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Cuando pensamos en viajar a Europa, nuestra mente siempre piensa en las grandes capitales tipo Londres, París, Roma, Lisboa, Dublín… o en las ciudades que no lo son pero que tienen una enorme oferta turística como Oporto, Edinburgo, Niza. No siempre recordamos que hay una serie de pueblecitos y ciudades muy pequeños que pueden hacer la delicia de los visitantes.
Algunos de ellos, sin duda, podrían formar parte de nuestra lista de los lugares más bonitos de Europa donde perderse después de la pandemia, mientras que otros, por sus cercanías a irrepetibles enclaves naturales, también valdrían ser incluidos en nuestra lista de los destinos de naturaleza de Europa que no te puedes perder.
Estos 50 pueblecitos y localidades que hoy traemos a este listado consiguen captar la esencia del país al que pertenecen y, además, ofrecen una perspectiva pintoresca distinta cada uno de ellos. Si sueñas con visitar una de esas ciudades europeas perfectas llenas de encanto del viejo mundo, de increíble belleza paisajística, o quizás de ambas cosas, ¿por dónde empezar a buscar?
Desde los fiordos noruegos y los magníficos Alpes hasta las islas griegas bañadas por el sol, aquí tienes un vistazo a algunas de las ciudades pequeñas y pueblos más bonitos de Europa. Artesanía, naturaleza, cultura, gastronomía patrimonio, arte, canales, zonas pesqueras, inspiración artística… Todos tienen un motivo extraordinario para que los fiches para tus próximos viajes.
1) Betancuria (Fuerteventura, España)
El pueblo más antiguo de las Islas Canarias es también uno de los más hermosos, con sus casas blancas, sus macetas de flores multicolores, su ritmo en el que parece que se ha parado el tiempo y la felicidad que se respira cuando se marchan las oleadas de turistas que periódicamente, hacen una corta visita (corta para lo que se merece el enclave). No dejes de visitar el recientemente reformado Museo Arqueológico de Fuerteventura, con unos fondos y una estructura de lo más interesante, y de saborear algo de la gastronomía local, como el sancocho (un pescado exquisito) o el gofio majorero.
2) Bagnoregio (Italia)
En foto es absolutamente deslumbrante, pero cuando estás allí resulta sobrecogedor. Bagnoregio, en plena región del Lazio, es un pueblo de fantasía, asentado sobre un pináculo de roca de toba situado sobre un cañón. Le llaman ‘il paese che muore’ (la ciudad que muere), porque está lamentablemente en tiempo de descuento; los efectos de la erosión son imparables y podría desmoronarse cualquier día. Se accede a ella a través de una pasarela enorme de piedra no apta para personas con vértigo construida hace 2.500 años.
3) Rocamadour (Francia)
En la ribera derecha del río Célé se encuentra Rocamadour, una preciosa ciudad medieval que destaca por su belleza, no por su tranquilidad, pero es uno de los puntos más turísticos de Francia. Miles y miles de visitantes quieren recorrer el patrimonio histórico y artistico de esta ‘Ville d’art et d’histoire’ de menos de 10.o00 habitantes y una única calle de poco más de un kilómetro. Entre sus hitos, las residencias góticas de sus nobles, su castillo (de propiedad privada, solo se visitan las murallas) y las siete capillas del santuario de Rocamadour.
4) Hondarribia (Gipuzkoa, España)
Aunque son los tonos grises los que suelen identificar a las ciudades vascas, hay muchas que rompen esa regla. Una de ellas es Hondarribia (que desde los años 80 ya no se llama Fuenterrabía) que, situada en el extremo de la provincia de Guipúzcoa, brinda un núcleo urbano salpicado de balconadas rojas y verdes de madera. A esa vitalidad contribuye, como no puede ser de otra manera, las rutas de pintxos por el barrio de la Marina regadas con el mejor txakoli local. Y si te organizas bien, se puede visitar la ciudad francesa de Hendaya, también en la bahía de Txingudi.
5) Hallstatt (Austria)
Situado a orillas del lago Hallstätter, este idílico pueblo tiene una larga historia que se remonta a miles de años atrás. En Hallstatt se encuentra también la mina de sal más antigua que se conoce, y en ella se produce sal desde el neolítico tardío. En invierno, el pueblo atrae a esquiadores y deportistas de snowboard, que vienen a disfrutar de la nieve y las montañas. El romántico pueblo es una atracción turística muy popular, ya que ofrece una sorprendente (para la tranquilidad de un pueblo de ocio) cantidad de actividades de ocio.
