Ningún hospital, en ningún país del mundo estaba preparado para recibir esta emergencia sanitaria tan brutal”. Lo reconoce Carmen Martínez de Pancorbo, epidemióloga y directora gerente del Hospital 12 de Octubre de Madrid desde 2011. En este centro (el tercero más grande de la capital, que está en plena reforma) trabajan más de 6.000 empleados, entre ellos 1.800 sanitarios. Ellos tuvieron que atender a miles de enfermos “esponjando” sus instalaciones y aumentando su capacidad hasta el límite, con miedo a sufrir un colapso. Martínez de Pancorbo, reconoce que está “cansada”. “Llevo desde la última semana de febrero sin librar, de lunes a domingo, desde primera hora hasta que no dejas ningún problema gordo para afrontar el día siguiente”.
Mujerhoy En muy pocos días, el 12 de Octubre, igual que la mayoría de los hospitales en las zonas más afectadas, tuvieron que hacer frente a un auténtico tsunami. ¿Cómo afrontaron la situación?
Carmen Martínez de Pancorbo Ha sido una locura, pero intentamos que fuera lo más ordenada posible. Al principio, hicimos dos circuitos para separar a los pacientes: los que venían en masa con sospecha de Covid y el resto. Pero, en 15 días, todo se disparó. Pasamos de 157 a 353 puestos en Urgencias y, como el edificio está en obras, tuvimos que colonizar áreas. Para trasladar a los pacientes, pusimos un transporte lanzadera. En hospitalización había pocas posibilidades de crecer: pasamos de 1.000 a 1.200 camas, pero fuimos ganando plantas. En 20 días, los 15 pisos del edificio general eran espacio Covid. A los otros pacientes los llevamos al materno-infantil, aunque luego tuvimos que ocupar también cuatro de sus 10 plantas.
M.H. ¿Lo más difícil fue aumentar la capacidad en las UCI?
C. M. de Pancorbo Sí. El hospital tiene 58 camas para adultos y en 15 días llegamos a 112, de las que 94 eran para Covid. Gracias al equipo de soporte (ingenieros, mantenimiento…), las pusimos en los bloques de UCI, en reanimaciones, en las antesalas de quirófano… Aprovisionarnos de material, desde equipamiento médico hasta equipos de protección individual, ha costado mucho trabajo, muchos días sin dormir.
M.H. ¿Cómo vivieron la avalancha de pacientes?
C. M. de Pancorbo Desde finales de febrero hasta el 2 de abril, que fue cuando bajaron los ingresos, vimos unos 6.500 en urgencias, de los que casi 3.000 ingresaron; hubo días con 200 ingresos. Hemos jugado casi al límite: no hemos estado colapsados, pero sí con miedo al colapso. En la UCI, el día más duro fue el 20 de marzo: había 44 camas para Covid y 42 ingresados. Te ibas a casa pensando: “Espero que sean suficientes”. Hemos esponjado el hospital de la forma más ordenada posible. Ya sabíamos dónde expandirnos, aunque lo difícil era tener profesionales. Pero como la llegada de pacientes ha bajado mucho, hemos reducido puestos para agruparnos.
Aquí estás a lo que estás, pero cuando te vas a casa o al hotel sale todo: la rabia, la impotencia…»
M.H. El esfuerzo del personal ha sido inmenso…
C. M. de Pancorbo Sí, de todos, no solo internistas, neumólogos, intensivistas… Hemos creado equipos multidisciplinares. Y todo el mundo ha colaborado: los fisioterapeutas preparando equipos de protección; los técnicos de anatomía patológica conduciendo la lanzadera; en los dos hoteles medicalizados (uno ya cerrado), cirujanos o endocrinos han atendido a 300 pacientes… Otros han hecho telemedicina o intervenido en urgencias no Covid. Pero en esta lucha ha habido unas 1.000 bajas. Hemos recuperado a casi todos y cruzamos los dedos para que no haya ninguna pérdida.
M.H. ¿Por qué se han producido tantas bajas?
C. M. de Pancorbo La sobrecarga, adaptarse a otra actividad, la presión… Y el material, porque no teníamos tantas reservas. Ha pasado en todos los hospitales del mundo. Ha habido momentos críticos, en cuanto a respiradores y protecciones individuales, pero no desabastecimiento. Afortunadamente, desde hace semanas hay cierta estabilidad.
M.H. ¿Qué ha sido lo más difícil para ellos? ¿Qué le transmiten?
C. M. de Pancorbo Han tenido una carga emocional muy grande y una carga de trabajo bestial, doblando turnos, estando mañana, tarde y noche pendientes de la situación, durmiendo en hoteles durante semanas… Han sufrido la vivencia con los pacientes, la falta de comunicación con las familias, que intentamos resolver con el proyecto “Acortando distancias”. Algunos han necesitado el apoyo de compañeros psiquiatras. Aquí estás a lo que estás, pero cuando te vas a casa o al hotel, sale todo: la rabia, la impotencia…
M.H. ¿Van a vivir ahora el momento más difícil psicológicamente?
