Así vive Ana Cristina Portillo, la ‘otra hija’ de Bertín Osborne: caballos, pintura, trabajo como ejecutiva y el recuerdo de su madre

En los últimos dos años, Ana Cristina Portillo Domecq (27) se ha convertido en un referente de moda en las redes sociales. Pese a ser la hija más discreta de Sandra Domecq, fallecida cuando la joven apenas tenía 11 años, Ana Cristina ha logrado compaginar a la perfección su trabajo como comercial senior en una gran compañía de servicios portuarios y logísticos con colaboraciones para marcas de moda y estilo de vida saludable.

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Ejecutiva en una gran compañía

Nacida hace 27 años, siempre fue la más reticente a los flashes de su familia. Sus tres hermanas mayores, las hijas que Sandra tuvo durante su matrimonio con Bertín Osborne, siempre estuvieron en el foco de atención y parecían llevar la fama con mayor soltura que la pequeña de la casa. Centrada desde niña en sus estudios, Ana Cristina comenzó su trayectoria profesional en 2015 trabajando en el sector de la banca privada como asociada del departamento de Gestión de Patrimonios en Atl Capital, una entidad especializada en asesoramiento financiero. En septiembre de 2018 cambiaba de sector y se pasaba al marítimo al ser fichada para el departamento comercial del Grupo Ership, un gran conglomerado de empresas dedicadas a los servicios portuarios y logísticos donde trabaja en la actualidad.

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Influencer y pintora en su tiempo libre

Pero además de su trabajo diario como ejecutiva en la citada empresa, gracias a su belleza y estilo de vida saludable (es una apasionada del yoga como su hermana Claudia Osborne), compagina su día a día con colaboraciones en su perfil de Instagram con algunas marcas top como los perfumes de Carolina Herrera (también ha sido imagen de los diseños de flamenca de Lourdes Montes, mujer de Francisco Rivera, y de El Corte Inglés junto a sus hermanas) y con algunos posados para revistas o asistiendo a photocalls (antes de la pandemia) en los que demuestra haber heredado de su madre esa clase y elegancia innata que tenía Sandra Domecq.

Pero además, la que Bertín Osborne considera como su ‘cuarta hija’, por la cercanía que siempre ha tenido con ella gracias a sus hijas mayores, lleva en la sangre la vena artística de su padre y le encanta pasar las horas dibujando (desde pequeñas flores con lápices de colores a paisajes hechos con acuarelas), haciendo manualidades y desde hace algunos meses también escribiendo aquellos pensamientos que pasan por su cabeza.

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El recuerdo presente de su madre

Su padre, Fernando Portillo, es un conocido empresario y fotógrafo gaditano que ha hecho numerosas exposiciones. La familia Portillo es muy famosa en Cádiz, ya que Fernando Jorge Portillo Scharfhausen -abuelo paterno de Ana Cristina- fue presidente de la Diputación provincial a finales de los años 60, presidente de la Caja de Ahorros de Cádiz y diputado por la UCD. Además, se encargó de la construcción de un pabellón deportivo en Puerta de Tierra que fue referente para exposiciones y competiciones deportivas. Ana Cristina mantiene una relación muy cercana con su padre y presume de sus fotos en sus redes sociales habitualmente.

Por supuesto, el recuerdo de su madre, a la que perdió siendo aún una niña, sigue muy presente en la vida de Ana Cristina, que lleva ese nombre en homenaje a su abuela, y en la de sus hermanas mayores. El pasado mes de agosto colgaba una preciosa foto de Sandra Domecq por el aniversario de su fallecimiento junto a unas emocionantes palabras que reflejan cuánto la sigue echando de menos. “16 años, no me lo creo… Siempre pienso que poco a poco este día se me hará más fácil pero aun no lo consigo. Los padres dejáis un hueco demasiado grande cuando os vais, nos dejáis demasiadas experiencias por vivir, demasiadas preguntas por hacer, demasiados consejos por escuchar, demasiadas lágrimas por enjuagar y tantas tantas risas por escuchar… tantos bailes por bailar… Pero Mamá, no todo puede ser malo!!! Nos dejaste tantas cosas buenas!!! Tantos recuerdos, tantos bailes, tantas historias y lo más importante, unas hermanas que, cada una a su manera, tienen un pedacito de ti y algo que contarme de ti y aunque no estés, por lo menos me las dejaste a ellas. Gracias por todo lo que nos enseñaste, por ese amor incondicional y gracias por enseñarle tanto a ellas para que me enseñasen a mí”.