6) Albarracín (Teruel, España)
En el corazón de la provincia de Teruel y rodeado de unos de los conjuntos paisajísticos y culturales más sorprendentes de Aragón encontramos el maravilloso pueblo de Albarracín. Un pequeño pueblo habitado por poco más de 3200 personas, los cuales viven en un lugar único repleto de historia, de callejuelas estrechas y empinadas, casas de color rojizo colgadas sobre el río Guadalaviar y rincones que te transportan a tiempos de antaño. Son muchos sus atractivos, por ejemplo su muralla, el Alcázar o la Catedral de San Salvador. Por no hablar de sus extraordinarios alrededores donde encontramos excelentes muestras de arte rupestre levantino y el paisaje protegido de los Pinares de Rodeno. Todo esto le ha llevado a ser galardonada como Monumento Nacional desde junio de 1961 e incluso ha sido propuesta para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
7) Burano (Italia)
Que no te extrañe si, al volver de Italia, regresas contando que Venecia sí, muy bonito, pero que lo que mola en realidad es Burano, una de las islas de la laguna veneciana, situada al norte de la ciudad de los canales. Ármate de paciencia para esquivar las hordas de turista y poder retratar sin apenas gente sus preciosas casas de colores brillantes. La localidad es famosa por sus encajes hechos a mano, que antaño adornaban el escote y las gorras de la aristocracia europea. Pero hoy, aparte de dos tiendas, la mayoría de los que se venden son importados. ¿Un consejo? Quédate por la noche para disfrutar de un ambiente sin turistas, más tranquilo y auténtico.
8) Sortelha (Portugal)
A Sortelha se entra por una enorme puerta gótica que accede a una vía empedrada y un poco más adelante, aparece una picota de piedra que indica las direcciones hacia el castillo y la iglesia parroquial. El orgullo del pueblo es la fortaleza, cuyos orígenes se sitúan en la época romana y cuyas ruinas y murallas (ojo que hay tramos algo inestables) están permitidas recorrer (anímate a subir a la torre y contemplar las vistas). Entre los recuerdos que te puedes llevar de allí, sus bonitos cestos, sus mermeladas y sus licores.
9) Dingle (Irlanda)
Leido en un blog en Internet: «Irlanda tiene los lugareños más amables del mundo (seguidos por Italia y Puerto Rico)». Y parte de la fama de la hospitalidad irlandesa viene del turismo que recorre la península de Dingle, con sus casitas de colores, sus atardeceres de infarto, sus vaquitas y ovejitas pastando y unos camino rurales que nunca te cansarás de recorrer. La pequeña localidad portuaria ha sido lugar de encuentro de bohemios de todo tipo, desde artistas a artesanos o músicos.
10) Teror (Gran Canaria, España)
A 20 km de Las Palmas se encuentra el colorido pueblo de Teror, uno de las localidades con mayor historia de la isla (fue fundado en 1481) y con más significado para sus habitantes, ya que en ella se encuentra la basílica de la Virgen del Pino, patrona de Canarias. Visitar el templo es obligado, así como deambular por sus calles llenas de encanto y admirar sus preciosos balcones de la típica arquitectura de la región. Disfruta del ambiente de la plaza principal, de las actividades que se organizan en la Alameda o de los dulces típicos de la zona como mantecados, truchas, mazapanes o roscos de anís.
11) Colmar (Francia)
La región de Alsacia alberga este espectacular lugar de aspecto mágico: la ciudad de Colmar, que dicen que es la ciudad de ‘La Bella y la Bestia’. De estilo gótico alemán, sus casitas de colores le dan un ambiente único. No te pierdas la zona conocida como ‘Pequeña Venecia’, antaño centro neurálgico de la pesca y hoy barrio romántico yzona turística por excelencia gracias a sus pintorescos canales. Un lugar de obligatoria visita es el barrio de los Curtidores, así llamado por sus casas con amplios espacios en los desvanes donde antes se secaban las pieles.
