Charlar con Lola Herrera es una lección de vida. Nos vemos en su camerino del teatro Bellas Artes de Madrid para hablar de su obra fetiche: ‘Cinco horas con Mario’, de Miguel Delibes, que estrenó hace cuarenta años y que sigue atrayendo a todo tipo de público. Una obra que supuso un punto de inflexión en su carrera de actriz, con la que sigue triunfando y que forma parte ya de su cotidianeidad.
Con las ideas claras sobre el papel de la mujer en la sociedad en la que vivimos, Lola Herrera es un ejemplo para todas aquellas que se niegan a aceptar la edad, por pura coherencia personal y profesional.
Lola, ¿de dónde saca la energía para interpretar una obra tan llena de matices?
Del trabajo, ya que pensábamos que íbamos a terminar esta obra a finales de 2020, pero como hemos estado prácticamente parados por el confinamiento, ahora estamos recuperando el tiempo perdido.
«Me vacunaré contra el coronavirus cuando me digan»
¿El público tiene hambre de volver a la normalidad?
El público está respondiendo muy bien, e intentando hablar de otras cosas que no sean la Covid, aunque angustiados porque el virus existe.
Lo peor es el miedo al contagio.
Es una pesadilla que no sabemos cuánto va a durar, el no poder hacer proyectos, porque tampoco sabemos cuándo nos pondrán las vacunas. Yo me la pondré cuando me digan porque no le tengo miedo ya que estoy segura de que antes de sacarla, la habrán testado.
Vacunarnos acabará siendo natural
Cuando yo me quejo para mis adentros lo hago por todos los que se están yendo y que la mayoría son de mi promoción, y eso me preocupa, cómo no me va a preocupar, como me preocupa la cantidad de negocios que están cerrando, la de gente que se está quedando sin trabajo…
¿Qué siente cuando actúa?
Me ayuda a evadirme. Este tiempo atrás estaba desesperada por no poder trabajar, porque para mí actuar es vital. Yo me he pasado la vida fuera de mi casa.
¿Le gusta callejear?
Mucho, porque en la calle es donde está la vida. Yo mi casa al no haber podido disfrutarla, por la giras y todo eso, la cojo con mucho gusto, porque además me siento muy bien viviendo sola, pero una vez que arreglas los armarios, pones las cosas en su sitio, cambias los cuadros de sitio, ya no sabes qué hacer.
¿Qué le distrae?
Durante este tiempo las distracciones me han llegado a ratos, pero he tenido otros en los que me costaba concentrarme en la lectura, por ejemplo, no retenía lo que leía. No es que no pueda leer, es que no retengo lo que leo y eso me impide disfrutar de la lectura.
«Me emocioné mucho al pisar de nuevo el escenario»
¿La televisión no le entretiene?
Tiene que ser una película de esas que me enganche mucho, pero la tengo que ver en pantalla grande. Si no ves películas, el resto son noticias y más noticias… Está siendo duro, y no sabemos qué nos va a quedar de esta experiencia.
¿Qué sintió al pisar de nuevo el escenario?
Me emocioné mucho. El primer día que volví a hacer la función, di las gracias al público, a los trabajadores, a todos porque me pareció un regalo tan grande poder comunicarme con la gente, que me emocioné.
El teatro es uno de los lugares más seguros.
Porque se siguen los protocolos a rajatabla. El escenario se desinfecta todos los días, igual que las butacas, los baños… y las distancias se guardan desde que entran por la puerta. Aquí nadie se quita la mascarilla.
¿Cómo ha encontrado al público?
Muy cálido, muy cálido. La mascarilla no supone un impedimento para sentirles ni para oírles. No olvides que en ‘Cinco horas con Mario’ hay mucho humor, que la gente capta y se ríe mucho.
Carmen Sotillo, la protagonista, ha madurado con usted.
Yo he intentado lo que no intentó su marido, entenderla, porque es una víctima de su familia, de su marido y de su tiempo. Era una mujer muy torpe que no aprendió casi nada, tampoco la ayudaron sus padres ni su marido, que no le hicieron caso.
