En ocasiones las dinámicas de pareja son tan difíciles de deshacer y de entender que se nos hace un mundo explicar nuestro comportamiento y hasta años más tarde no le encontramos explicación a nuestro comportamiento. Es el caso de esas parejas que nunca están bien, en la que uno de los integrantes es un pasivo-agresivo de manual. Aquellas relaciones de pareja que lo dejan una y otra vez para volver una y otra vez y ser infelices juntos. Y que conste que lo de vivir una relación tóxica nos puede pasar a cualquiera, desde a Jennifer Lopez hasta a ti. ¿Pero por qué alguien querría volver a experimentar una relación así? ¿Por qué es tan difícil decirle no a un ex con el que el ninguneo está casi siempre asegurado? Estas son las dos trampas que nos hacen caer en susbrazos… de nuevo.
Trampa 1: no estás volviendo con él… porque nunca lo dejaste
Puede que lo sepas, puede que no, pero vives atrapada en un círculo. Si algo define vuestra relación no es una bonita forma de un corazón sino más bien la de un círculo en el que todo está atado y bien atado. En el primer tramo de vuestro círculo “del amor” uno de los dos (o los dos) empieza a acumular agravios contra el otro. La tensión de masca en el ambiente y empiezan las primeras puyitas que tú intentas apaciguar… aunque sabes bien lo que viene después hagas lo que hagas.
Porque, en realidad, no importa cómo te comportes: después de la fase uno siempre llega la fase dos, la gran explosión. Esas broncas sicilianas en las que el otro te lee la cartilla para que corrijas todo lo que le molesta y te lo dice a gritos y de la peor forma posible. Y es entonces cuando le dejas, en caliente. Y es entonces cuando todo el mundo cree que lo habéis dejado, porque es muy fuerte lo que te ha dicho y lo que te ha hecho. Pero en realidad no habéis dejado nada, porque vuestra relación es un círculo y aún queda la tercera parte del mismo por recorrer: la fase de la luna de miel.
Y es aquí cuando oficialmente ya no estáis juntos, pero os comunicáis más que antes: él vuelve arrepentido, pidiendo que le perdones, prometiendo que no va a pasar más… y claro, la esperanza vuelve a ti y retomáis la relación. ¿Pero es que en realidad alguna vez le dejaste? Pues no. Él siempre ha estado ahí, presente, caminando en el mismo círculo que tú.
Trampa 2: dependes más de él que del café de por las mañanas
Parece que todas canciones tristes y de ruptura que se han escrito en la historia de la música se han escrito pensando en ti, porque para ti cada ruptura es una debacle emocional. De hecho, ya no hace falta ni que te deje para que entres en pánico: la mera idea de que esa opción pudiera llegar a pasar te deja sin aliento. Y tú antes no eras así. ¿Qué ha pasado?
Uno de los motivos que pueden convertir a cualquier persona en un “adicto emocional” a su pareja se esconde en esas relaciones que funcionan como una máquina tragaperras. Si no puedes evitar volver con tu ex una y otra vez algo nos dice que es porque es un campeón en emplear para su uso y disfrute lo que en psicología se llama programa de reforzamiento intermitente.
Como en una máquina tragaperras al comienzo de tu relación realizaste un inversión que, por pura casualidad, se vio reforzada con un buen premio. Eso te animó a “seguir jugando”: tenías la esperanza de conseguir más de esos premios en forma de amor, pero, desgraciadamente, en tu relación tú eres la sumisa y él el dominante. Él decide cuando se reparten esos premios y lo decide de forma aleatoria, de forma que lo que te funcionó ayer ya no te funciona hoy y no hay manera de predecir cómo conseguir el cariño de tu pareja, lo único que sabes es que para conseguirlo, necesitas seguir invirtiendo… aunque, en realidad, no merezca la pena.
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