Ya hemos comprobado los beneficios de emplear el mindfulness en nuestras comidas (spoiler, te ayuda a adelgazar) y hasta los últimos estudios científicos han demostrado que la práctica habitual de la meditación es un arma eficaz contra el estrés crónico. Pero hay que reconocer que no todos estamos programados para permanecer quietos, acallar nuestra voz interior y concentrarnos en la nada disfrutando del silencio. Cuando el pico de ansiedad es muy grande o estamos muy estresados, encontrar esa frágil calma en nuestro interior es complicado. Pero ahí es donde podemos aprevechar los beneficios de otra forma de practicar la meditación que sí está al alcance de las mentes más inquietas: meditar mientras nos movemos, concretamente, mientras caminamos. Acompáñanos en este paseo para descubrir cómo podemos aprender a caminar y meditar a la vez y qué beneficios tiene para tu salud esta forma de practicar mindfulness.
¿Cómo podemos aprender a meditar mientras caminamos?
Nuestra mente parece diseñada para saltar de una cosa a otra casi sin respiración y no es sencillo que por el simple hecho de que pongamos un pie después de otro consigamos meternos en una burbuja que nos aísle del ruido de la ciudad y del de nuestros pensamientos. Pero sí es posible, si seguimos las enseñanzas de los que inventaron estos paseos meditativos: los monjes budistas. Si quieres seguir sus pasos no te pierdas estas claves.
1. Despeja tu mente pero deja a tus pies divagar. Sal de casa sin rumbo fijo, camina por el placer de caminar, no con el objetivo de llegar a tal o cual sitio. Solo así conseguirás fijarte más en tu cuerpo en movimiento que en llegar a tu meta.
2. Haz que la respiración y tus pasos vayan de la mano. Respirar correctamente, con una respiración abdominal tranquila que llene de oxígeno tu cerebro y conectar esa respiración con tus movimientos te ayudará a tomar el control de tu mente y tus pensamientos.
3. Encuentra tu propio ritmo. No es una carrera ni estás poniéndote en forma, estás intentando echarle una mano a tu mente. Por eso si el cuerpo te pide ir rápido, ve rápido, y si te pide ir lento, pues ve lento. El objetivo es lograr un ritmo que te sea cómodo y natural.
4. Analiza lo que te pasa con una lupa. Imagina que tu cerebro es una lupa mientras caminas, una lupa que tú puedes enfocar para aumentar cualquier cosa que te esté pasando. Centra la atención de la lupa en tu respiración y olvídate de todo lo demás. Después céntrala en la sensación del aire en tu piel. A continuación en el movimiento de tus pies mientras caminas. Después en el de tus piernas. La clave es que aprendas a fijar tu atención sólo en lo que te está pasando físicamente en ese momento mientras caminas.
¿Qué beneficios aporta caminar y meditar a la vez?
Entre los beneficios que esta práctica ha demostrado se encuentran algunos muy obvios, como el ser capaz de aumentar la circulación sanguínea en las piernas (no en vano estás caminando) y otros no tan obvios como que es capaz de reducir los niveles de azúcar en sangre. Estos son los cinco beneficios más saludables que traerá a tu vida la práctica de este tipo de meditación.
1. Aumenta los niveles de energía si llevas un estilo de vida sedentario.
De hecho, la práctica de esta estrategia es más efectiva para conseguir recargarte las pilas que la mismísima cafeína. El secreto parece estar en que el aumento del flujo de oxígeno derivado de la combinación de caminar y la respiración adecuada eleva los niveles de las hormonas que nos aportan más energía: cortisol, epinefrina y noradrenalina.
2. Reduce la ansiedad.
Y en un tiempo récord: 10 minutos. Un estudio de la Universidad de Mississippi concluyó que caminar y meditar era el combo más efectivo contra la ansiedad si se comparaba con pacientes que solo caminaban. Lo mejor es que los buenos resultados se obtuvieron con sesiones de tan solo 10 minutos.
3. Reduce los síntomas de depresión.
Una investigación conjunta de investigadores thailandeses y norteamericanos concluyó que practicar meditaciones budistas mientras caminamos tres veces a la semana durante 12 semanas no sólo mejoraba la presión arterial de los participantes, sino que ayudaba a paliar los síntomas depresivos.
4. Mejora el equilibrio.
Otra investigación realizada en 2019 en Thailandia concluyó que las mujeres que practicaban la atención plena mientras caminaban conseguían mejorar su equilibrio y la función de las articulaciones del tobillo.
5. Refuerza la creatividad.
Aunque mientras caminas y meditas te centres en el cuerpo y sus sensaciones, en realidad, le estás echando una mano a tu cerebro que es capaz de aprovecharse de ese momento de calma y buscar soluciones más creativas a los retos que se le plantean. Así lo demostró un metaanálisis de estudios sobre mindfulness y creatividad realizado por expertos de la Universidad de Colorado.
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