Paz Vega y su hija Ava trabajan juntas por primera vez, "El cine es ahora un lugar más seguro para las actrices"

Respeta siempre el trabajo de los demás, sé amable, sé puntual y llega con el texto aprendido, le dice Paz Vega a su hija, Ava Salazar. Parece que se lo hubiera dicho muchas veces antes, que lo tuviera aprendido. Pero es la primera vez que le da ese consejo, cogiéndola de la mano y mirándola a los ojos.

Ocurre tras una sesión de fotos de casi cuatro horas en las que Ava, de 11 años, parece haber interiorizado el consejo sin haberlo oído antes. Madre e hija trabajan por primera vez juntas. Son tía y sobrina en La casa del caracol (11 de junio, en cines), un thriller psicológico, ambientado en los 70, que mezcla fantasía, leyenda, superstición, explica Paz. El género favorito de Ava: Me ha gustado mucho trabajar en una película de terror, es muy divertido. Ya había hecho una sesión con Los Javis [en Paquita Salas] y le gustó mucho; le pregunté si le apetecería y le encantó la idea.

¿Cómo supo que Ava tenía interés por seguir sus pasos?

En mi casa, los guiones están por todos lados. Esta profesión, al final, invade también a la familia, convivimos con esto día a día. Creo que es lo normal; si fuera doctora, querrían ir a un hospital. “Mamá, no voy a perder ningún día de clase”, dice Ava, feliz, al hablar del que será su primer Festival de Málaga como actriz, donde presentarán La casa del caracol. Con 11 años, lo ve como un juego. “Es una experiencia que le puedo proporcionar. Y ella, que tiene cualidades, lo puede hacer, pero sin dejar de ser niña. Si surgen oportunidades y le apetece… pero algo puntual –añade Vega–. Ella se lo pasa bien, pero es brillante en el cole, saca buenas notas, le gusta la música, canta increíble, toca el piano, la guitarra… Es muy creativa”. Y Ava lo confirma: “En casa, con mis hermanos, cogemos el iPad y hacemos nuestras películas. Y, normalmente, soy la que edita o graba”, contesta vía email.

Sus hermanos –Orson y Lenon– comparten su curiosidad por el mundo artístico.

En la sesión, Ava sonríe, se pone seria cuando disparan y curiosea sin molestar en los descansos. “No lo ve como un trabajo, pero sí tiene sensación de responsabilidad. Me gusta, es un aprendizaje”.

A la edad de su hija, Paz era deportista y estudiante. A los 16 años, empezó a estudiar teatro. “

Mi primer rodaje fue un cuento de Canal Sur en el que hacía de princesita. Me gustaba mucho, pero que estaba muy perdida.

Poco tardó en llegar a 7 vidas, la serie que le cambió la vida, donde conoció a su “gran madrina”, Amparo Baró, y a “una gran cómplice”, Blanca Portillo. Ellas le dieron los primeros consejos, igual que Paz hace ahora con Ava. ¿El cine es ahora un lugar más seguro que cuando usted empezó?

«Ahora puedes negarte a hacer ciertas cosas en los rodajes. Antes, te obligaban de cierta manera, te ninguneaban o te engañaban.»

No solo es más seguro: puedes negarte a hacer ciertas cosas. Eso no significa que no haya escenas de sexo o desnudos. Si está justificado, si se ha hablado y hay consenso con el director, se hace, no pasa nada. El problema es que antes no había consenso y te obligaban de alguna manera. Porque si no lo hacías, ponían el grito en el cielo, te ninguneaban o te engañaban. Ahora puedes decir: “¿Podemos darle otro enfoque?”. Y te contestan: “¿Cómo quieres hacerlo?”. Eso es lo que hemos conseguido. Y es un alivio. A los hombres les preguntaban si les apetecía enseñar el culo. ¿Por qué con las mujeres se daba por hecho que teníamos que enseñar las tetas? Ahora no sufres esa presión para hacer algo que no quieres.

¿Sienten menos miedos al pensar que su hija entre en esta profesión? Sí, y no solo en esta profesión. Nos encaminamos a un futuro donde hay menos machismo. Quiero creer que mis hijos se están educando en una sociedad donde el respeto a la mujer es fundamental. Y no caben insultos ni vejaciones. Ella se está educando en una sociedad donde el no es no, donde puede ir con una falda corta y eso no da derecho a nada ni a nadie.

Como madre y profesional, ¿ha hecho muchos sacrificios?

Constantemente. A los 15 días de nacer mi tercer hijo tuve que ir a un estreno en Venecia y eso es un sacrifico doloroso. Aunque a veces sucede al revés: me salió un megaproyecto, pero estaba embarazada de tres meses y no lo pude hacer.

¿Volver a vivir en España ha sido un sacrificio por su familia?

No, ha sido muy deseado. Cuando me fui a Estados Unidos, nunca pensé que estaríamos 14 años porque aquí tenía trabajo. Pero coincidió con la crisis de 2008 y se fue alargando. Fuimos dilatado ese momento, pero, como empezaban la adolescencia, había que decidir para no cortarles esa etapa. Se han adaptado muy bien, están encantados. Aunque quieren volver, sobre todo el mayor y Ava, porque tienen recuerdos muy bonitos. Yo no me veía allí de mayor, pero lo bueno de haber vivido allí es que puedo seguir trabajando.

13 Minutes, American Night, El jesuita y El lodo son otros de los títulos que tiene por estrenar, rodados a un lado y el otro del Atlántico. Pero hay uno que le hace especial ilusión, Rita, su primer guion (tiene más escritos), que espera dirigir el año próximo. “Es una necesidad”, dice, que no sabe cuándo empezó: “

Creo que era lógico. Después de años dando vida a las palabras que otros escriben, quieres compartir tu mirada. Siento que voy a disfrutar más que delante de la cámara”.

Se cumplen ya 20 años de la película que la convirtió en estrella en España y la invitó a ir a Los Ángeles, Lucía y el sexo.

¿20 años ya? ¡Qué horror! [Risas]. La vi hace algo más de un año y me pareció que había envejecido bien y que puede conectar con la generación actual. Siempre era la mujer la que tenía que desnudarse y Lucía y el sexo fue pionera: Tristán [Ulloa] se desnudó. Me siento muy orgullosa de haber sido valiente, de haber dicho sí a una película y a un personaje así. Lucía es un personaje puro, que ama de verdad. Julio [Medem, el director] me advirtió que había que lanzarse, ser completamente libre, sin autocensura. Cuando acepté fue con ese espíritu y eso se ve en la película: me vacié. Aunque, cuando acabé, tuve un par de meses chungos, me dejó tocadilla.

¿La han visto su hijos?

No; ven mucho cine, pero han visto poco mío. Tampoco les interesa: su madre es su madre. Hace poco vi Spanglish con mi hija, los dos solitas, y le encantó. Era el momento, por lo que representa sobre las relaciones madre e hija. Irán viendo poco a poco mis películas, quiero que las disfruten.

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