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Caballos, surf y un espíritu viajero

Cuando las restricciones y su trabajo se lo permiten, le encanta montar a caballo y pasar los fines de semana en el campo en Jerez de la Frontera. Experta amazona, también es una gran amante del mar y del surf, deporte que le gusta practicar junto a sus amigas de toda la vida -todas anónimas- en las costas del norte de España o en Cádiz, donde cada año veranea y pasa unos días en familia junto a sus hermanas, Alejandra, Eugenia y Claudia, y sus sobrinos, su gran debilidad. En invierno no pierde la ocasión de esquiar en algunas de las estaciones más espectaculares como las de Andorra, se suele escapar una semanita a Ibiza y Formentera cada verano y le apasiona visitar los restaurantes más top (como Lobito de mar en Marbella) a lo largo y ancho de España.

La vida la ha llevado a viajar por todo el mundo desde muy pequeña. Pasó dos años, poco después de la muerte de su madre, en el exclusivo internado inglés Leonards Mayfield School, donde también estudió la nieta de don Juan Carlos e hija de la infanta Elena, Victoria Federica. Allí era una alumna aplicada y podía practicar equitación, ya que el colegio tiene uno de los centros hípicos más grandes del sudeste de Inglaterra. Al volver a España, terminó sus estudios de Secundaria en el colegio privado, bilingüe y del Opus Entreolivos, en Dos Hermanas (Sevilla).

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Tras terminar el colegio, la joven se mudó a Madrid para comenzar Administración de Empresas en el Centro Universitario Villanueva y durante la carrera decidió marcharse un año a Nueva York para llevar a cabo allí un curso en el prestigioso Berkeley College, una universidad privada especializada en negocios–, toda una experiencia vital para ella que le sirvió además para encaminar sus primeros pasos profesionales en su regreso a España. Aquí finalizó un máster en Iniciativa Emprendedora en la Escuela de Organización Industrial, la primera escuela de negocios fundada en España y una de las primeras de Europa; realizó un examen para conseguir la acreditación EFA (European Financial Advisor) para ser gestora de patrimonios e hizo un curso de Construcción de Modelos y Análisis de Proyecciones Financieras en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

Todas esas experiencias en el extranjero han hecho que Ana Cristina sea una viajera incansable y que esto sea una de las cosas que más echa de menos en estos tiempos de restricciones. Entre los viajes que siempre recordará está el que hizo en 2017 junto a su grupo de amigas a Bali, en Indonesia, donde pudo practicar yoga y surf y disfrutó de los paisajes más increíbles de la isla. Pero también ha podido estar en Puerto Rico, Santo Domingo o Hawai, y revivió sus años en Nueva York con una estancia muy especial en compañía de sus hermanas.

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Amigos con apellidos ilustres

Aunque Ana Cristina prefiere la discreción y la mayoría de sus amigos son anónimos, también cuenta con una nutrida pandilla VIP en la capital como el actor Fernando Andina, Ana Boyer o Alonso Aznar, hijo del ex presidente del Gobierno José María Aznar y de Ana Botella, y tiene amigos en común con Willy Bárcenas, aunque ella se declara fan de Enrique Iglesias, artista al que ha ido a ver en concierto en alguna ocasión. Mantiene una relación muy estrecha con la bloguera peruana afincada en Madrid Francesca García-Miró, la diseñadora Blanca Astolfi (sobrina de Luis Astolfi) , y con Lulú Figueroa, en cuya boda ella y sus hermanas fueron damas de honor.

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