“Erase una vez en Hollywood… ¡Ya lo creo! Se lo dedico a mis hijos, que colorean todo lo que hago. ¡Os adoro!”. Con la estatuilla en la mano, el esmoquin marcando figura, la lustrosa melena y la icónica sonrisa, Brad Pitt completaba así una de las grandes reinvenciones de la historia reciente de Hollywood. Apenas tres años antes, su imagen pública había tocado fondo. Recién separado de Angelina Jolie, su proceso de divorcio se complicaba por momentos. El actor fue investigado por el FBI para esclarecer lo que ocurrió en aquel jet privado donde él y su hijo mayor, Maddox, tuvieron un enfrentamiento que cristalizó cinco días más tarde en la demanda de divorcio que Jolie presentó en un juzgado de Los Ángeles, en septiembre de 2016.
El caso se archivó, pero el daño ya parecía irreparable. “Su imagen ha sufrido muchos altibajos a lo largo de su vida: ha sido el hombre más sexy del mundo y ha formado la pareja perfecta con Jennifer Aniston. Después, se convirtió en el chico malo que le rompió el corazón. Formó parte de la marca Brangelina y, cuando se divorciaron, volvió a su peor registro”, analiza Evan Nierman, experto en relaciones públicas y fundador de Red Banyan, una agencia especializada en estrategia y gestión de crisis.
“Quería traer a mi madre, pero cada vez que tengo una mujer a mi lado dicen que estoy saliendo con ella”, dijo Brad Pitt en los Globos de Oro.
Pitt le ha dado la vuelta a la tortilla. O, como se diría en la jerga de la industria, ha “cambiado la narrativa”. Su primer movimiento estratégico fue conceder una entrevista ocho meses después de la separación. Publicada en GQ, el titular resumía el espíritu de la confesión a tumba abierta: “Brad Pitt habla del divorcio, de cómo ha dejado el alcohol y se está convirtiendo en un hombre mejor”. “Hablar de una adicción sabemos que funciona. Te humaniza y sirve como eximente. También da tiempo para desaparecer una temporada”, explica Nierman. Pero hay que ser honesto. O parecerlo. “Y él siempre ha sonado auténtico”, asegura.
Mientras la ex pareja resolvía su separación, el actor fue preparando el terreno para resucitar su maltrecha imagen y, de paso, propulsar su carrera. Su amigo Quentin Tarantino le dio uno de los dos protagonistas de Érase una vez en… Hollywood. Dio una entrevista tras otra, se paseó por los festivales de Cannes y Venecia, convirtió su relación con Leonardo DiCaprio en el bromance del año y acaparó titulares de la prensa sensacionalista yendo al 50 cumpleaños de Jennifer Aniston. “Se ha concentrado en lo que le convirtió en una estrella: su talento, simpatía, encanto y sonrisa”, valora Howard Bragman, CEO de LaBreaMedia, una agencia de relaciones públicas localizada en Los Ángeles.
Cuando empezó la temporada de premios, la mitad del trabajo ya estaba hecho. La otra mitad fueron sus discursos de agradecimiento, en los que pulía el arte de reírse de uno mismo. “Este papel ha sido un reto… Un tío al que le gusta colocarse, quitarse la camiseta y que no se lleva bien con su mujer”, dijo al recoger su premio del Sindicato de Actores. Al ganar el Globo de Oro, volvió a hacerlo: “Quería traer a mi madre, pero cada vez que tengo una mujer a mi lado dicen que estoy saliendo con ella”. Confesó que le ayudaron “algunos amigos muy divertidos”. “No es algo malo, prueba que se toma en serio lo de mostrar la mejor parte de sí mismo”, opina Nierman.
Y llegó la foto. Su reencuentro público, 15 años después, con Jennifer Aniston en los premios del Sindicato de Actores: sonrisas y miradas cómplices, la innegable química, la mano de él rozando la de ella… Perfecta. ¿Casual? “Nunca lo sabremos, pero fue un gesto brillante”, dice Bragman. Veinte días después, Pitt recogía su Óscar y clavaba el enésimo discurso de agradecimiento. “Esto va más allá de una campaña para asegurarse el Óscar. Quiere redefinir su imagen. La gente quiere hacer negocios con quien les cae bien”, explica Nierman.
Angelina Jolie ha mantenido un perfil más bajo. No tenía casi nada que promocionar, y además dos de sus hijas (no ha especificado cuáles) han estado convalecientes tras sendas operaciones (también sin especificar). Durante la pandemia donó un millón de dólares para financiar un programa de nutrición infantil, y alertó en un artículo en la revista Time sobre los efectos del confinamiento en los niños más vulnerables. “También ha pasado por todo tipo de fases: la actriz sexy de los inicios, la chica rara que se casó con Billy Bob Thornton, la mujer que rompió el matrimonio de Brad Pitt y Jennifer Aniston, la madre entregada de seis niños, la embajadora humanitaria de Naciones Unidas”, analiza Nierman. La imagen que proyectará a partir de ahora es todavía una incógnita. Jolie, que durante una temporada amenazó con no volver a ponerse delante de una cámara, podría volver a convertirse en la actriz más cotizada de Hollywood: será la estrella de Los Eternos, la nueva franquicia de Marvel.
Tres años y medio después de su separación, la vida privada de las dos estrellas es un secreto inexpugnable. A Jolie no se le conocen nuevas relaciones. A lo sumo, alguna información que afirma que la estrella “ha tenido varias citas” en los últimos meses. A su ex se le ha relacionado con varias mujeres con nombres y apellidos. Desde rumores directamente falsos (véase Margot Robbie o Charlize Theron), hasta relaciones nunca confirmadas pero ampliamente comentadas, como la que se le atribuyó con la profesora de arquitectura del MIT Neri Oxman o la gurú holística de las estrellas Sat Hari Khalsa. Más recientemente, su relación con la actriz y guionista Alia Shawat ha despertado un interés particular en la prensa norteamericana. Nadie confirma si lo suyo es amistad o algo más.
Tres años después de su ruptura, Brad y Angelina son tan fascinantes e hipnóticos por separado como juntos. Ya pueden escribir el siguiente capítulo de su historia. Érase otra vez en Hollywood.
Fuente: Leer Artículo Completo