12) Monsaraz (Portugal)
Es una de las localidades más bonitas y más recomendables de ver en el Alentejo, a apenas 50 minutos en coche de Évora. Monsaraz, que tiene un pasado templario y un hermosísimo castillo del siglo XIV, se alza sobre un espectacular entorno lleno de olivares. Calles estrechas, paredes irregulares, suelos de piedra y un agradable bullicio de todos los visitantes que acuden a descubrirla cada año. No te vayas sin comprar alguna de las elaboradas piezas de artesanía que encontrarás en sus tiendas.
13) Sciacca (Italia)
Quizás te suene el nombre de Sciacca por su famosísimo Carnaval, uno de los más reconocidos de Italia y por supuesto de Sicilia, pero este precioso pueblo con un puerto de pesca tan bonito en el que te podrías pasar horas, es mucho más: sus aguas termales, la cerámica, sus playas. El pueblo se divide en tres partes; la zona marítima con el puerto; la intermedia, donde se encuentra el casco antiguo y la alta, con lasmurallas del siglo XVI, donde se expandieron los nuevos barrios.
14) Valldemossa (Mallorca, España)
Aunque de germen árabe, en Valldemossa, uno de los tesoros de la sierra de la Tramuntana, prima la estética medieval. La Real Cartuja es un conjunto monumental que primero fue residencia real y después monasterio; tras la desamortización adquirió su imagen de casa señorial y en ella vivieron, entre otros, Chopin, George Sand, Rubén Darío, Azorín o Unamuno. Podrás adentrarte en la historia del pueblo en el museo, maravillarte con una de las farmacias más antiguas de la isla o simplemente dejar que el tiempo pase mientras admiras los frescos de la cúpula de la iglesia, que por cierto son obra de Francisco Bayeu, cuñado de Goya. Recorre sus calles empedradas y disfruta sus placitas y sus calles repletas de cafés con terrazas, como Blanquerna. Imprescindible llegar hasta la iglesia de San Bartolomé y la casa natal de Catalina Thomàs en la calle Rectoría, donde se conserva una capilla en honor a la única santa de la isla, nacida en Valldemossa en 1531.
15) Piran (Eslovenia)
Un pueblo tan hermoso como extrañamente desconocido, que cuenta con uno de los puertos de estilo veneciano más bonitos y mejor conservados de Europa. Piran se encuentra al extremo sur de Eslovenia, entre Trieste y Croacia, en la costa adriática (el país apenas tiene 50 km de salida al mar), y es un pequeño pueblo fortificado y lleno de encanto. No se puede decir que sea solitario, pues todos los veranos recibe a muchas turistas, pero pasear por sus calles es delicioso, al igual que saborear el pescado fresco de su puerto.
16) Tasiilaq (Groenlandia)
Un lugar perfecto para una escapada tranquila (y fría, todo hay que reconocerlo) es esta preciosa localidad, la mayor del este de la isla, situada en el extremo sureste. Tasiilaq, fundada en 1894, cuenta con poco más de 2.000 habitantes, que hablan tunumiit, uno de los tres principales dialectos de Groenlandia. Su paisaje es idílico al estar en la costa, con sus magníficas vistas al mar, sus calles portuarias y sus características casas de colores; además, se pueden hacer todo tipo de actividades al aire libre.
17) Guarda (Suiza)
Para muchos, el pueblo más bonito de Suiza; una pintoresca aldea en medio de prados verdes como de película. Son vistas y paisajes de ensueño en la parte baja del valle de Engadina o, como lo llaman los lugareños, el valle Engiadina. Ahí, a 300 metros de alto, parece que vigila el entorno. Las casas blancas de Guarda están adornadas con pinturas tradicionales e inscripciones antiguas llamadas esgrafiados. El romanche, la lengua local, ha sobrevivido y se sigue hablando hoy en día.
18) Folegandros (Grecia)
Toda Grecia está rodeada de una belleza azul cristalina, pero esta isla de las Cícladas es la más ideal y tranquila de todas, y la más remota, sin aeropuertos ni cruceros a la vista. Si buscas la verdadera paz y la perfecta puesta de sol griega, una isla en la que no pase prácticamente nada y que solo tengas belleza natural para admirar, debes venir aquí. Además, la iglesia de Panagia de Folegandros es una visita obligada.
