¿Comer rápido engorda? Esta pregunta, junto a otras como: ¿el estrés engorda?; ¿puedo comer hidratos y adelgazar?; ¿es bueno el bicarbonato para perder peso?, son algunas de grandes cuestiones que todos nos hemos hecho alguna vez o que hemos comentado. Pero, sabemos la respuesta verdadera o simplemente hablamos de oídas. Para acabar de una vez por todas con este ‘mito o realidad’ lo mejor es acudir a la opinión de especialistas y a los resultados de estudios científicos. Por eso cuando hemos visto que Ismael Galancho, docente, divulgador, asesor de nutrición y entrenamiento ha lanzado esta pregunta en sus redes (@ismaelgalanchoreina), no hemos podido hacer otra cosa que hacernos eco del post de Instagram con la respuesta -que nos ha sorprendido y que seguro a ti también-.
https://www.instagram.com/p/Cb92BTXtdDv
A post shared by Ismael Galancho Reina (@ismaelgalanchoreina)
«Siempre se ha dado por hecho que comer rápido nos hacer #engordar. Esta idea surge de la hipótesis de que al comer rápido, las señales de saciedad llegarán tarde a nuestro cerebro, cuando ya hemos ingerido más comida de la que realmente necesitaríamos para sentirnos saciados. ¿Pero es esto cierto?
La existencia de un «estilo de alimentación obeso», caracterizado por una tasa rápida de ingesta de alimentos con bocados grandes y frecuentes y una duración breve de las comidas, fue promovida por primera vez por Ferster en 1961. Sugirió que las personas obesas comen más rápido que las personas delgadas.
A partir de ahí se desarrollaron prescripciones conductuales destinadas a disminuir el tamaño de los bocados, ralentizar la tasa de ingesta de alimentos y prolongar la duración de las comidas. En las últimas dos décadas, se han realizado experimentos para comparar los patrones de alimentación de individuos con y sin obesidad, pero los resultados han sido contradictorios. De hecho, la relación entre la velocidad de ingesta de alimentos y el #sobrepeso derivó de estudios de observación en entornos de laboratorio poco controlados o en establecimientos públicos de comidas. La mayoría de los estudios también extraen conclusiones de una sola comida y no de observaciones diarias o semanales. Por tanto, no se puede confirmar la existencia de un (mal llamado), “estilo de alimentación obeso”
Sin embargo, en un estudio (Rising et al 1994) se evaluó la relación entre la tasa de ingesta de alimentos ad libitum y la obesidad en 28 hombres durante 4 días en una sala metabólica (muy controlado). La duración media de las comidas fue de 25 minutos. La tasa de ingesta de alimentos fue de 68 gramos/minuto.
La conclusión fue que los sujetos con obesidad comían más despacio que los sujetos sin #obesidad. Es decir, a la contra de lo que se pensaba. La tasa de ingesta de alimentos más lenta, hace que el grado de distensión gastrointestinal inducido por las comidas sea menor. La distensión gástrica es un mecanismo que modula la ingesta de alimentos (saciedad), por ejemplo a través de la #grelina. Se requieren más estudios.»
Vía: Women’s Health ES
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