Aunque Balenciaga nunca da un paso en falso, sí que pisa con calzado desgastado y sucio. La firma de moda capitaneada por Demna Gvasalia –aunque ahora prefiere que se refieran a él como Demna a secas– es experta en convertir en viral cada nuevo lanzamiento y así lo ha demostrado con la presentación de las zapatillas Paris en una campaña que no ha hecho más que revolucionar a la crítica de moda y generar comentarios en el universo online.
Después de escandalizar vendiendo un bolso que recordaba a las bolsas de cuadros de los mercadillos, otro igualito al de una bolsa de papel o de lanzar bisutería infantil a precios de tres cifras, la firma vuelve a acaparar titulares con sus zapatillas desgastadas. Si bien marcas como Golden Goose o Converse ya han presentado antes este tipo de calzado, ninguno de los modelos llega a los niveles de destrucción del que propone Balenciaga.
Mientras que las imágenes de la campaña presentan este diseño en su versión más extrema, en su web se pueden comprar versiones un poco más comerciales que mantienen el mismo espíritu. Algunas presentan desde desgarros que aparecen solo en determinadas zonas de su tela, mientras que otras los incorporan a lo largo de toda su silueta.
Las Paris de Balenciaga se encuentran disponibles tanto en su versión de caña alta como en mule y en una paleta cromática que alterna el rojo, el negro y blanco. Además, cuentan con el logotipo de Balenciaga estampado en el borde de la puntera, así como con el nombre de la marca grafiteado en la suela.
Acompañando a las imágenes de la campaña, desde la propia firma han explicado el objetivo de este polémico y llamativo lanzamiento: «Las imágenes muestran los zapatos extremadamente desgastados, marcados y sucios. Estos bodegones, del fotógrafo Leopold Duchemin, sugieren que las zapatillas Paris están destinadas a usarse durante toda la vida«.
Reinterpretando el concepto de lujo, Balenciaga ofrece este modelo de zapatillas por precios que oscilan desde los 495 hasta los 1500 euros. Teniendo en cuenta que Luxus, en latín, se emparenta con ‘lujuria’ y con ‘luxación’ o ‘dislocación’, la jugada de Balenciaga no es más que otra prueba de cómo lo lujoso es una desviación de la norma. Y cómo Demna sabe llegar esta idea al extremo. ¿Se convertirán sus zapatillas en la nueva obsesión de los coleccionistas? Por el momento, el objetivo está cumplido: Balenciaga vuelve a estar en boca de todos.
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