19) Manarola (Italia)
Forma parte de los denominados Cinque Terre y su mayor atractivo son sus casas de colores y, sobre todo, su ubicación: en un acantilado. Es un minúsculo pueblo pesquero del norte de Italia, en la provincia de La Spezia, que recorre la impresionante costa del mar de Liguria. El puerto de Manarola es bellísimo, con brillantes casas encaramadas en el barranco rocoso. ¿Un consejo? No te vayas sin probar su vino local, llamado Sciacchetrà.
20) Conques (Francia)
Al sur del país, en la región de Occitania, Conques es uno de los pueblos más bonitos y menos conocidos del país. Sus orígenes se remontan a la época romana, pero hoy la gran parte de sus construcciones, de una impresionante arquitectura tradicional rural, son del siglo XV, erigidas en un paraje bellísimo en la ladera de una montaña. El monumento más famoso es la abadía románica de Saint Foy, construida en 1052 y cuya majestuosa nave central tiene 22 metros de altura.
21) Utrecht (Países Bajos)
Una bonita (y mucho más pequeña, más pintoresca y menos concurrida) alternativa a Ámsterdam, llena de canales y mucho menos concurrida. Hay muchos planes posibles en Utrecht, como subir a la torre de la catedral de San Martín o disfrutar de una copa en una iglesia reconvertida a bar. Es una impresionante ciudad universitaria con muchos cafés en los que vale la pena detenerse y vivir su rica vida cultural y con muchos hoteles boutique que antiguamente eran mansiones.
22) Castrillo de los Polvazares (León, España)
Castrillo es el pueblo más conocido de la Maragatería, una de las regiones con más encanto de León. Es el ejemplo vivo de cómo eran todos los pueblos de la comarca, porque este ha sido restaurado y preparado para los visitantes. Las calles empedradas, las casas blasonadas, los invernaderos, las portones de maderas con color azul, verde o blanco… Un bellísimo conjunto histórico-artístico que sirve de paradigma a una zona muy relacionada con los arrieros que se encargaban de transportar mercancía en carros del norte al centro de España. De hecho, se suele decir que el origen del término ‘maragatos’ son los que transportaban «del mar a los gatos». Además de Castrillo de los Polvazares, otros hermosos pueblos de la zona son Santa Colomba de Somoza, Pedredo, Murias de Pedredo, Rabanal del Camino… Son todos los pueblos de la LE-142, que pasa por el antiguo Camino de Santiago y que une Astorga con Ponferrada.
23) Rothenburg ob der Tauber (Alemania)
Rothenburg ob der Tauber (que quiere decir ‘sobre el Tauber’) es la más popular de las tres ciudades alemanas con murallas medievales y un pueblo de verdadero cuento de hadas (que, a veces, da la impresión de ser un parque temático de esta época histórica). Recorre sus murallas para admirar el perfil de la ciudad y disfrutar de sus hermosas vistas antes o después de admirar los coloridos edificios de entramado de madera. Fue destruida en la Segunda Guerra Mundial, pero se reconstruyó gracias a las aportaciones de la ciudadanía.
24) Poznan (Polonia)
Hace un milenio, arrancaba aquí la historia del Reino de Polonia. Poznan hoy es una ciudad comercial que sorprende con su oferta de ocio y negocio a partes iguales y por su enorme población universitaria. Perfecta para una excursión de un día desde Varsovia, entre sus atractivos sobresale el precioso Ayuntamiento, la plaza central -bordeada por una preciosa hilera de casas (entre ellas destaca la de los Mercaderes)- y la increíble cocina polaca de gran calidad que se puede probar en la mayor parte de restaurantes.
25) Plovdiv (Bulgaria)
Visita obligada si viajas a Bulgaria, Plovdiv es una de las localidades más hermosas del país e incluso de toda Europa -hay quien dice que es la ciudad más antigua del continente-. Cuando fue elegida en 2019 Capital Europea de la Cultura, fue profundamente renovada para mostrar más y mejor su historia y su arquitectura. La ciudad es una mezcla equitativa de lo antiguo y lo moderno, con su teatro romano del siglo II y su mezquita del XV; y con barrios como el Distrito Creativo de Kapana, el más moderno de la ciudad. No te pierdas su animada vida cultural, con arte al aire libre, jazz y ópera, entre otros planes.
