Un buen color, la clave para rejuvenecer el cabello después de los 40

Un corte de pelo acertado no es la única manera de quitarte unos cuantos a tu melena, sino que elegir el tono de tinte y la técnica de aplicación adecuada también es primordial para rejuvenecer una cabellera madura. “A partir de los 50 años, y más notoriamente cuando se llega a los 60, el cabello pierde densidad debido a que el cemento intercelular que hay en el cortex capilar (la capa intermedia del cabello responsable de la resistencia y elasticidad del mismo) se degrada o desaparece. Esto se traduce en un adelgazamiento del cabello, falta de volumen y tendencia a las puntas abiertas o, incluso, se rompan”, explica Luis Miguel Vecina, experto colorista y copropietario de la peluquería Coolday.

El cabello no solo envejece por la presencia de canas en él, sino que con la edad pierde densidad, lo que provoca una falta de volumen, que es una característica propia de las melenas más maduras. En este caso una coloración acertada es primordial para aportar un chute de juventud a la melena.

Los colores lisos, independientemente del tono que elijas, aportan textura y brillo, pero, lamentablemente, no influyen en el volumen y en el movimiento de la melena. Para conseguir ambos tendrás que pedirle a tu colorista que cree un tinte de pelo a tu medida: un tono que se acerque lo máximo posible al natural de tu cabello, sin que supere los aclarados de más de dos o tres tonos, combinado con un balayage alrededor del rostro, que será el encargado suavizar las facciones, iluminar y aportar movimiento.

En cuanto a los tonos oscuros, no están prohibidos, pero en este caso es mejor que lo acompañes con mechas en el contorno del rostro, si tu pelo es corto, y en medios y puntas si tu cabello es más largo.

Si tu cabello es muy fino es mejor que optes por tintes semipermanetes, que son algo menos intensos, por lo que dañan menos la fibra capilar. Eso sí, para conseguir un resultado fresco y jovial tendrás que añadirle reflejos neutros –que sean fríos o cálidos depende de tu gusto y del tono de tu piel–, no más de dos tonos más claros que el tinte que te hayan puesto, y aplicados con la técnica del balayage.

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