¿Le costó siendo tan diferentes?
Al principio la cogí con cierta reserva porque era un personaje con el que no coincidía en nada, después fui encontrando hilos de donde tirar.
¿Para llegar dónde?
Quería llegar a entenderla, ya que en algún momento podíamos tener experiencias paralelas que atañen sobre todo a las mujeres de mi generación.
«Mis padres eran muy progresistas»
Usted es más joven.
Un poco más que la protagonista con la diferencia de que yo tuve unos padres muy progresistas. Tanto, que se sacrificaron para que yo viniera a Madrid cuando sólo venían las chicas que lo necesitaban económicamente; la mayoría venían a servir a Madrid o a Barcelona.
¿Le costó adaptarse a la gran ciudad?
Yo entré a trabajar en Radio Madrid, y eso posibilitó que se me fueran abriendo puertas y caminos.
¿No depender de los hombres nos hace libres?
Ya lo dijo Virginia Wolf, tener una habitación propia es necesario para poder desarrollar la actividad que tú elijas o te dejen elegir. Yo a lo largo de mi vida me he dado muchos premios. He trabajado mucho y cuando iba a cobrar decía, me voy a regalar algo porque he sido tan buena….
¿Algún regalo que recuerde?
Yo vivía en el barrio de Malasaña, con unos parientes de mis padres, me iba bien, pero como no podía ir a un cine de estreno, iba a los de sesión continua, y eso sí, veía muchos escaparates.
¿Se ha perdido cosas o ha vivido a tope?
Yo me he perdido la cultura. No pude estudiar y me hubiera gustado. Todo lo que sé lo he aprendido por el camino. No estoy de acuerdo con quienes dicen que la Universidad no sirve para nada. En la Universidad sientas unas bases que son fundamentales en la vida.
Vivió la censura.
En una dictadura, las limitaciones en las Universidades eran muchas porque había mucha censura, pero como eso se sabía, a quienes les interesaba saber más, se buscaban la manera de aprender a través de libros que les prestaban o enviaban de Argentina. Yo he echado de menos cosas que se habían ganado en la República y que se perdieron en la Dictadura, y eso era muy triste.
Carmen Iglesias me dijo que hay que luchar por los derechos conseguidos porque se pueden perder.
Más en este momento porque la Covid lo ocupa todo, la política, las noticias, todo. Pero llegaremos a un punto en el que lo superaremos. Ahora es el momento de encontrarnos a nosotros mismos y de preocuparnos de la gente que queremos: hablar con la familia, con los amigos, con los hijos.
«En política, hay una falta de cooperación muy grande»
¿Cómo ve el futuro inmediato?
Yo creo que es el principio de un cambio que ya había empezado, y que yo no veré porque ya no estaré aquí. Espero que los fondos que nos lleguen de Europa sirvan para estructurar la sociedad de otra manera.
¿Confía en nuestra clase política?
Me temo que pasará como con la pandemia, que hay una falta de cooperación muy grande, independientemente de la ideología de cada uno. Lo fundamental debería ser salvar la Sanidad mermada, sobre todo en la Comunidad de Madrid, y la Educación.
¿El pecado capital de los políticos?
Cuando empezó la democracia, yo me fijaba que el PSOE reconocía sus errores, pese a lo cual se le echaban encima el resto de partidos . En cambio, la derecha española en general no reconoce sus errores.
¿Por ejemplo?
Eso de: me llaman, no me llaman… perdona, el que manda, manda. ¿Para qué estáis ahí? Para solucionar los problemas, no para crearlos. Una de las cosas que más he agradecido en la pandemia es la información del gobierno día a día. Que el Presidente diera la cara es de agradecer porque tenemos la experiencia de quien lo hacía tras una pantalla.
¿Se refiere a Mariano Rajoy?
