La nostalgia por los años ochenta es más fuerte que nunca. Una tendencia que se plasma en prendas que han regresado triunfales a nuestro armario como las blazer oversize o los vestidos de hombreras XL. Tampoco los accesorios han permanecido ajenos a esta corriente y por eso Loewe ha decidido rescatar el que fuera uno de sus bolsos más emblemáticos de aquella época, el modelo Flamenco.
Lanzado en 1984, sus formas estaban en consonancia con el espíritu excesivo de la década y su calidad, como siempre, a la altura de las circunstancias, confeccionado en napa, el cuero más suave y ligero con el que trabaja la casa española y por el que se ha convertido en uno de los referentes en la marroquinería a nivel internacional. a lo largo de su historia ha sido revisitado por sus correspondientes directores creativos, desde Stuart Vevers, quien hizo lo propio en 2011 al darle al modelo original proporciones más actuales, una correa renovada y borlas extra grandes, declinándolo además en una gama de atrevidos colores: desde rosa chicle, rojo chillón y fucsia, hasta remolacha o verde manzana.
Esta temporada el talento iconoclasta de Jonathan Anderson lo convirtió en la pieza estrella de su desfile de otoño/invierno 2020-21. Más grande, modernizado y en más colores. El nuevo Flamenco Clutch de Loewe es el match perfecto del otoño con su llamativa forma curvilínea, sus nudos y borlas y un diseño que combina artesanía y elegancia para cualquier momento del día. No hay duda de que es el bolso para las más atrevidas de la temporada.
El minucioso y delicado proceso artesanal con el que se lleva a cabo la creación de cada Flamenco de Loewe es lo que lo convierte en una valiosa pieza que se ha convertido en un objeto de deseo instantáneo entre las entendidas. Maite Infantes, artesana de la firma desde hace más de 21 años, explica cómo al crearlo se siente como los arquitectos augurando qué personas habitarán las casas que construyen, imaginando qué tipo de mujer llevará el bolso que ella crea. Además, ella misma narra la historia de esta icónica pieza de napa, una de las pieles más ligeras de todas que primeramente se utilizaba únicamente para prendas.
El cierre con el que el bolso se frunce, creando un ligero volante, es una correa de cuero rematada con dos nudos de inspiración marinera, un guiño añadido por el propio Jonathan Anderson en esta última revisitación del modelo, como homenaje a sus raices norirlandesas de tradición pesquera. Una forma perfecta para el diseñador de fundir tradición y modernidad, que desde que llegara a Loewe en 2013 la ha catapultado a una nueva esfera de consideración. “La firma había sido moderna siempre”, declaraba. “Sólo había que ponerla de nuevo a la vanguardia. No se trataba de caer en la nostalgia, sino de pensar en el futuro”.
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