periódico ‘The New York Times’ y de la revista ‘New Yorker’. Los reportajes de ambas publicaciones lograron romper la protección que el fiscal del distrito de Manhattan, Cyrus Vance, llevaba años dispensando al magnate, a pesar de la existencia de grabaciones que probaban las agresiones, orquestadas por la policía de Nueva York con ayuda de una de las víctimas. Todo el mundo en Hollywood sabía de los abusos sexuales de Weinstein y, de alguna manera, gran parte el sistema fue cómplice de ellos al mirar hacia otro lado. Esta condena prueba que ya no existen inexpugnables si las víctimas se unen para dar un paso al frente, pues serán respaldadas por la sororidad de las redes, las investigaciones de los periodistas y, por suerte, jurados imparciales que ya no se sienten en la obligación de proteger a este tipo de hombres con poder.
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