Sí. Yo agradezco a este gobierno que siendo de coalición y con ideas encontradas, saliera a informarnos a diario. ¿Qué ha cometido errores? ¿Y quién no? No ponerse todos de acuerdo en esta crisis me parece una gran deslealtad.
Se critica la Transición.
Recuerdo que tras la muerte de Carrero Blanco y de Franco, pensábamos que vendría una guerra civil y se evitó porque políticos tan dispares como Carrillo y Suárez, entre otros, se pusieron de acuerdo. El trabajo de los políticos es llegar a acuerdos.
Si en la Transición se consiguió, ¿por qué ahora no?
Porque aquella fue una época llena de esperanza, cuando se aprobó la legalización de todos los partidos políticos, nos dimos cuenta de que se podía conseguir una democracia como la de los países de nuestro entorno. Ahora es otro momento histórico, y si ahora no se entienden, apaga y vámonos.
¿Echa de menos la unidad del mundo de la cultura?
Soy muy poco nostálgica. Lo que he vivido lo he vivido muy intensamente, y esa época a la que te refieres está en mi recuerdo, pero no de una manera nostálgica. Sólo siento nostalgia de mi infancia por los sabores, los olores, mis padres, mis hermanos… ese calor humano.
¿Qué sabores recuerda?
Pues mira, yo me he criado en Castilla, nací antes de la guerra, y había poco de comer, aunque nosotros no pasamos hambre porque había pueblos cerca, y como mi abuelo era jefe de tren traía vino, harina, en casa se hacía el pan… Nunca nos fuimos con el estómago vacío a la cama.
¿Su padre trabajaba?
Sí, en Renfe y cobraba un sueldo, y los domingos trabajaba en alta tensión para ganar un poquito más, hacía chapuzas trabajando mucho. Vivíamos con lo justo, sin hacer dispendios. En mi casa había una gran armonía.
¿Y olores?
Los guisos de mi madre y de mi abuela que cocinaba maravillosamente. Mi madre lo heredó y yo los he captado también, y fíjate que yo no he estado entre cocinas, pero tengo buena mano para guisar.
«No iría a MasterChef porque riñen mucho»
¿Le hubiera gustado ir a MasterChef?
No, riñen mucho y a esta edad no acepto ni una bronca. Además me parece un poco raro que habiendo tantos problemas haya tantos programas de comida, mientras hay tanta gente pasando hambre. Me parece un insulto en estos momentos.
¿Le asusta el paso del tiempo?
Asustarme no, le doy el valor que tiene, porque no estoy para perderlo.
Su foto favorita
«En esta foto de Jordi Socías, estamos José Sámano, Josefina Molina y yo en un descanso del rodaje de la película Función de noche».
¿Quién es Lola Herrera?
Nació en Valladolid, el 30 de junio de 1935.
Trayectoria A mediados de los 50 viaja a Madrid para comenzar su andadura como actriz. Su primera película, ‘El pórtico de la gloria’, se estrenó en 1953, y en los 60 le ofrecen trabajar en el teatro. En TVE colaboró con Ibáñez Serrador en ‘Historias para no dormir’. Realizó una veintena de Estudios 1, entre los que figuran obras como: ‘La importancia de llamarse Ernesto’ y ‘La celestina’, entre otras muchas. En los 70 interviene en varios doblajes. En 1981 protagoniza ‘Función de Noche’. Con Alfredo Landa coprotagoniza ‘La próxima estación’, y con Juanjo Puigcorbé, ‘El amor perjudica seriamente la salud’. En televisión ha protagonizado las series ‘La casa de los líos’, ‘Un paso adelante’ y ‘Fuera de Lugar’. Ha ganado el Max de las Artes Escénicas; Fotogramas de Plata; Antena de oro; TP de Oro y la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, entre otros. Actualmente interpreta ‘Cinco horas con Mario’ en el teatro Bellas Artes de Madrid.
Familia De su matrimonio con Daniel Dicenta (fallecido) tiene dos hijos, Natalia y Daniel.
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