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Cuando contó en su casa que quería dedicarse a la actuación, la noticia no cayó muy bien. Sin embargo, tras más de una década trabajando de actor, la familia de Carles Francino se ha convertido en su máximo apoyo. Después de su participación en la telenovela de éxito Bandolera hace once años, el intérprete catalán regresa a una ficción diaria gracias a Amar es para siempre. Todas las tardes, en las sobremesas de Antena 3 da vida a Fran García, uno de los herederos de las famosas Jugueterías Garlo.
No eres un debutante en cuanto a melodramas se refiere ¿Tenías ganas de volver a este género?
Ha sido un gusto entrar en este proyectazo. No sé si tenía ganas específicamente de estar en una ficción se sobremesa, lo que si me apetecía era trabajar, tener un nuevo proyecto entre manos.
Salió la oportunidad de realizar el casting de Amar es para siempre y decidí probar suerte. Tengo que decir que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado, porque estoy muy contento y feliz de forma parte de este grupo que voy conociendo y que es maravilloso.
Por lo que cuentas, la relación con tus compañeros es buena pero ¿Cómo llevas con el ritmo de grabación?
Empecé las grabaciones de Amar es para siempre en agosto, pero yo llevaba ya desde el 1 de julio en la ciudad por por otros dos proyectos que estaba realizando para Amazon. Así que digamos que entré en la ficción ya calentito (risas).
Obviamente, creo que a todos nos ha costado entrar en el ritmo de rodaje, pero pronto lo hemos hecho y, en mi caso, estoy muy contento. Ese miedo por no saber si lograrás adaptarme se viene abajo cuando tienes una bienvenida tan calurosa como la que tuve yo.
En tu caso, a la hora de estudiar esos guiones tan densos ¿eres de estudiar los guiones en casa o de cambiar de espacio como algunos compañeros?
En Madrid comparto piso con el actor Tomás del Esta, con quien coincidí en Bandolera, y eso me viene muy bien porque repaso el texto con él o en su defecto con mi mujer, a quien le toca pringar bastante (risas). Pero justamente vivo al lado de una biblioteca aquí en el centro de Madrid y me he escapado tres o cuatro días. La verdad es que has disfrutado mucho estudiando en el silencio de la biblioteca, recuperando mi etapa de estudiante. Creo que es interesante cambiar el escenario en el que uno está leyendo los guiones.
¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje, de Fran?
Me gusta todo de él. Tiene bastantes cosas en las que se parece a mí, aunque en otras no tanto. Lo que más admiro son sus ganas y su disfrute a la hora de crear juguetes. Es una profesión quizá no extraña, pero que nunca pensé que me tocara interpretarla. Me encanta también su don de gentes y su capacitada para empatizar con las personas.
Dime alguna de esas cosas en las que Fran y tú os parecéis.
Quiero pensar que en todo lo bueno (risas). Creo que, sobre todo, nos parecemos en que ambos somos personas muy sincera. Hablamos sin tapujos y sin filtros, aunque eso luego lleve a malentendidos. También compartimos la pasión que los dos sentimos por nuestro oficio.
En su caso, esa gran vocación es crear juguetes infantiles ¿Algunos de esos juguetes que se presentan en Amar es para siempre los usaste de pequeño?
Si siy es algo maravilloso. Yo nací concretamente en 1980, justo la época en la que está ambientada esta temporada de la serie, entonces la mayoría de juguetes que tenemos esparcidos por el set son los que yo usaba cuando era pequeño y me recuerdan a mi infancia. Ahora por ejemplo, ya ha sido en pantalla el tema del Garloblub, esa pasta verdosa y viscosa que todos teníamos de pequeños. Van apareciendo cosas que al espectador le hace sonreír. Recuerdo también las maquinitas con las que jugábamos antes que iban con una pila redonda, digamos que era la antesala a las videoconsolas (risas).
¿Cuál era tu juguete favorito de pequeño?
Me acuerdo de jugar con cosas muy básica, por ejemplo, las canicas. También se me viene a la cabeza los famosos intercambios de cromos, que al principio eran como fotocopias de series, como Goku. No puedo olvidar tampoco los He Man, que eran como muñecos articulados. También tenía pequeñas cajitas de soldados de diferentes ejércitos y jugaba a colocarlos y montar batallas.
Y mira por donde, no fuiste un soldado en Bandolera (Antena 3), pero si un teniente español de siglo XIX en Andalucía.
Fue una serie que dejó huella en la gente y también en mí. Esta oportunidad fue preciosa y recuerdo con gran cariño el trabajo que realicé con Marta Hazas, quien protagonizó esta historia. Eso si, fue una experiencia dura porque Bandolera significó mi debut en una serie diaria y aquí el ritmo de trabajo si me sobrepasó. No pude gestionarlo bien y tuve que acabar con mi personaje, lo que dejó un poco de que hablar . Era la primera vez que se hacía una serie diaria con tantos exteriores, con tantos asaltos, con esos caballos y eso me pasó factura.