26) Mostar (Bosnia-Herzegovina)
Mostar es la mayor ciudad de Herzegovina y su casco antiguo merece la pena la visita (el resto no es muy pintoresco, la verdad). Tras la guerra de los Balcanes, la localidad quedó prácticamente destruida y tuvo que ser reconstruida para que recuperara su antigua belleza y símbolos como el Puente Viejo (originario de 1554), que no solo unía dos orillas sino también dos culturas, la cristiana y la musulmana. Erigido sobre las aguas azul turquesa del Neretva, su visión merece la pena la visita. Y si tienes tiempo y ánimos, recorre los bloques enteros de edificios bombardeados, que nos recuerdan las miserias de la guerra.
27) Heidelberg (Alemania)
Con más de 160.000 habitantes, no se puede decir que Heidelberg sea precisamente un pueblo, pero sí una de las pequeñas ciudades con más encanto de Europa y lugar de paso para todos los románticos empedernidos que recorren el viejo continente. Uno de sus visitantes más ilustres fue Mark Twain, que vivió allí durante tres meses, estancia que narró en ‘Un vagabundo en el extranjero’ (1890). Su icónico color rosa (por la arenisca con la que está construida la mayoría de sus edificios) le da mucha personalidad, así como su Hauptstraße, su castillo o su mercado navideño.
28) Budva (Montenegro)
Situada en la Riviera de Budva, en el corazón de la costa montenegrina, fue uno de los últimos puestos de avanzada de la Serenísima República de Venecia en el Adriático y es una gran alternativa al más turístico Kotor. El casco viejo de la ciudad aún está rodeado por las antiguas murallas, que se pueden recorrer a fondo. Lleno de personalidad, romántico, con preciosas iglesias y encantadoras galerías. Pasea por las calles empedradas de Budva y termina el día dándote un baño en la playa de la zona antigua.
29) Bibury (Reino Unido)
Si alguna vez hubo un pueblo en los Cotswolds al que se le quedara pequeña la denominación ‘pueblo más pintoresco y con más encanto de Inglaterra’, ese es sin duda Bibury. Lo que sí está considerado es el pueblo más fotografiado de Inglaterra; la mayoría de sus visitantes corren a tomar instantáneas de su sencilla pero encantadora hilera de casas de campo del siglo XIV, conocida como Arlington Row (en la imagen superior). Construidas originalmente como almacenes de lana, se convirtieron en casas de campo en el siglo XVII y fueron tan apreciadas por Henry Ford que incluso él quiso comprarlas y transportarlas a América.
30) Bacharach (Alemania)
Escondida detrás de una muralla medieval del siglo XIV se encuentra la pequeña y bonita ciudad llena de casas con entramados de madera de Bacharach. Considerada una de las ciudades más populares del río Rin, la localidad se asienta en la base de unas colinas onduladas bordeadas de vides y coronadas por el magnífico castillo de Burg Stahleck. Dejándote llevar por cualquiera de las callejuelas empedradas llegarás a rincones curiosos; puedes venir por la arquitectura o por el helado de Riesling, pero si eliges conocerlo, no te defraudará.
31) Brujas (Bélgica)
Conocida por sus numerosos canales, esta localidad es otra más de las muchas en Europa que han sido apodadas como la ‘Venecia del Norte’. Brujas es una ciudad quizás algo masificada por el turismo en donde se puede hacer casi de todo: desde sentarse a observar a la gente pasar hasta ir a cenar o montar un picnic en cualquiera de sus parques o jardines. No dejes de visitar su mercado, dar un paseo en barco por el canal y, si buscas algo fuera de lo común, visitar el Frietmuseum (un museo dedicado exclusivamente a las patatas fritas).
32) Torla (Huesca, España)
Una arquitectura típica del pirineo montañés, chimeneas espantabrujas, portones, tejados de pizarra y muchas, muchas tiendas para comprar todo lo necesario para esquiar y/o pasear por la montaña. En lo alto de la montaña, frente al Mondarruengo (2.850 metros de altitud) y frente al río Ara, Torla es el último pueblo que nos encontramos antes del Parque Nacional de Ordesa; de hecho, de esta localidad parten los autobuses que llegan hasta ahí (no se puede acceder en coche). No dejes de admirar su iglesia del Salvador, que antiguamente desempeñó funciones de castillo.
