Las desgraciadas princesas de Dubái: Latifa, desde su cautiverio, pide reabrir el caso de su hermana secuestrada hace 20 años en Cambridge

Una carta manuscrita de la princesa Latifa ha llegado a manos de la policía del Reino Unido pidiendo la reapertura del caso del secuestro de su hermana, la princesa Shamsa. Es uno de los últimos documentos que consiguió sacar de su cautiverio la princesa Latifa, retenida en Dubái desde 2018 tras varios intentos de escapar del alcance de su padre, el poderoso emir de Dubái (y primer ministro de Emiratos Árabes) Mohammed bin Rashid al-Maktoum. La carta, como los últimos vídeos que la princesa pudo hacer llegar a sus amigos, data de 2019, la última vez que los íntimos de Latifa supieron algo de ella. La familia real de Dubái emitió hace escasos días un comunicado asegurando que a la princesa la "estaban cuidando en casa", pero no aportó ninguna prueba de vida, algo que reclaman desde hace una semana tanto el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU como el Gobierno británico.

La carta, a la que ha tenido acceso la BBC, pide a la policía británica que reabra el caso de su hermana, la princesa Shamsa. "Todo lo que os pido", dice Latifa en la misiva, "es que por favor prestéis atención a su caso, porque podríais conseguir su libertad… Vuestro apoyo y atención en su caso podrían liberarla". La princesa Shamsa, cuatro años mayor que Latifa (hijas ambas del jeque bin Maktoum y la argelina Houria Ahmed Lamara) escapó por primera y última vez de Dubái en el año 2000. Shamsa contaba entonces con 18 años y aprovechó una estancia de la familia en la mansión de vacaciones de Surrey para escapar, en el mes de julio.

Su padre no informó a las autoridades inglesas de la marcha de su hija. En su lugar, encargó a sus propios hombres que rastreasen a la princesa, algo que ocurrió en agosto de ese año, en Cambridge. Shamsa declaró en su momento que fue interceptada por cuatro hombres, secuestrada y conducida en coche hasta una de las residencias de su padre (que mantiene varias propiedades e importantes negocios de caballos de carreras en el Reino Unido), drogada allí y enviada en un vuelo de vuelta a Dubái.

Nadie la ha vuelto a ver en público desde entonces, aunque Shamsa consiguió hacer llegar la información de su secuestro a un abogado, haciendo que la policía del condado de Cambridgeshire iniciase una investigación. Una que no prosperó: a los agentes se les prohibió viajar hasta Dubái para seguir investigando, al mismo tiempo que el personal del emir se ponía en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores británicos. La BBC ha desvelado ahora que, en 2018, cuando se intentó reabrir el caso, uno de los investigadores les reveló que el caso estaba lastrado por "reticencias significativas".

La princesa Latifa asegura en su carta que Shamsa (contra la que no se ha celebrado ningún juicio ni presentado cargo alguno en Dubái) vive prisionera, aislada e incomunicada, y sometida a torturas como "bastonazos en los pies". La policía asegura ahora a la BBC que la carta ha pasado a formar parte de la revisión del caso, reabierto otra vez después de que el tribunal que juzgaba la separación de la princesa Haya de Jordania y el emir Mohammed bin Maktoum aseverase que el emir había ordenado el secuestro de sus dos hijas.

Por su parte, Asuntos Exteriores –pese a la preocupación mostrada hace unos días por su titular, Dominic Raab– aseguró a la cadena pública británica que el caso era un asunto privado entre dos individuos y que no jugaba papel alguno en las investigaciones de la policía de Cambridgeshire ni sus conclusiones. El jeque Maktoum no es sólo un conocido personal de la reina, con enormes intereses en el Reino Unido en una de las aficiones favoritas de Isabel II (los caballos de carreras). También es el número dos de Mohammed bin Zayed, el presidente en funciones de emiratos, que se reunió en diciembre con Boris Johnson en el 10 de Downing Street para fortalecer la cooperación entre los dos países. Los dos emires presentaron esta semana su plan estratégico para los emiratos para los próximos 50 años, sustentado en un puñado de fondos de inversión soberanos cuya riqueza equivale más o menos al PIB de España.

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