C. M. de Pancorbo Sí, tendremos que estar muy pendientes del estrés postraumático. Hay que ver quién necesita apoyo, posiblemente los profesionales de la UCI, Urgencias, Neumología… que se han entregado mucho al paciente. La pandemia nos ha dado una pequeña tregua para rebajar la tensión física y emocional, pero no podemos bajar la guardia. Con la misma responsabilidad, disciplina y esfuerzo, tenemos que afrontar la reordenación del hospital. Como en una industria, hay que rediseñar procesos porque la producción va a ser diferente.
M.H. ¿Y cómo afronta un repliegue, sin saber lo que puede ocurrir?
C. M. de Pancorbo Esta vuelta de calcetín en un hospital nadie la había hecho antes. Para una catástrofe tan mantenida en el tiempo no te vale un plan al uso: hay que pensar que, cuando esto se estabilice, tienes que atender dos poblaciones muy diferentes. Vamos a tener que convivir durante mucho tiempo con el Covid y, a la vez, atender a otros pacientes. Ha habido una pérdida de calidad de vida y de otras vidas, que se difuminará en el paisaje pero que está relacionada con esto. El Covid no ha evaporado otros procesos, la gente ha aguantado más de la cuenta por miedo al contagio. Nos esperan unos meses duros. Ahora toca reflexionar sobre cómo abordar esto.
Afrontar
una crisis no es fácil pero alivia trabajar con gente que comparte los mismos valores que tú».
M.H. ¿Como regresa el hospital a la normalidad? ¿Teme un rebrote?
C. M. de Pancorbo Claro. Tenemos que recuperar cierta normalidad, aunque va a ser diferente. Hemos empezado suavemente: cerramos la sobrecapacidad y las zonas más lejanas, pero hay más de 100 puestos que podemos volver a instalar si se necesitan. Ya hemos recuperado el materno-infantil y en el edificio general estamos reconvirtiendo espacios. En la UCI vamos con calma, pero necesitamos recuperar zonas quirúrgicas, para pacientes de máxima prioridad.
M.H. Además, han puesto en marcha varias investigaciones.
C. M. de Pancorbo Tenemos en marcha varios estudios, dos de ellos en el marco de la OMS: para desarrollar modelos predictivos con ayuda de la inteligencia artificial; ensayos clínicos de diversos tratamientos y de test de diagnóstico. Los profesionales que trabajan en estas investigaciones son los mismos que nos cuidan: nos atienden, se preguntan cosas e intentan contestarlas cuanto antes por el bien de todos.
M.H. ¿Qué ha aprendido?
C. M. de Pancorbo Que si compartimos el objetivo somos imparables. Uno de los lemas que hemos puesto en el hospital dice: “Ahora nuestros valores nos hacen más fuertes”. Afrontar una crisis no es fácil, pero alivia trabajar con gente que comparte los mismos valores que tú: el trabajo en equipo, la cohesión, la flexibilidad, la cercanía. Y como hospital, hemos aprendido hacia dónde tenemos que ir, porque el virus ha afectado básicamente a la población que tendremos en el futuro.
M.H. ¿Qué ha sido lo más gratificante y lo más doloroso?
C. M. de Pancorbo Lo mejor, el reconocimiento, el cariño, las muestras de solidaridad y apoyo, como la de un niño de Huelva que nos mandó su máscara de snorkel o gente que nos ha hecho batas. Es lo que te llevas a casa. Más allá de los aplausos, que son maravillosos. Y no dejemos de aplaudir, porque si dejas de hacer cosas que hacías cuando estabas mal, parece que ya estás bien. Necesitamos mantener la alerta y hay que seguir con lo que nos ha mantenido unidos. También ha sido maravillosa la coordinación con la Policía y el Ejército. No somos héroes, solo desempeñamos nuestro trabajo en primera línea, pero hay muchos detrás sin los que esto no podría salir. Y lo peor, sin duda, los fallecidos, la tensión de las familias, ponerte en contacto con gente que ha perdido a alguien sin poder despedirse… Son situaciones muy duras.
M.H. ¿Pensó alguna vez que viviría una situación así?
C. M. de Pancorbo Hace tres meses, hubiera dicho: “Anda, anda”. Pero ¿por qué no? Si podemos viajar a China, el virus puede llegar aquí. Esto va a ser un antes y un después. Tenemos un sistema sanitario muy bueno, pero hay que hacer mucho en cuanto a salud pública: apostar por una vigilancia continua, tener sistemas de alerta, mecanismos de emergencia. Y reservas de material de primera necesidad y capacidad productiva para no depender de nadie. Esta reflexión la hemos hecho todos.
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