33) Eguisheim (Francia)
En la Alsacia, en plena Ruta de los Vinos, se halla Eguisheim, un hermoso pueblo en el que las calles que rodean el castillo de los condes están dispuestas en círculos concéntricos. Disfruta por sus calles empedradas y admira los balcones de madera de las casas entramadas, llenos de geranios. No te prives de visitar cualquiera de sus grandes bodegas y de degustar sus conocidos vinos; otra de las maneras de conocer el pueblito es reservar la visita con el vigilante nocturno, que te guiará de noche con una linterna por los rincones más especiales para contar las historias más increíbles.
34) Vik I Myrdal (Islandia)
Vik I Myrdal es el mayor asentamiento al sur de Islandia y también uno de los puntos más visitados por los turistas, porque es un lugar clave de los transportes costeros entre las atracciones del país. Muchos de esos viajeros acuden a conocer su playa Reynisfjara, de arena negra y enormes formaciones basálticas, que ha sido uno de los escenarios de la serie ‘Vikingos’. También la iglesia luterana de Víkurkirkja, construida hace un siglo, y el avión abandonado (una aeronave militar estadounidense que sufrió un accidente en 1973 y se quedó tal cual) son otros de sus atractivos.
35) Rüdesheim am Rhein (Alemania)
Rüdesheim es una de las muchas ciudades del río Rhein reconocidas por la UNESCO. Gracias a un vistazo a Wikipedia, aparentemente Rüdesheim es una de las mayores atracciones turísticas de Alemania. Al igual que la región de Alsacia, en Francia, no se puede equivocar con ninguna ciudad del valle superior del Rin, pero Rüdesheim es un gran lugar para empezar a conocer la zona. Súbete al teleférico del monumento de Niederwald para admirar visitas impresionantes y pasea por la Drosselgasse, con solo dos metros de ancho y 144 m de largo, el callejón por el que los armadores de Rüdesheim transportaban sus equipos y mercancías desde la orilla del río hasta el casco antiguo.
36) Pitigliano (Italia)
Situada entre la costa occidental y la más visitada por los turistas localidad de Orvieto, Pitigliano se alza sobre una enorme roca, un paisaje que los italianos llaman ‘tufo’. ¿Qué se puede hacer en ella? Pasear por calles empedradas, comer pizza al aire libre bajo la sombra de un árbol, disfrutar de lo poco visitada que es… La entrada al centro histórico se hace por la piazza Petruccioli, donde se encuentra el Palazzo Orsini (en cuyo interior se halla el Museo Arqueológica). Es imprescindible visitar el acueducto mediceo, de 15 arcos, la fortaleza Orsini y el barrio judío y hacerse una foto en la pasarela que va desde Via Santa Chiara hasta Piazza della Repubblica y que da una vista increíble de los valles de la zona.
37) Giethoorn (Países Bajos)
Es un pueblo de ensueño del que no darás crédito. No tiene apenas tráfico ni carreteras, solo canales donde podrás comprobar lo bien que se llevan los neerlandeses con el agua: es un verdadero ‘pueblo acuático’. Solo permite moverse por bicicleta, canoa o bien andando, así que está libre de contaminación. Flores espectaculares, casitas de madera, colores brillantes… Giethoorn tiene sus orígenes en un asentamiento de excavadores de turba. La extracción de turba en esta zona dio lugar a lagos y charcos, y la gente construyó casa en las islas que se formaron.
38) Portree (Escocia, Reino Unido)
Escocia cuenta con más de setecientas islas, pero si solo puedes escoger una, que sea la maravillosa Skye. La llaman la ‘isla de la bruma’ (traducción de su nombre original, en gaélico) y su naturaleza es exactamente esa que te imaginas cuando te viene a la cabeza la palabra ‘Escocia’. Su capital, el núcleo urbano con mayor población, es el pueblo pesqero de Portree, que fue fundada a principios del XIX con un nombre que significa ‘pueblo en la ladera’. Es curioso que solo vivan unas 2.500 personas, teniendo en cuenta su rica vida cultural y el constante funcionamiento del puerto. Si puedes viajar en agosto, no te pierdas sus Juegos de las Highlands, un espectáculo digno de ver.
39) Zell am See (Austria)
Parece una postalita falsa, pero Zell am See y debería ser tu destino del año que viene si te gustan los pueblos de los Alpes que parecen sacados de las películas. No es un pueblecito precisamente, ya que cuenta con 10.000 habitantes, pero resulta a la vez sencillo y acogedor. Bañado por el lago Zell y flanqueado por la montaña Schmittenhöhe, esta localidad permite muchas actividades de ocio: en invierno, esquí y ‘snow’; en verano, natación, ciclismo, senderismo… y probar también su interesante gastronomía. Para subir a lo alto de la montaña cuentas con un teleférico ¡diseñado por Porsche! Todo es glamuroso en esta villa austríaca.
