Uno de los memes más recurrentes durante la cuarentena ha sido el del frigorífico. No porque haya algo gracioso en él, para nada. El hecho de que, durante el confinamiento le hayamos visitado más que a algunas tías lejanas en toda nuestra vida ha suscitado muchas bromas y comentarios. Hasta el punto de llegar a preguntarnos si comíamos porhambre o por aburrimiento. Parece que, al igual que trabajar desde casa, visitar la nevera cada dos horas se ha convertido en la nueva rutina. Y los atracones, parte del día a día dentro de la «nueva normalidad» que estamos viviendo. Se empieza con una patata hasta acabar la bolsa o con un bombón hasta que no queda nada de chocolate por la casa. Y no es porque nos apetezca una onza o tengamos gusanillo, sino porque estamos estresados, agobiados y los problemas se nos echan encima. Después, la culpabilidad. Uno de los sentimientos más comunes después de un atracón, sobre todo si ha sido de comida basura.
Este suceso (el de comer como vía de escape a los problemas o situaciones adversas) recibe en nombre de atracón emocional y es más frecuente de lo que crees. Incluso, puede llegar a convertirse en un trastorno de la conducta alimentaria muy severo.
Para entender un poco más cómo podemos ponerle remedio a estas nuevas conductas relativas a la alimentación en los días de estrés y desasosiego, hemos hablado con Cristina Andrades y Griselda Herrero, autoras de «Diario Saludable desde la Psiconutrición«, (de venta en Amazon), un manual que incluye ejercicios prácticos y cuyo principal objetivo es que mantengas una relación saludable con la comida y sobre todo, con tus hábitos.
Hola frigo, soy yo (sí, otra vez)
Si comemos para lidiar con el estrés que ha generado el confinamiento, el primer paso es esclarecer qué sentimos y cómo se vinculan estos sentimientos con la ingesta de alimentos. Para las autoras, reflexionar sobre este aspecto es primordial, «Cuando tenemos presente la necesidad que se ha despertado, es a partir de ahí cuando se podrá prestar atención a si la ingesta compulsiva ha ayudado o no en esa necesidad, si nos ha ofrecido lo que verdaderamente necesitábamos o si nos ha acompañado en la emoción que estuviéramos sintiendo», explican.
¿Los atracones son solo de comida basura?
Uno de los problemas más frecuentes cuando hablamos de este tipo de episodios es que, en ocasiones, los atracones no son de comida basura, hecho que dificulta más aún la aceptación de un posible problema con la comida y su posterior tratamiento. Cambiar el chip, es complicado, pero «a nivel alimentario analizar si es necesario reorganizar algunas tomas, horarios e ingestas puede ser una solución a corto plazo», explican las autoras. La prohibición y una dieta estricta llena de metas inalcanzables, en muchas ocasiones, son las principales causas de los atracones, «Si por ejemplo, me estoy diciendo constantemente que no puedo comer chocolate, es probable que, por un lado, el deseo de comerlo sea cada vez mayor y, por otro, que cuando lo coma lo haga de forma más descontrolada», afirman. ¿Cómo echar el freno? «Trabajando la flexibilidad, no desde una perspectiva de «abrir la veda a todo» sino desde el autoconocimiento y la toma de consciencia. Por eso es tan importante el trabajo conjunto entre psicología y nutrición», aclaran Cristina Andrades y Griselda Herrero.
El miedo a engordar debido al sedentarimo, consecuencia de la cuarentena, también ha sido otro de los memes más compartidos (después de los del papel higiénico) durante el confinamiento, lo que demuestra que casi todos hemos cambiado nuestra alimentación durante estos días. Para las autoras, el problema de esta alteración en la ingesta de alimentos no es el aumento de peso: «lo verdaderamente preocupante es el miedo al aumento de peso que ha rodeado a muchas personas estos días. Muchas conductas dañinas para nuestra salud de control de peso y dietas milagro han comenzado a tener más presencia en algunas viviendas como una forma de evitar ese temido “aumento de peso. Esto nos acerca al ideal de delgadez que tanto daño hace y tanto sufrimiento genera a los cuerpos no normativos». Para ellas, el equilibrio es la clave, «Nuestra mejor recomendación radica en comer sano, cuidarnos por dentro y por fuera, y ser flexibles con nosotros mismos. Como señalamos en el libro “Diario saludable desde la psiconutrición”, el cuerpo es mucho más que sus medidas», esclarecen.
Pero junto al miedo por engordar, llega la culpa. Un círculo vicioso del que es difícil salir: debido a una situación de estrés, comemos de forma compulsiva, nos sentimos mal y engordamos. Hecho que su a vez, nos genera estrés y vuelta a empezar. Lidiar con esta culpa, empieza por la comprensión, «Comprender qué es un atracón y que función tiene, por qué ha aparecido, desde cuando me acompaña… Estos son algunos de los aspectos que se trabajan en consulta para disminuir la carga de culpabilidad que suele venir detrás de una ingesta compulsiva o atracón», afirman.
Con la desescalada esta «nueva normalidad» no acaba, sino que se instaura en nuestras vidas, por lo que aprender a gestionar las emociones y no entender la comida como una vía de escape es una carrera de fondo que tendremos que continuar con cautela cuando podamos volver a las calles. La clave es intentar conseguir una relación sana con la comida, un equilibrio que nos haga felices y que nos permita disfrutar, siempre, siendo conscientes de lo que hacemos. Para las autoras, mantener a raya el apetito emocional no es la solución, «¿Quién no querría sentirse bien comiendo?, ¿Quién no querría recordar a alguien especial a través de su comida preferida? Si lo vivimos desde el bienestar, comer es una gran placer. El comer emocional no es algo que debamos eliminar. Si sentimos que es algo que no podemos gestionar (en el caso de los atracones continuados), que nos hace sentir muy mal, que sufrimos por ello… en ese caso el mejor consejo es pedir ayuda».
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