José Manuel Albares, nuevo ministro de Exteriores: dIiplomático de carrera, padre de cuatro hijos y leal asesor de Pedro Sánchez

"Hace más de 20 años que milita en el PSOE, es normal que chocara con [Iván] Redondo", dice un extrabajador de Ferraz poniendo de manifiesto las diferencias que ha habido entre dos de los asesores más próximos a Pedro Sánchez. Hoy, tras la remodelación del Gobierno, Redondo está fuera y Albares ha ascendido a ministro de Exteriores.

Para ver lo diferentes que son sus estilos, basta recordar aquella foto del Falcon que se difundió en redes sociales donde se veía a Sánchez con gafas de sol y al diplomático sentado a su lado ojeando unos papeles. Chocó esa frivolidad en un hombre para quien la máxima en comunicación es la discreción, quizá porque por su trabajo como embajador sabe lo fácil que es que una negociación o unas buena relación se vaya al traste por una salida de tono. Detrás de aquella foto estaba Miguel Ángel Oliver, jefe de prensa del presidente y a las órdenes de Redondo, mucho más proclive a lo inmediato y al golpe de efecto que Albares.

La prisa que impone el modelo de comunicación política que defiende Redondo no es compatible con los detalles y las sutilezas que requieren la diplomacia y las relaciones internacionales, materia en la que Albares es experto, y en la que como asesor del presidente ha tenido que reclamar más de una vez que no se metiera nadie. Uno de los últimos choques entre esas dos velocidades se puso de manifiesto hace un mes en Bruselas con el no-encuentro de Sánchez con el presidente estadounidense Joe Biden.

La expectación generada en el entorno del socialista anunciando una reunión que acabó en una charla de unos cuantos segundos mientras ambos líderes se dirigían a una reunión de la OTAN, acabó con burlas de los medios de comunicación y las redes sociales. Y lo más importante, no dejó de ser un gesto sin más, pues no tuvo consecuencias política ni diplomáticas.

A pesar de todo, la relación de Albares con el presidente sigue siendo buena. Una sintonía que Sánchez también compartía con quien fue esposa de su ministro durante 25 años: la jueza francesa Hélène Davo, madre de sus cuatro hijos y de quien se ha divorciado hace poco. Con ella y sus vástagos, que tienen entre 10 y 20 años, vivía Albares en París por la tarea que ella ejerce asesorando al presidente galo Emmanuel Macron y por el encargo que le hizo Sánchez a él en 2019: la de ser embajador de España en Francia.

Davo y Albares se conocieron en la Universidad de Deusto después de que él, nacido y criado en el madrileño barrio de Usera hace 49 años, cursara parte de la enseñanza secundaria en Boston y en el Instituto Americano de Tánger gracias a unas becas. El curriculum de Davo los convirtió en una pareja clave en las relaciones entre España y Francia, pues durante cuatro años fue la magistrada de enlace entre ambos países en materia antiterrorista, puesto que abandonó en 2016. La fiesta de despedida ejemplificó el nivel y el prestigio de la homenajeada: desde José Luis Rodríguez Zapatero al entonces ministro de Justicia, Rafael Catalá, o el entonces juez de la Audiencia Nacional y hoy ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, acudieron a despedirla a la residencia del embajador francés en Madrid, Yves Saint-Geours.

Davo se marchaba para presidir la Sala Antiterrorista de su país, donde estuvo hasta verano de 2019, cuando Macron la llamó para convertirla en su consejera. La avalaba un historial que en España le ha valido varios premios, entre ellos la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort; la Medalla de Plata al Mérito Penitenciario, y la Medalla al Mérito de la Guardia Civil. El último reconocimiento, la Orden de Isabel la Católica, lo recibió en 2018 de manos precisamente del jefe de su marido, Pedro Sánchez, y lo recibió por su labor en la lucha antiterrorista, pues fue ella quien se encargó del traslado de presos de ETA que estaban en cárceles francesas a prisiones próximas al País Vasco.

Bien visto desde Marruecos

Hoy sus vidas van por separado y Albares ha vuelto a España, donde se ha convertido en el Ministro de Exteriores más joven de la historia de nuestro país. Asume la cartera que deja Arancha Sánchez Laya, que en las últimas semanas se vio en el ojo del huracán por el conflicto con Marruecos a cuenta de la llegada (a escondidas) a Zaragoza del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali a mediados de abril para ser tratado de una enfermedad. Marruecos respondió alentando que miles de personas huyeran rumbo a la costa de Ceuta provocando una crisis diplomático y un problema humanitario al haber entre los migrantes miles de niños.

En los medios marroquíes la llegada de Albares se ve con alivio. No hay constancia de que el madrileño tenga ningún trato ni cercanía especial con Mohamed VI, el rey sobre el que se pusieron todas las miradas en esa crisis, pero que estudiara en Tánger, conozca la diplomacia y haya trabajado antes en Francia (país con múltiples lazos e intereses con Marruecos) hace a los analistas del reino alauí con buenos ojos. También en Ferraz respiran: Albares es un hombre de la casa, una apuesta que explica una remodelación de Gobierno que va dirigida a estrechar lazos con los suyos. No en vano, en octubre Sánchez celebra el 40 Congreso del PSOE y con elGobierno ganado, a quien quiere tener soplando a su favor es al partido.

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