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La relación entre Hünkar y Fekeli sale a la luz cuando aparece en el periódico local de Çukurova una foto de ambos en una actitud comprometedora. El empresario la emprende a golpes con varios de sus conocidos, pues quiere descubrir, por las buenas o por las malas, quien les tomó la instantánea a escondidas. Yilmaz, en compañía de Müjgan, calma a su padrino y logra que termine de una vez por todas con su caza de brujas particular.
Mientras tanto, la señora Yaman debe hacer frente a los insultos de Demir, quien recrimina a su madre que haya iniciado un romance con el asesino de su padre a sus espaldas. La mujer, herida en su orgullo, decide marcharse a la casa de campo indefinidamente.
Al día siguiente, Hammine se despierta con un fuerte dolor de cabeza. De repente comienza a vomitar y Demir decide llevarla inmediatamente al hospital. Allí, Müjgan y otro compañero se hacen cargo de la anciana. Las noticias no son buenas. Luego de un examen preliminar, todo parece indicar que tiene una hemorragia cerebral. Ahora deben esperar y determinar si la dolencia es grave o no. No obstante, la familia no tiene mucha esperanza de que sobreviva
Saniye es fiel a su patrona
Saniye, que también está con Gaffur en la clínica llamar a Hünkar y le pone al tanto del estado de su madre. La mujer se presenta minutos después en la centro de salud. Sin saludar a su hijo y a su nuera, pasa a ver a su madre. Esta, al sentirla cerca, comienza a reaccionar y pide que la lleven a casa. Müjgan confirma que la hemorragia no ha sido tan grande como pensaban y la anciana se recuperará favorablemente.
Cuando todos los presentes están en el pasillo, hace acto de presencia Fekeli. “Vengo a decir algo que no debí callar hace cuarenta años”, sentencia. Después, le confiesa a Hünkar ante sus respectivas familias cuanto la ama y le pide que se case con él: “Quiero que compartas conmigo el otoño de mi vida”. Ella, a pesar de la negativa de su hijo, acepta y sale del lugar agarrada de la mano con su ahora prometido. “Si te vas con mi gran enemigo, dejarás de ser mi madre”, amenaza Demir con furia en la mirada. Su progenitora hace caso omiso a sus palabras: “Pues olvídate entonces de que existo”.
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