Enrique Ponce le está dando la vuelta a su vida como un calcetín. Su separación de Paloma Cuevas y subsiguiente romance con la veinteañera Ana Soria ha sido solo el principio de toda una revolución vital que, por suerte o por desgracia, estamos contemplando todos. Y lo vivimos casi como un ‘reality show’. Desde sus primeras vacaciones en el mar juntos, a la puesta de largo de su primer nido de amor en un ático de Almería. Lo mejor es que nos queda lo mejor: los primeros conciertos de Ponce, sus entrevistas de promoción, los memes y vídeos virales con sus nuevos bailes, su nuevo look de galán madurito pero interesante, las fotos de Ana Soria en los ‘backstages’,las fans… Si alguien pensaba que lo de TikTok era lo último, se equivocaba. Es solo el principio.
Habrá quien piense que la irrupción de Enrique Ponce en TikTok, esa pequeña escena de cambio de look, es una concesión graciosa al aburrimiento de Ana Soria. Estaríamos, entonces, ante una escena costumbrista en la que la joven novia, aburrida en plena luna de miel en su nueva casa, le pide al torero: «Amor, ¿nos hacemos un TikTok?». La verdad: resulta un poco improbable, aunque la pareja se vea obligada a pasar en casa más tiempo del que quisieran debido a la pandemia de su propia popularidad. ¡Si solo llevan unos meses saliendo! ¡Imposible aburrirse tan pronto!
En realidad, este pequeño vídeo puede deberse a algo más que el aburrimiento o el exhibicionismo narcisista. Y lo mismo podría decirse de la insistente presencia de la pareja en las redes sociales a pesar, por cierto, de las no menos insistentes peticiones de Paloma Cuevas para que cejen en su protagonismo. Probablemente estamos asistiendo a la metamorfosis del Enrique-Ponce-adusto-torero al Enrique-Ponce-cantante-romántico. Una mutación en la que la complicidad del gran público de las redeso sociales es clave, si se ha propuesto realmente tener una carrera como artista.
Parece improbable que Enrique Ponce, un hombre acostumbrado a ganarle a la muerte, no haya calculado cada paso que dar en esta nueva vocación. Sobre todo porque podría permitirle salir por la puerta grande del mundo de los toros, ya que no ha tenido demasiada suerte con sus emprendimientos empresariales. Y debe tener bastante claro que para triunfar como cantante tiene que hacerse un hueco en las redes sociales, un planeta absolutamente distinto al de los toros. Aquí no funciona ni la agresividad ni la seriedad ni las estocadas, sino el sentido del humor, la simpatía, la belleza y el ingenio. Todo lo que estamos viendo en su primer vídeo en TikTok.
Está claro que Ana Soria está guiando a Ponce en el proceloso mundo de las redes y que su presencia e ideas pueden ayudar a dulcificar extraordinariamente la imagen del diestro. De hecho, ya le estamosviendo con looks menos rígidos y formales que cuando estaba con Paloma Cuevas, cazadoras de Top Gun y vaqueros incluidos. Sin embargo, Enrique Ponce necesita urgentemente profesionales, no amateurs. No solo para ocuparse de su nuevo fondo de armario (ha de salir de los años 80 ya) y una actualización de su pelo (esto es urgente), sino para crear contenido en redes ajustado a su perfil. Verle en un clip de moda tiene su gracia, pero no deja de ser un acesorio de Soria. Queremos verle torear el toro de TikTok en solitario. Y que Dios reparta suerte.
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