El 1 de marzo, el vicepresidente Pablo Iglesias acompañó por primera vez en un acto público a la reina Letizia. Fue en A Coruña, en un evento de la Fundación Princesa de Girona. Viajaron juntos desde Madrid y él ejerció como ministro de jornada, un papel que se remonta a finales del siglo XIX cuando a la regente María Cristina se le envió al ministro de Exteriores y su equipo a su residencia de vacaciones en San Sebastián para que firmara todos los documentos de la monarca, ya que ella no podía, como tampoco hoy Felipe VI, ejercer ninguna tarea legislativa sin la rúbrica de un miembro del Gobierno.
La figura se suprimió con la Guerra Civil y la retomó Francisco Franco en 1943. En 1976, muerto el dictador, el entonces ministro de Exteriores, Marcelino Oreja, eliminó ese cargo para siempre y desde entonces, esa tarea se reparte entre todos los ministros. Unas semanas antes que a Iglesias, esa tarea le habría tocado ejercerla a la ministra de Igualdad, Irene Montero, que debía acompañar a la reina en un acto organizado por Cruz Roja contra la Violencia de Género. Pero se excusó diciendo que se había programado antes de que ella formara su equipo aunque el mismo día y a la misma hora acudió a una entrevista en televisión, por lo que parte de la oposición y algunos medios de comunicación interpretaron el gesto como "un feo" de Podemos a la monarca.
Algunos expertos en Derecho Constitucional creen que “Montero no tenía obligación de ir”, ya que el ministro de jornada tiene que acudir para refrendar al Jefe del Estado en sus tareas constitucionales y lo que hacía la reina era una tarea de representación. Esa opinión la exponen quienes dentro del Derecho Constitucional no consideran que la Jefatura del Estado sea pluripersonal. "Que la reina o, hasta hace poco, los reyes eméritos, tengan tareas de representación no significa que tengan tareas constitucionales, por tanto, el ministro de jornada solo tiene obligación de ir si es el rey quien acude a un acto en el que desempeña alguna de las tareas que le encomienda la Constitución". El 6 de marzo, sin embargo, se arregló ese entuerto y Montero recibió a la reina Letizia en la Mesa de Trabajo de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida que tuvo lugar en Madrid.
La reina no es el objetivo
De todos modos, la reina nunca ha sido un blanco para la formación morada. De hecho, desde que tienen representación política y aún más desde que forman parte del Ejecutivo, las críticas se han articulado dando una de cal (en las personas de Felipe o Juan Carlos I) y otra de arena (en las de Letizia o sus hijas) a la institución. Es lo que pretendía Iglesias al elogiar el discurso que pronunció Leonor en catalán: afear indirectamente la postura de su padre en el discurso que dio tres días después de la celebración del referéndum ilegal en Cataluña en 2017 y con el que Iglesias se mostró muy duro. "El discurso del rey fue nefasto", declaró entonces.
Iglesias, sin embargo, es quien más ha usado la disociación entre su papel de líder morado y el de vicepresidente y por eso, las críticas más duras a la monarquía las reserva para las redes sociales de su partido, y en la personal, emplea un tono más moderado. "Es normal", opina una profesora de Derecho Constitucional que prefiere no dar el nombre, "lo que pasa es que esa separación entre la persona y el cargo no siempre la entienden los ciudadanos y por eso es peligrosa para la estabilidad institucional."
Se ha comprobado esta semana, la quinta de encierro por el coronavirus, en la que su defensa encendida del 14 de abril caldeó los ánimos : "A todos los compatriotas que imaginaron un país, una República, donde nadie fuera más que nadie y todos –todos– fuéramos iguales ante la ley; donde mandara el pueblo y no el poder económico; donde la corrupción no fuera un instrumento para burlar la democracia; donde jamás viéramos a un Jefe del Estado aparecer vestido con un uniforme militar, porque es un representante del pueblo; donde el ejército estuviera subordinado al poder civil".
Es solo parte de un hilo larguísimo por el aniversario de la Segunda Repúblicaque Iglesias público en Twitter, donde hay un ministro que mantiene un tono casi idéntico al que empleaba en las redes cuando era diputado: Alberto Garzón, hoy titular de Consumo. Es parecido al que usa desde su escaño también morado Jaume Asens que se suma a eslóganes como "ni corona ni virus" o hashtags como #coronaciao y pide caceroladas contra la monarquía. La diferencia es que Garzón es ministro y como tal, juró lealtad al rey al aceptar su cargo.
Lealtad al Estado
"Defender la República siendo ministro en una monarquía no es problema: es libertad de expresión, pues pueden defender cosas contrarias a las que dice la Constitución siempre que no sean constitutivas de delito". Otros académicos consideran que todo es cuestión de tiempo, también que los diputados de Unidas Podemos entren en la rueda institucional y entiendan que aunque les ampare la ley, hay veces que por el bien común, es mejor ser responsable. Para ejemplificarlo, recuerdan el caso de Santiago Carrillo, que siendo comunista y sin llegar a tener cargo, entendió un momento como el de la Transición y acabó declarando sobre Juan Carlos I: “Fue el líder político del movimiento reformista del régimen de Franco, que conspiraba en la Zarzuela porque debía protegerse de los ultras mientras que nosotros lo estábamos haciendo en los sótanos".
En ese sentido, los pasos atrás y adelante ya empiezan a verse en Unidas Podemos, que hace unas semanas registró una petición para abrir una comisión de investigación que ahondara en "las presuntas irregularidades realizadas por el ex jefe del Estado", el rey Juan Carlos I, "en relación con la relaciones diplomáticas y comerciales entre España y Arabia Saudí". Así rezaba la nota surgida a raíz de las investigaciones que la fiscalía de Suiza tiene en marcha contra el monarca. Días después, el portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echeniqe, rectificaba: "Pensamos que lo que ya hemos conocido con respecto a la Casa Real es muy grave, pero ahora no toca”, dijo para anunciar que se postergaban las indagaciones para hacer frente al coronavirus.
Una persona próxima al núcleo duro de Podemos asegura a VF que el paso atrás no se hizo por lealtad al rey, algo que se jura cuando se asume el cargo de ministro, sino al país. “Lo que pasa es que eso es precisamente lo que se jura: lealtad al rey como representante de la jefatura del Estado, no a su persona”, explican las fuentes legales consultadas. En Moncloa, sin embargo, tienen claro el efecto desestabilizador que tienen estas disensiones entre algunos de sus ministros y la Corona. Por eso, en las filas cercanas a Sánchez hay quien habla de la existencia de "un cortafuegos" con el que se impide que los morados tengan demasiado protagonismo y hay quien incluso se atreve a ponerle nombre: Iván Redondo, asesor de Sánchez para todo y el responsable de elegir al ministro de jornada que debe acompañar a los monarcas en cada ocasión.
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