La exposición de 'Eugenia Emperatriz' en Madrid

María Eugenia Ignacia Agustina de Palafox Portocarrero de Guzmán (1826-1920), más conocida como la emperatriz Eugenia de Montijo, fue una mujer inconformista (además de la hermana de la tatarabuela del actual duque de Alba: Paca Alba). Nació en Granada, hija de Cipriano de Palafox, duque de Peñaranda, conde de Montijo y de Teba y grande de España; y de Enriqueta María Manuela KirkPatrick. Fue precisamente su madre quien tenía grandes planes para ella (como reflejó Concha Piquer en una de sus coplas) y, de hecho, se cumplieron: en 1853, Eugenia se casó con Napoléon III en la catedral de Notre Dame y terminó convirtiéndose en la última emperatriz de Francia.

Lo fue de manera consorte durante el Segundo Imperio francés (1852-1870), pero sus ambiciones iban más allá. Su gran meta era crear un imperio católico (ella era una ferviente devota) y por ello impuso junto a Napoléon III al archiduque de Austria, Maximiliano de Habsburgo, como emperador de México. Terminó fusilado. Junto a la derrota en la guerra contra Prusia, fue el hecho que desencadenó la caída del II Imperio.

Ahora, la exposición Eugenia Emperatriz recuerda la figura de Eugenia de Montijo en el palacio de Liria, lugar donde murió hace 101 años. Fue una gran coleccionista de arte y nunca tuvo descendencia, por lo que los cuadros y demás obras de arte que atesoraba fueron legados a la Casa de Alba.

El palacio de Liria, que abrió sus puertas al público como museo en 2019, ha habilitado un itinerario que incluye dos salas que hasta ahora estaban cerradas. La exposición Eugenia Emperatriz estará disponible hasta el mes de diciembre. En ella pueden verse, entre otros, dos retratos creados por Federico Madrazo de ella y su hermana, Paca de Alba. En ellos se ve cómo Eugenia, al contrario que Paca, no lleva miriñaque o crinolina, la estructura de falda con armador muy popular (e incluso obligatoria) en el siglo XIX. Álvaro Romero Sánchez-Arjona, miembro de la Fundación Alba, ha indicado que Eugenia siempre fue una árbitro de la moda.

De hecho, Eugenia fue una verdadera mecenas de la moda. Fue patrocinadora de la industria textil francesa y mantuvo una relación muy fluida con el diseñador inglés Charles Fréderic Worth (1825-1895), considerado el padre de la moda moderna. Fue a él a quien le encargó unos vestidos ad hoc para la inauguración del canal de Suez en 1869.

“Era una persona muy culta, que le gustaba mucho el arte y fue muy importante en la época, por ejemplo en el desarrollo de la industria textil, y fue muy buena y también muy guapa”, ha explicado el actual duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martinez de Irujo, en la presentación de la exposición.




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