40) Český Krumlov (República Checa)
Al sur de Bohemia, no lejos de la frontera con Austria y a dos horas y media de Praga se encuentra una de las localidades europeas más bonitas –y, por el momento, menos llenas de turistas– que podemos recomendarte: Český Krumlov. Cuidado con la batería del móvil porque es el típico sitio donde no vas a parar de hacer fotos, con sus callecitas empedradas y sus tiendas de artesanía. Aprovechando que vas a estar prácticamente solo, deberías acercarte a ver las vistas del pueblo desde su castillo y, en su interior, sorprenderte con su conocido teatro giratorio del siglo XVIII. Recorre el barrio antiguo, llamado Latran y no te olvides de asomarte a su bastión medieval.
41) Lucca (Italia)
Florencia, Pisa, Siena, San Gimignano… son algunos de los lugares más solicitados de la Toscana, pero en la preciosa región italiana sigue habiendo localidades de lo más atractivos para visitar. Es el caso de Lucca, con increíbles iglesias medievales, torres y otros tesoros de enorme valor artístico. Si no tienes vértigo, asciende al final de la torre Guinigi (a más de 44 metros de altura) para divisar el mejor paisaje de Lucca bajo los árboles (sí, hay árboles arriba); recorre la preciosa iglesia de mármol de San Michele in Foro, de mármol tallado y con incrustaciones y no te despidas del pueblo sin pasear por su peculiar plaza ovalada, antaño una arena romana (debes accedera través de los túneles que en su día admitían a los espectadores).
42) Ribe (Dinamarca)
Es uno de los pueblos más bonitos de toda Escandinavia, región de la que puede presumir de ser también, con sus más de 1.300 años de historia, una de las localidades más antiguas. Fue fundada a principios del siglo VIII y, aunque no quede ninguna construcción de entonces, vale la pena igualmente pasear por su centro y descubrir las retorcidas calles empedradas, las pintorescas iglesias, las casas con entramado de madera… No te vayas de Ribe sin visitar su conocido Centro Vikingo –era territorio vikingo hace siglos– y, si vas en coche, acércate hasta sus marismas, ya en el Parque Nacional Vadehavet, donde podrás disfrutar de una preciosa sesión de avistamiento de pájaros.
43) Oia (Grecia)
No te dejes engañar por la foto, porque lo más probable es que cuando visites esta pintoresca localidad de la isla de Santorini (Grecia), esté lleno de turistas queriendo captar la misma imagen especialmente al atardecer; eso sí, con centenares de personas. No obstante, vale la pena ir esquivando a los visitantes para descubrir un pueblecito de postal, con sus hermosas cúpulas y sus viviendas excavadas en la piedra. Callejones cuesta arriba, museos agradables, tiendas de lo más coqueto y, para los amantes de la cultura y la historia, las ruinas de una fortaleza veneciana: Oia lo tiene todo. Si tienes tiempo, baja en pie hasta la preciosa playa de Ammoudi y, un poco más allá, hasta la de Armeni, con su agua tranquila y cálida.
44) Annecy (Francia)
Perla de los Alpes, Venecia de los Alpes… De muchas maneras se ha bautizado a Annecy, una preciosa localidad situada al sureste de Francia y que todavía no ha sido explotada por el turismo internacional masivo pero que bien vale una visita. Calles empedradas, canales, edificios a todo color, construcciones medievales… y por si fuera poco, un lago precioso para recorrer en motora o en barco a remos y un macizo montañoso que enriquecerán tu estancia. Es obligatoria saborear su exquisita gastronomía y hacer una buena degustación de sus conocidos quesos y embutidos.
45) Santana (Madeira, Portugal)
Gente de todo el planeta se acerca hasta esta localidad situada a 40 km al norte de la capital de Madeira, Funchal, para conocer su peculiar arquitectura tradicional, estas casas triangulares de paja tan hermosas en las que antaño vivían los agricultores locales y que reciben el nombre de ‘palhoças’. También merece la pena la visita de Santana por su patrimonio arquitectónico, donde sobresalen la Capela de Santo António, del siglo XVI el Fortín de Faial, con un precioso mirador. Si te gusta disfrutar de la naturaleza, en el Parque Florestal das Queimadas se halla el imperdible bosque de laurisilva y, cuando termines tu recorrido, prueba algo de la gastronomía típica de la zona: las alubias, el maíz, las semilhas (patatas), la col y el ñame.
