La diseñadora María Símun tiene 25 años y no es nueva en esto, pero podría pasar por una adolescente que, ante una situación abrumadora, sonríe tímidamente. Es morena, tiene los ojos grandes y una boca llamativa, sin duda herencia de su padre, el inolvidable Enrique Urquijo, líder de Los Secretos. Del apellido paterno prefirió prescindir cuando comenzó en el mundo de la moda, con solo 18 años, y cambiarlo por sus tres iniciales “MUN” (María Urquijo Navarro), precedido de un “SÍ” que delata su optimismo. “No me molesta para nada que digan de quién soy hija, lo último sería rechazar o avergonzarme de mis orígenes, todo lo contrario; pero al principio de mi carrera no me apetecía mostrar esa referencia que me ha acompañado toda la vida”, cuenta.
Rosalía, Aitana… ¿y Letizia?
Cuando el cantante falleció en 1999 trágicamente, a pocos meses de cumplir 40 años, María solo tenía cinco. No atesora muchos recuerdos de él, pero la música ha sido clave en su vida. “Es mi otra gran pasión junto a la moda. Siempre he escuchado todo tipo de música, no solo actual: bossa nova, rancheras… Es lo que más me inspira a la hora de crear. He recibido una educación musical muy guay y tengo muchos amigos músicos, pero cantar no es lo mío”. Tal vez por eso no es de extrañar que su talento como diseñadora se diera a conocer gracias a Rosalía. La artista catalana la seguía en las redes sociales y contactó con ella en 2016, antes de la publicación de su primer disco, Los ángeles. “Fui a un concierto suyo, conectamos y empezamos a trabajar juntas”, explica. “Me encanta lo que hace y enseguida supe que iba a ser una estrella. Ahora somos muy buenas amigas”. Símun creó el vestido plateado con cuello alto y pedrería que Rosalía lució en su primera gala de los Grammy Latinos. También los monos blancos que llevaron sus bailarinas durante la gira. Después vinieron los diseños que han vestido las cantantes Aitana, Bad Gyal o Mala Rodríguez o un look de la actriz Esther Expósito en la serie Élite.
“Hay días en que me gustaría trabajar con Cardi B, Lauryn Hill, que es mi favorita, o Harry Styles, al que admiro porque trata de ser un buen ejemplo para los adolescentes, pero otros me encantaría vestir a la reina Letizia. Cambio constantemente y me contradigo con frecuencia”, admite entre risas.
Entonces Símun calificaba sus creaciones como “divertidas”. Eran cazadoras, mallas de ciclista, crop-tops y sudaderas en tonos vibrantes o llenas de logos que inspiraban buen rollo. Pero María ha madurado como diseñadora. “Estoy muy contenta con mi nueva colección, que se llama Hombres pero es unisex, porque la siento 100% mía. Me preocupaba que mi trabajo se quedara en la superficie; todo eran sensaciones, colores, alegría, pero no había un mensaje más profundo. Comencé a pensar en lo triste que era que los hombres tuvieran unas prendas prohibidas, como faldas, vestidos y zapatos de tacón, que deban llevar un rígido uniforme que responda a la imagen y el rol que se espera de ellos”. De esta reflexión nacieron prendas con el objetivo de ayudar a los hombres a expresar sus emociones a través de la moda. “El mundo va hacia una sociedad donde se diluyen los géneros, pero mi propuesta no deja de ser algo personal, un juego, no pretendo representar a nadie”, apunta.
Orgullo de hija
Cuando María habla sobre este tema no puede evitar referirse a su padre, el compositor de algunas de las letras más sensibles de la historia del pop español. “Que hace 30 años un hombre como él abriera con valentía su corazón y mostrara sus partes más oscuras e íntimas, haciendo sentir tantas cosas a otras personas, me mola mucho. Hoy lo sigo valorando, porque creo que casi nadie se atreve a exponerse de esa forma. Además, era un transgresor que se atrevía con propuestas musicales muy diferentes de las que había en ese momento”.
Para ella compuso la desgarradora Agárrate a mí, María, pero su hija, si tuviera que elegir, se queda con Otra tarde o Tu tristeza. ¿Ha sentido la ausencia de la figura paterna? “He tenido una infancia maravillosa, he vivido muy feliz, nunca me ha faltado de nada y me han querido mucho. Soy hija única, pero siempre he estado muy unida a mi familia paterna. He pasado bastante tiempo con mi tío Álvaro [Urquijo, líder de Los Secretos] y hemos escuchado mucha música juntos. Mi madre también me ponía las canciones de mi padre para que lo tuviera presente, y se ha ocupado de explicarme quién era y de que entendiera sus sentimientos. Siempre me he mantenido al margen de lo que dicen de él desde un punto de vista sensacionalista. Cuando veo cómo le recuerdan y admiran me siento muy orgullosa. La verdad es que me sigue pareciendo uno de los cantantes españoles que ha escrito cosas más bonitas”, afirma.
Diseñándose a sí misma
María confiesa que nunca soñó con ser diseñadora; lo suyo era la pintura y la fotografía. Cuando cumplió 18 años, algunos amigos le animaron a crear sus propias prendas. “Siempre me gustó expresarme con la ropa y me vestía de forma rara, muy diferente a las personas que tenía alrededor, algo por lo que me criticaban mucho y me hacían sentirme acomplejada, aunque al final acabaran copiándome”.
“Quería tener unas zapatillas o una cazadora que no encontraba en ningún sitio, así que me las acababa haciendo yo”, afirma. “Por eso hasta ahora yo era mi musa, mi mejor fuente de inspiración, diseñaba para mí y para cuerpos como el mío. Aunque eso ya ha cambiado…”.
La rompedora puesta en escena de su última colección, presentada en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, es la evidencia. Maniquís y hombres de distintas razas y estilos visten prendas unisex sencillas y con carga reivindicativa: monos de trabajo, camisas blancas, pantalones de pana y chándals con el dibujo de un ojo lloroso, obra del diseñador gráfico Gonzalo Argueta. Y todo acompañado de la música en vivo del gallego Sen Senra, otro artista en alza.
Su proceso de aprendizaje no se ajusta a los cánones. Nunca fue a una escuela de moda. Aprendió trabajando y dejándose llevar por su instinto, observando atentamente a otras personas y formándose al ritmo que le marcaban sus inquietudes. “Fui a colegios estupendos que no me gustaban nada. Yo quería expresarme con facetas más artísticas y lo pasaba fatal. Siempre fui un poco outsider y más madura que las niñas de mi edad. No me portaba mal pero no sacaba buenas notas. Cuando empecé a trabajar en lo que me gustaba me sentía mucho mejor y más a gusto conmigo misma, podía ser yo”.
Sin claros referentes del universo de la moda ni iconos de estilo, María responde al arquetipo de artista voluble y caótica. “Soy desordenada y espontánea, necesito partir de una libertad total. Si a una persona creativa la obligas desde el principio a organizarlo todo en carpetas, con su ficha técnica, sus referencias, sus tejidos… estás limitando su creatividad. ¡Vamos a emborronar papeles y ensuciarlo todo! Luego ya habrá tiempo de filtrar. Estoy en contra de los límites y de las etiquetas. Es probable que lo que hago ahora no tenga nada que ver con lo que cree en el futuro”. Tal es el caudal creativo, que puede que ni siquiera sea ropa lo próximo que haga. “No me cierro a otras disciplinas. Mi cabeza no para… ¡no desconecta nunca!
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