Diana Morant, ministra de Ciencia: una fallera ‘teleco’ enamorada de sus sobrinas que perdió dinero metiéndose en política

Diana Morant Ripoll, desde hace seis años alcaldesa de Gandía, es ya la nueva ministra de Ciencia e Innnovación. Un cargo en el que ha debutado con un primer Consejo de Ministros y la tarea de presentar públicamente, junto a Pedro Sánchez, la Carta de Derechos Digitales. Un nombramiento con muchas lecturas políticas en la Comunidad Valenciana, protagonizado por una candidata sorprendente, que tiene la tarea de sustituir al que en junio de 2018 llegó al Ministerio como el más reconocible de aquellos primeros nombramientos de Sánchez: el astronauta (y empresario y profesor) Pedro Duque.

Sin embargo, Morant puede defenderse sola, como ha hecho muchas veces en la política local: en sus candidaturas al Ajuntament de Gandía, donde arrebató al poder al PP (con la ayuda de Compromís y Ciudadanos) en 2015, Morant construyó campañas de cercanía, presentándose como gandiense hasta la médula. Nacida en Valencia hace 41 años, criada y educada en Gandía (hasta su paso por la UPV, donde estudió Telecomunicaciones), Morant declaró que le costaba abandonar la ciudad que lo ha sido todo para ella. De hecho, hace cuatro años renunció a ser diputada regional para centrarse "al 200%" en Gandía.

La ventaja es que ahora, en Madrid, lo tendrá más fácil para ver a su adorada hermana pequeña, Alicia, y sus sobrinas. Como Diana, Alicia también es ingeniera de telecomunicaciones, con la misma alma mater, y su trayectoria profesional es un indicativo de lo que podría haber sido de la de Diana: en esta última década, la pequeña de las Morant Ripoll se ha dedicado al desarrollo de servicios de mensajería en una de las grandes operadoras de telefonía de nuestro país.

Diana Morant podría haber optado por algo parecido: estuvo tres años en una empresa valenciana especializada en domótica como ingeniera de I+D. Poniendo sus conocimientos al servicio de las casas del futuro, controladas por móvil y con interruptores virtuales, cuando los smartphones y las apps todavía estaban encontrando su hueco en el mundo: entre 2008 y 2011.

Sin embargo, la llamada de la política (llamada real, encarnada por el anterior alcalde socialista de Gandía, José Manuel Orengo, que fue quien le propuso ser concejala) pudo más. Una vocación de servicio en la que perdió dinero: Morant siempre ha sido transparente, desde la oposición o con el bastón de mando, y ha mostrado en público sus declaraciones de Hacienda, de bienes y actividades desde el primer minuto. Que, entre otras cosas, mostraban que ganaba menos como concejala que como ingeniera. Y también que desde 2010 paga una hipoteca compartida al 50%.

El amor de su famila es mutuo: invitó a su madre a escribir un emotivo discurso, a pocos días de las elecciones de 2015, en el que Ana María Ripoll escribía que su hija:

"Es una mujer prudente, mesurada y razonable; una mujer cumplidora y consecuente; una persona muy generosa y que siempre va con la verdad por delante. Y con genio: una mujer con genio, todo sea dicho".

(Su madre también defiende que, vestida de fallera, Diana es clavadita a su abuela materna)

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Pero Morant también muy defensora de su vida privada, y ha tenido que aguantar impertinencias en debates como que el candidato de un partido rival le espetase la pregunta de "¿tienes hijos?". Su vida íntima no forma parte de su currículum, aunque en redes no puede evitar mostrar debilidad por sus sobrinas, su hermana y sus padres.

Porque en ese aspecto, es una de las candidatas más frescas con las que cuenta el partido, algo que ya sospechaban tanto el expresidente Zapatero como el propio Sánchez cuando la apoyaron con su presencia en sus pasadas campañas: es bloguera empedernida, gusta comunicarse directamente con sus votantes a través de Internet… Y, que tiemble Adriana Lastra, porque su puesto de experta selectora musical tiene ahora una rival: Morant es una excelente creadora de playlists de Spotify. La más reciente de las públicas, la de la campaña que la convirtió por segunda vez en alcadesa es una buena muestra: la selección empieza con Coldplay, el grupo más de centro posible, los máximos exponentes de "música para campañas electorales sin importar la ideología". Pero que según avanza deja ver un gusto ecléctico en el que pueden sonar desde Janelle Monae y Grimes hasta Neil Hannon al frente de The Divine Comedy, pasando por Blur y Oasis en la misma playlist, porque coaliciones más extrañas se han visto.

Al frente de Ciencia e Innovación, dedicará el verano a aprender a marchas forzadas la senda que ya había preparada para la transición digital, uno de sus temas predilectos (uno de los últimos planes que dejó en Gandía era su reconversión a ciudad inteligente). Mientras, su nombre suena en todas las quinielas para ascender de peso en las listas y el PSOE valenciano. De momento, en Madrid, se encargará de demostrarle a sus pequeñas sobrinas lo que se propuso cuando su hermana estaba embarazada de la primera: "ser la tía guay, la tía moderna y cómplice, la tía que le enseñará a ser más fuerte e independiente". La tía que es ministra por méritos tanto técnicos como políticos.

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