Encontrar el equilibrio perfecto a la hora de establecer tus rutinas de belleza no es fácil y, antes o después, todas nos hemos encontrado con algún resultado inesperado que nos ha llevado a corregir la aplicación de nuestros tratamientos.
La exfoliación es una de las partes más importantes en el cuidado semanal de nuestra piel. Pero su capacidad para acabar con las células muertas de la piel puede convertirse en nuestro principal enemigo si no establecemos correctamente la frecuencia con la que tenemos que realizarla.
Cuando exfoliamos nuestra piel la ayudamos a que complete su ciclo de renovación, eliminando las células muertas y dando paso a las nuevas. Si recurrimos a este tratamiento con frecuencia le causaremos problemas a la hora de regenerarse y mantener la barrera de la piel.
Entre las consecuencias más visibles de la sobreexfoliación está el enrojecimiento y la irritación de nuestra piel. Y no nos referimos al momento después a exfoliar el rostro, sino a levantarse al día siguiente con la cara roja. Para corregirlo, trataremos de tonificarla, pero si el problema es que nos pica o sentimos una ligera sensación de ardor debemos evaluar el producto que utilizamos, así como la frecuencia.
La deshidratación y sequedad es otro de las consecuencias de un exceso de exfoliaciones, aunque en estos casos también es recomendable revisar las cualidades hidratantes del producto que utilizamos para hacerlo.
En el caso de las pieles grasas o mixtas, la deshidratación puede convertirse en una sobreproducción de aceite. Un remedio al que recurre nuestra piel para protegerse e hidratarse. Y para evidenciar que no estamos cuidando la hidratación a la hora de exfoliar nuestra piel.
Para aquellas que sufren acné, la exfoliación puede convertirse en algo verdaderamente adictivo, ya que mantiene sus poros limpios y previene la aparición de espinillas. Pero, aquí también, el exceso puede acabar en catástrofe si exfoliamos demasiado, ya que debilitaremos la piel y no se podrá defender contra bacterias e infecciones.
Entre los mejores trucos para comprobar si se nos ha ido la mano con las exfoliaciones y debemos dar un descanso a nuestra piel es evaluar su brillo. Todas queremos una piel que tenga un brillo natural, pero si nuestro rostro parece translúcido es que ya ha perdido su textura natural, y la barrera cutánea está debilitada.
Para cualquiera de los casos es recomendable tomarse una semana de descanso de cualquier tratamiento que pueda ser mínimamente agresivo con nuestra piel. Y como ya hemos comentado, tendremos que evaluar tanto la frecuencia como el tipo de producto que utilizamos a la hora de exfoliar. Porque de lo que se trata es de cuidar la piel, no de dañarla.
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