46) Reine (Noruega)
Ha sido votado en más de una ocasión como el pueblo más bonito de Noruega. Con solo 300 habitantes, se encuentra en la isla ártica de Moskenesoya, en el Círculo Polar Ártico, en las Lofoten. Dicen que Reine es uno de los mejores sitios de Escandinavia donde ver las auroras boreales, pero también hay que saborear otras maravillas del entorno, como las impresionantes montañas, los despampanantes fiordos o las bahías con un color del agua de ensueño. Son típicas de la zona las ‘rorbuer’, las cabañas de pescadores pintadas de rojo, que ahora se han convertido en acogedoras cabañas para visitantes con acceso directo al mar de Noruega.
47) Trogir (Croacia)
Se trata de una coqueta localidad costera que ha sido apodada como la ‘Venecia croata’. Su origen se remonta al siglo III antes de nuestra era, cuando fue fundada por los griegos con el nombre de Tragurion. Durante casi un siglo, tras la caída de Napoleón, pasó a ser dominio austríaco hasta 1918, con el nacimiento de Yugoslavia. Hoy es una hermosa ciudad considerada Patrimonio Mundial por la Unesco en la que no deberías perderte su plaza principal, bordeada por cuatro de sus monumentos imprescindibles: la catedral de San Lorenzo –con un portal principal que es una obra magna del gótico–, la iglesia de la Santísima Virgen María, la logia y el Ayuntamiento. Cuando termines de pasear por en centro de Trogir, no está mal plantearse una excursión en barco a algunas de las islas cercanas, como Brac, Hvar, Korcula, Bisevo…
48) Cochem (Alemania)
Ubicada en pleno valle del río Mosela, en Cochem todavía se pueden percibir sus raíces, primero celtas y luego romanas, aunque sobre todo se la identifica como el corazón de una de las regiones vitivinícolas más prósperas del país, la de Riesling. Así, no dejes de visitar la popular bodega Rademacher, donde se celebra una cata que te permite saborear seis vinos en dos horas. Una vez recuperado, admira las casitas con entramado de madera, techos de pizarra y detalles de lo más curiosos, como ‘sirenos’ tallados en los laterales de los edificios. La visita no estará concluida si no te pasas por el castillo Reichsburg, de origen medieval pero renovado en estilo neogótico en el siglo XIX.
49) Cadaqués (Girona, España)
Cadaqués es una localidad inevitablemente vinculada a la figura de Salvador Dalí –su casa museo está en Portlligat, a tan solo cinco kilómetros–; en este pueblo pesquero conoció a Gala y también se le vio compartir horas con Federico García Lorca y Luis Buñuel (con este último, pergeñando el guión de ‘Un perro andaluz’). En plena Costa Brava, Cadaqués puede presumir de ser la localidad más oriental de nuestro país y te enamorará con sus edificios encalados, su aire pesquero, sus callejones empedrados… Elige un momento en el que no haya mucho turista –evita el verano, Semana Santa– y recórrelo con pausa, báñate en sus calas, alquila una barca para explorar sus bahías o deléitate en las sobremesas en sus restaurantes.
50) Sibiu (Rumanía)
Viajamos hasta la Transilvania con la que has soñado leyendo tus libros favoritos de vampiros y descubrimos Sibiu, una localidad fundada en el siglo XII en la que su herencia medieval de plazas abiertas, iglesias centenarias y muros de piedra se combina con un ambiente cosmopolita y bohemio. No dejes de pasear por la plaza Piata Mare, que ha sido el corazón de Sibiu durante más de seis siglos y en la que ahora podrás disfrutar de la vida gastronómica y cultural y, desde ahí, recorre la peatonal Strada Nicolae Balescu para dejarte sorprender por el resto de la ciudad. No dejes de instagramear sus edificios en tonos pastel llenos de flores, aunque las mejores vistas de la ciudad las tendrás desde lo alto de la Torre del Consejo, de finales del XVI.
Vía: ELLE ES
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