Esta serie es solo una de las muchas de época que has realizado. También están Victor Ros, Águila Roja, Las chicas del cable, etc. ¿Buscas este tipo de ficciones o es el destino quien las trae a tu puerta?
Uno ya tiene que estar contento porque le den proyectos tal y como está la situación. A mí, concretamente, me gustan las ficciones de época porque tienen algo maravilloso y es que te trasladan a otros momentos alejados del presente. También tienen otro punto importante y es el vestuario. Cuando te toca ponerte un traje, un sombrero, etc., de épocas pasadas ya te sientes dentro del personaje. Eso si, me siento igual que cómodo en una producción de época, como en una futurista.
Son muchos los proyectos que tienes sobre tus hombros ¿Recuerdas alguno con especial cariño?
La verdad es que me acuerdo de todos los que he hecho, incluso de los primeros en los que participé cuando empecé a estudiar actuación con 19 años. Podría destacar Punta Escarlata, con Antonio Hortelano, que fue una maravilla de serie. Me pareció una ficción acertadísima, muy buena, que tristemente se emitió en verano y quedó un poco refugiada. Pero todo el mundo que conozco me habla muy bien de esta producción.
Nombro Punta Escarlata como podría hablarte otros tanto. Yo suelo decir que el proyecto más bonito está por está por llegar, así que nos esperaremos a que, ojalá, me hagas esta pregunta cada año (risas), porque eso quiere decir que seguimos activos en este gran oficio.
Una profesión que justamente te empezó a interesar desde joven ¿Cómo te das cuenta de que quieres ser actor?
Realmente la decisión la tomo con firmeza al cabo de los años, aunque desde pequeño tenía cierto interés. Yo no tenía muy claro a qué quería dedicarme, además era bastante desastre estudiando, creo que repetí todos los cursos de formación. Hasta que llegó el momento en el que decidí apostar por lo único que verdaderamente me motiva, que era la actuación. Luego, por suerte, he podido dedicarme a ello. A veces con más éxito y otras con menos, pero eso es esta profesión, una montaña rusa.
¿Si no te hubieras dedicado a la interpretación, qué camino harías tomado?
A lo largo de mi vida me he sentido muy conectado con la naturaleza más que con lo humano. Mi padre, Carles Francino, siempre dice que él se hubiera decantado por Magisterio, pero yo creo que me habría dedicado a algo que tuviera que ver con la naturaleza, como por ejemplo jardinero. Es más, durante el confinamiento descubrí lo bonita que es la jardinería, la sensación tan grande que es estar en contacto con la tierra. También me gustan los animales, pero no me veo yo siendo veterinario (risas). Eso si, de pequeño me hubiera gustado ser futbolista, pero pronto vi que no se me daba demasiado bien.
Además de la jardinería ¿A qué dedicas tu tiempo libre?
He aceptado a lo largo de los años que me gusta probar muchas cosas y la mitad no las termino (risas), pero bueno, no siempre hay que acabarlo todo. Mi tiempo de ocio lo dedico a descansar fundamentalmente, siempre que llegó de rodar, tratar de relajarme unos 40 minutos o así. Pero también le dedico varias horas al deporte. Bajo al gimnasio que tengo debajo de casa o me voy a hacer boxeo. También suelo ir a jugar al papel. El deporte me oxigena mucho. Salir a pasear me calma y los fines de semana huyo a mi pueblo o me voy de viaje con mi esposa.
Has mencionado antes a tu padre, con quien compartes nombre, pero no profesión. Aun así ¿has tenido que hacer frente a gente que pensara que todo lo que has conseguido no hubiera sido por méritos propios?
En muchas ocasiones, cuando iba a algún casting alguien me señalaba por ser el hijo de Carles Francino o me preguntaban si tenía algún parentesco con él. Esto quedaba más bien como una anécdota, pero si he tenido conocidos que han pensando que mi padre había metido mano en mi carrera de actor.
Ante estas situaciones, te paras un minuto y cuentas que no ha sido así. Si te creen bien y si no, pues también, cada uno es libre de pensar lo que quiera. No me ha supuesto un trauma que piensen que mi padre me ha favorecido en mi trayectoria, me costó más aceptar que mi padre era famoso cuando yo era un niño. Esto de que le miraran por la calle y susurraran yo no lo entendía.
Desde hace tiempo, el famosos también eres tú y ahora, además, un chico Amazon ¿Contento con las dos últimas series que has hecho para la plataforma?
Muchísimo. He estado rodando estos meses dos series para Amazon que ya las he terminado. Una se llama Operación: Marea negra, con Álex González y la otra tiene como título provisional Días mejores, con Marta Hazas. La verdad es que es un lujo poder seguir trabajando en lo que a uno le gusta. Ahora estoy centrado en Amar es para siempre y, mientras tanto, sigo haciendo algún que otro casting. De tiempo ando escaso, peros soy un atrevido de la vida y si salen cositas que me apetecen hacer, pues vamos a por ello.
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